Massa, el llamado a un acuerdo desde la debilidad y el juego a mil puntas del amigo íntimo de Larreta
Con muy poco, le alcanzó para pararse en el centro, presentarse como voz autorizada del gobierno y generar cortocircuitos internos en la oposición. Sergio Massa salió el fin de semana a proponer algo bastante similar a lo que había sugerido Horacio Rodríguez Larreta en su discurso en el coloquio de IDEA, hace apenas una semana y a lo que habían postulado los dos, en agosto pasado, cuando coincidieron en la reunión virtual del Council of Américas: el consenso entre el gobierno y la oposición para resolver la prolongada crisis argentina.
Esta vez, Massa le aseguró a Infobae que cuenta con el aval de Alberto Fernández y de Cristina Kirchner para proponer un entendimiento en torno a 10 asuntos básicos, la idea vieja y remanida que aparece de manera recurrente, desde hace dos décadas, en boca de la dirigencia política sin llegar nunca a trascender el marco de las buenas intenciones. El último en plantearla desde el gobierno había sido Mauricio Macri, que en mayo de 2019 y en su momento de mayor debilidad, autorizó a Rogelio Frigerio a exprimir el jugo del peronismo no kirchnerista para anunciar la convocatoria a un acuerdo en el que participarían Juan Manuel Urtubey, Juan Schiaretti, Miguel Ángel Pichetto, Roberto Lavagna y el propio Massa. Junto con el ex ministro de Economía de Néstor Kirchner, el ex intendente de Tigre fue uno de los que primero salió a rechazar la jugada. Entonces como ahora, se trataba de 10 generalidades que no entusiasman a nadie ni desagradan a nadie: educación, pobreza, exportaciones, deuda, energía, federalismo.
Massa apeló al lenguaje que suele utilizar otro abanderado del consenso Emilio Monzó y aseguró que en el gobierno y en la oposición confluyen dirigentes que pertenecen a la misma generación política, con muchos puntos en común. De larga relación y fina sintonía con Rodríguez Larreta, Monzó, Maria Eugenia Vidal, Diego Santilli, Gerardo Morales y Martin Lousteau durante su trayectoria, Massa encontró muchas veces más coincidencias con la oposición que con el gobierno. Tanto que hasta quisieron sumarlo de diferentes formas y en diferentes momentos. Sin embargo, Monzó es de los que sostienen que antes de hablar de un acuerdo en público hace falta una serie de cuatro o cinco reuniones para avanzar en consensos mínimos.
Aún después de la derrota del Frente de Todos en las PASO y con su capital electoral diluido al máximo, la capacidad del presidente de la Cámara de Diputados de generar agenda goza de una vigencia sorprendente. Pese a que hoy al propio oficialismo le cuesta ponerse de acuerdo, no solo los medios afines a Massa propagaron la iniciativa al infinito sino que la oposición delató una vez más sus propias diferencias. Después de que Elisa Carrió y Patricia Bullrich salieran a rechazar cualquier acuerdo con el gobierno y dejaran flotando en el aire la sospecha en torno al pacto entre Sergio y Horacio, el propio Rodríguez Larreta vio complicado su frente interno y tuvo que tomar distancia de la propuesta de Massa. “Primero se tienen que poner de acuerdo ellos que no pueden ni marchar juntos. Después, que nos vengan a convocar”, dicen en la corriente que nuclea a las palomas de Juntos.
Larreta y Massa tienen una amistad de hierro desde hace más de veinte años. Ninguno de los dos oculta el vínculo y al lado del jefe de gobierno admiten que el diputado es uno de los pocos amigos verdaderos que reconoce Larreta. Tanto en la oposición como entre los empresarios que toman distancia del gobierno se preguntan a quién representa hoy Massa y dudan de que tenga el aval de la vicepresidenta.
Tras la paliza que sufrió el Frente de Todos en las primarias y la tensión en lo más alto del gobierno, Massa vio cómo Juan Manzur ganaba protagonismo y lo desplazaba de su lugar natural de puente con el establishment y la embajada norteamericana. Sin embargo, en las últimas semanas, el fundador del Frente Renovador buscó mantenerse activo y recuperar posiciones: anunció su proyecto para convertir los planes sociales en trabajo, tiró el anzuelo del acuerdo con la oposición y se sentó en la cabecera de la mesa de Casa Rosada en la reunión con dueños de empresas. Obsesivo del más mínimo detalle, con la mayor parte de sus días -y sus noches- dedicados a la política, Massa nunca se da por vencido. Eso sí, ya ni mira las encuestas que lo muestran entre los políticos de peor imagen.
En la entrevista con Infobae, Massa abrió el paraguas y pronosticó que la convocatoria que estaba haciendo iba a ser rechazada por la oposición. En un momento en que el Frente de Todos no logra consensuar posturas comunes en temas sensibles de la economía, la propuesta de un acuerdo con la oposición es otra de las jugadas audaces que suele protagonizar Massa. Como el acuerdo con el Fondo Monetario que dio por cerrado antes de las PASO, el riesgo es que lo presenten una vez más como un vendedor de humo profesional, tanto propios como extraños.
Por ahora, Massa sigue firme en su alianza con Máximo Kirchner y desde ahí busca posicionarse como parte de la solución a partir del 14 de noviembre. En su entorno, hay quienes reconocen que sigue soñando con un superministerio pero el que presenta resistencia al desembarco del diputado en el gabinete es el propio Alberto Fernández, que prefiere que se quede en su puesto actual. El Presidente, que lo conoce bien, esperaba que Massa se ubicara en la colectora de Fernández dentro del armado oficial y se encontró con que figuraba la mayoría de las veces entre sus críticos detrás de escena. Esa desconfianza, la situación económica y, sobre todo, el resultado electoral pueden condicionar los planes del ex intendente dentro de la alianza oficialista. Le toca a Antoni Gutierrez Rubí, el catalán que habla con toda la plana mayor del gobierno, atenuar esas tensiones y enmarcarlas dentro de la campaña del Si. Rubí trabajó primero con Cristina, después con Massa y ahora con Alberto.
Mientras el gobierno discute su día a día, hay algunos que ya se apuran a proyectar el final de la película. Golpeado en su capital electoral, Massa ostenta todavía la rara condición de contar con un menú amplio de posibilidades y facilidad para pivotear con Juntos gracias a sus vínculos con la oposición. En principio, el cristinismo no cuenta con esa capacidad de reciclaje y es el que más necesita retener el poder. Pero, al lado del ex intendente, niegan esas diferencias y dicen que él es el que más pierde si el experimento del FDT fracasa en el poder.
Después de haber perdido incluso en Tigre, el presidente de la Cámara de Diputados quedó en un lugar incómodo por partida doble. Por un lado, le cuesta cada vez más seguir vendiéndose como el plus de un cristinismo electoral que no sumó nada en las PASO a la cuenta de Unidad Ciudadana de hace cuatro años atrás. “Sergio sueña con ser presidente a partir de la base electoral de Cristina, pero ya no puede decir que el peronismo está gobernando gracias a él, como decía hasta hace poco”, le dijo a elDiarioAR uno de sus habituales interlocutores, de larga trayectoria en el PRO.
Quienes lo conocen rescatan su dedicación extrema a la política pero advierten que está en una situación riesgosa, casi atrapado en un gobierno que le otorgó muchos recursos pero no encuentra la puerta de salida del estancamiento y aparece con pronóstico reservado hacia 2023. Le cuesta diferenciarse del gobierno y temas de su propia agenda en tiempos de oposición, como la inflación y la inseguridad, hoy lo muestran como parte de un frente que no logra resolver esos problemas ni sacarlos de la agenda. La indefinición general del oficialismo lo afecta de manera especial.
Cortados por la misma tijera, la principal diferencia entre Larreta y Massa hoy parece ser de tiempos. Mientras el jefe de gobierno porteño patea el acuerdo para 2023, el presidente de la Cámara de Diputados sostiene que hace falta comenzar ya mismo. Con una experiencia común junto a Ramón “Palito” Ortega a fines de la década menemista, los dos apuestan a pelear por el premio mayor en el próximo turno electoral. Hoy la cancha parece inclinada a favor del proyecto Larreta, y Massa aparece debilitado como todo el gobierno. Es un escenario en el que el ex titular de la Anses puede volver a ofrendarse como socio para la gobernabilidad, tal como lo hizo durante la primera parte del gobierno de Macri. No obstante, quienes conocen al ex intendente, no tienen dudas: la ambición de Sergio es tan grande que todavía fantasea con que sea Larreta el que finalmente tenga que apoyarlo a él.
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