La imagen, tomada desde la cabina de un camión, muestra una ruta estrecha con curvas y contracurvas muy cerradas. De un lado, la montaña rocosa cubierta de nieve. Del otro, un inquietante precipicio por donde solo asoman las copas de los árboles. El tránsito, sumado a un cielo oscuro con una densa aguanieve, convierte al trayecto en una experiencia casi aterradora. Son rutas del fin del mundo en la provincia de Tierra del Fuego. De repente, la filmación gira a la izquierda y la ¿sorpresa?: Romina Vera, una joven mujer, conduce con atenta displicencia el semirremolque Scania de cinco ejes perteneciente a la empresa YPF, mientras tararea un rock and roll que suena en la radio.
Dureza, actitud aguerrida, resistencia, concentración, firmeza, fortaleza física son atributos que se necesitan para determinadas profesiones que, culturalmente, siempre fueron destinadas a los hombres. Pero cada vez y con más frecuencia aparecen mujeres que rompen esos mandatos. Animarse, aprender el oficio, romper prejuicios y ganarse un lugar con idoneidad. Tan simple como eso.
Si bien en su infancia tuvo un mínimo contacto con camiones, la oportunidad de su vida apareció hace unos años por un posteo de Facebook, en el que la compañía Scania convocaba a mujeres a ingresar al mundo de la conducción profesional. “Apenas vi aquel anuncio supe que era para mí –recuerda Romina– se trataba de un concurso para mujeres que no tuvieran la licencia y quisieran ser camioneras. Hablé con mi marido y me inscribí”. Nacida y criada en Tierra del Fuego, Romina tiene 35 años, una hija de 17 y un hijo de 11, quienes junto a su esposo le dieron un absoluto apoyo cuando les planteó el objetivo de convertirse en conductora de camiones.
“De 4 mil mujeres que se presentaron solo quedamos seleccionadas doce. Viajamos a la localidad bonaerense de Escobar, donde durante un mes nos capacitamos en la Fundación Profesional del Transporte. Fueron 15 días de curso teórico y luego entrenamiento a bordo de un camión. Ya egresada me di cuenta que amaba esa profesión y quería seguir capacitándome. Inmediatamente me anoté en un curso de cargas peligrosas, específicamente transporte en cisterna”.
“Estoy enamorada de mi trabajo” repite cada tanto Romina, que desde su cuenta de Tik Tok muestra sus jornadas laborales en medio de condiciones climáticas muchas veces complejas. A través de una compañera logro hacer una prueba para una empresa que transporta combustible para YPF y quedó seleccionada. Obtuvo ese puesto en Río Grande desde donde realiza viajes por toda la isla, transportando productos desde la planta de Ushuaia hasta las estaciones de servicio.
La llegada de Romina a la empresa generó dudas y algunas sorpresas. ¿Una mujer en el plantel de conductores? Recuerda que “durante las primeras semanas de trabajo viajé con un compañero que fue como un instructor. De entrada, algunos choferes se negaron a acompañarme. Eran muchas horas juntos y prefirieron evitar malentendidos familiares. Pero el colega que me asignaron fue muy comprensivo y me dio mucha confianza. Nadie nace sabiendo y necesitas alguien que te guie. Yo era consciente que el rubro es así, históricamente muy de hombres, pero alguien tiene que ser la primera en entrar y demostrar que se puede convivir, que no es nada del otro mundo y que como mujer no necesitas un cuidado especial. Debo reconocer que jamás me sentí discriminada; no recibí comentarios, chistes o actitudes machistas ni misóginas. Esa aceptación provocó que me afiance más en la profesión”.
Yo era consciente que el rubro es así, históricamente muy de hombres, pero alguien tiene que ser la primera en entrar y demostrar que se puede convivir, que no es nada del otro mundo y que como mujer no necesitas un cuidado especial.
“He tenido situaciones complejas como por ejemplo colocar las cadenas en los neumáticos por primera vez en medio de la nieve. He sentido miedo y he pensado ¿y si no puedo hacerlo? pese a que lo había practicado muchas veces. Ahí se siente la presión de un trabajo difícil, pero son pruebas que tenés que atravesar para darte cuenta que estás capacitada para el trabajo. En esos momentos aparece el compañerismo y la solidaridad”.
Tras la descripción de las dificultades que se presentan a diario, Romina vuelve a repetir como una letanía su amor por el oficio de camionera: “Disfruto mucho mi trabajo, una de las cosas más placentera es viajar en medio de paisajes maravillosos que tiene mi provincia y cantar! Cantar en voz alta en compañía de la radio y sola en la cabina, total nadie me escucha y eso me pone de muy buen humor”.
“Hay cosas que parecen complejas, que parece que tenés que tener mucha fuerza. Y no, no es así. Todo requiere su maña y animarte. He visto mujeres en retroexcavadoras, en maquinaria pesada desenvolverse muy bien. Cuesta cambiar la mentalidad de gente que piensa que hay cosas que solo las puede hacer hombres, pero se puede, hoy somos más escuchadas y hay que aprovechar que otras mujeres se animan, tirarse a la pileta y probar. La sociedad se está dando cuenta que las mujeres podemos trabajar a par de los varones”.
Romina parece haber hallado su lugar en el mundo. Desde la cabina de un camión desafía kilómetros de rutas peligrosas, con un clima extremo y a un mundo que de entrada la miró con desconfianza. Pero ella ya es experta en lidiar con eso: “Me encanta saber que puedo dominar tremendo monstruo”.
RG