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El Fantasma de la C

18 de octubre de 2021 22:09 h

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Leer este texto te va a llevar lo mismo que escuchar la versión de Brown Sugar que los Stones tocaron en River en 2006.

El mundo está lleno de líneas editoriales. Lo que publicás en tus redes sociales es tu línea editorial. Los tres datitos que priorizás cuando tenés que presentarte en el Zoom del curso al que te anotaste, también. El orden en el que una heladería ubica sus gustos en la cartelera, el camino que toman en un restorán cuando eligen si membrillo o batata con el queso, las fotos que decidías sacar cuando tenías 12, 24 ó 36 placas y no 64 gigabytes de memoria: línea editorial. La música que un país pasa en sus aeropuertos más transitados por turistas: línea editorial. El tono en el que le hablás a un mozo: línea editorial.

Esta mañana estaba en la ducha, que es mi lugar favorito del mundo para pensar, y escuché Brown Sugar en la radio: primero pensé “qué temazo” y después pensé “qué línea editorial”. Y me puse a hacer la lista mental de líneas editoriales cotidianas que usé para el párrafo anterior, que nos parecen actitos desconectados pero que todos sumados resultan en nuestra manera de andar por el mundo.

Hablo de Brown Sugar porque en las últimas horas (le da vuelo dramático escribir “en las últimas horas”) se globalizó la noticia de que los Rolling Stones la sacaron de la lista de canciones que interpretan en vivo. Estaba ahí desde un show californiano de 1969 y, derecho viejo, los años y probablemente ese agite de guitarra que se te pega a la primera escuchada, la convirtieron en clásico. Brown Sugar, que habla de tráfico de esclavas y de blancos haciendo gritar de dolor a esas esclavas (africanas, algodoneras) a medianoche, sonó para abrir recitales y también para cerrarlos. Sonó para que el público quedara enloquecido, punto caramelo, y rogara por un par de bises más con el corazón puesto en modo ergometría.

Y un día, más de medio siglo después y sin silbar ni siquiera bajito, dejó de sonar. A Brown Sugar, que es la segunda canción más interpretada en vivo por la banda y que abrió el disco Sticky Fingers en 1971, le hicieron ese gestito de “vení, vení, acercate al banco de suplentes, vas a salir un rato, andá a sentarte y mirá el partido desde ahí”. Y la sacaron nomás.

¿Te estás preguntando cuál es la primera canción entre las más interpretadas en vivo por los Stones? Te doy una pista: JJJ. Y un link: está acá.

Empezamos a saber por qué este fin de semana, cuando Los Ángeles Times publicó una entrevista a Jagger y Richards (una cosa muy linda de hacer un newsletter y no una nota es que en una nota yo escribiría “Mick Jagger y Keith Richards” pero acá escribo sólo los apellidos y no sufro). Les preguntaron por qué Brown Sugar ya no entraba en las listas. “¿No se dieron cuenta de que esa canción habla de los horrores de la esclavitud? Están tratando de enterrarla. Por ahora no quiero meterme en líos con toda esa mierda, pero espero que podamos resucitar a esa belleza en toda su gloria en esta gira”, dijo Richards. Habló de esclavitud, de que quieren (no sabemos quiénes, metió sujeto tácito) enterrar la canción, y de que no quiere que haya quilombo. Puso sobre la mesa el Fantasma de la C. C de Cancelación.

Jagger fue más sutil, más correcto y, digamos todo, más mentiroso. “Hemos tocado Brown Sugar en todos nuestros conciertos desde 1970, y a veces decimos: ‘Vamos a sacar esta canción y ver qué pasa. La lista de temas para una gira en estadios es complicada”. Yo nunca hice una lista de temas para una gira en estadios pero Jagger lleva seis décadas arriba de un escenario y por complicado que sea, hasta ahora había se las había arreglado para meter Brown Sugar todas las veces.

Hablo de línea editorial porque la de los Rolling Stones -no la de una banda que recién empieza, LA DE LOS ROLLING STONES- parece haber entrado un poco en crisis. ¿Por qué? Por las dudas. Porque la cancelación es un monstruo grande y pisa fuerte.

Te dejo este videazo que recorre el vínculo entre “Gimme Shelter” y las películas de Scorsese. Una hermosura y una de mis obsesiones más inútiles.

Un repaso por el archivo de elDiarioAR. En marzo de este año, Victoria De Masi entrevistó a la escritora Ariana Harwicz, cuya última novela es Degenerado, la historia de un pedófilo. En esa entrevista, la autora habló del rechazo de las editoriales de países que ya la habían traducido ante ese nuevo libro. “Todo el mundo está con pánico. Es como un campo minado: cualquiera puede ser cancelado”, es el título de la nota que pueden leer acá.

Un tiempito antes de que Okupas volviera y en forma de streaming, Santiago Motorizado, que se ocupó de musicalizar el relanzamiento de la serie, dijo en esta entrevista: “Que el arte tenga que tener una especie de pared donde estar haciendo equilibrio es una lástima enorme. Las canciones, las películas, los dibujos pueden hablar de cualquier cosa. De cosas atroces, oscuras. El arte está para eso, para abrir ese canal que no tiene nada que ver con decir qué hay que hacer”.

Juliana Gattas, co-fundadora de Miranda! y cantante, también habló del Fantasma de la C. Dijo: “Es muy difícil ser un artista nuevo en la era de la cancelación. Podés hacer casi sólo una cosa: la correcta”.

El Cuchá Cuchá va construyendo su línea editorial en cada episodio. Y hoy mete un cover de Babasónicos, y te dice: “La música no tiene moral. La música no tiene mensaje para dar. Y sin embargo te lo dan”.

JR

Leer este texto te va a llevar lo mismo que escuchar la versión de Brown Sugar que los Stones tocaron en River en 2006.

El mundo está lleno de líneas editoriales. Lo que publicás en tus redes sociales es tu línea editorial. Los tres datitos que priorizás cuando tenés que presentarte en el Zoom del curso al que te anotaste, también. El orden en el que una heladería ubica sus gustos en la cartelera, el camino que toman en un restorán cuando eligen si membrillo o batata con el queso, las fotos que decidías sacar cuando tenías 12, 24 ó 36 placas y no 64 gigabytes de memoria: línea editorial. La música que un país pasa en sus aeropuertos más transitados por turistas: línea editorial. El tono en el que le hablás a un mozo: línea editorial.