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16 meses de guerra ucraniana, 1 semana de guerra civil rusa

Para el papa Francisco, la paz es la paz es la paz.También para el presidente Lula. De El mundo azul como una naranja, que es nombre de esta Newsletter de Política Internacional nuevamente semanal y de los jueves de elDiarioAR.com, y que este primer día de invierno consumado, se detendrá en sus díez estaciones alguna paz que sea paz que sea paz.

1. Sueños de una tarde de verano vaticano 

En el mismo día iniciático del mismo solsticio, en el mismo 21 de junio de 2023, en el hemisferio Sur, de donde provienen, comienza el invierno, y en el hemisferio Norte, allí donde se encontraban, empieza el verano. El tercer miércoles del sexto mes del año, Jorge Mario Bergoglio y su correligionario Luiz Inácio 'Lula' da Silva conversaron en el Vaticano. El argentino y el brasileño sintonizaron planes sobre dos temas y problemas acerca de los cuales sus agendas coinciden sin menguas, distracciones ni disensos.

El acuerdo del pontífice octogenario y el presidente septuagenario no es de esos negociados en amable consenso. Es de aquellos acuerdos que son prístinos, primitivos, más originarios que todo pacto, contrato o compromiso. que se reconocen primitivos preexistentes. Dos urgencias católicas muy antiguas, muy en el corazón del lenguaje y el encuadramiento medievales 'franciscanos': la pobreza y la paz.

2. Lawfare y otras beligerancias

A sus 77 años, sin anunciarlo él, sin negarlo cuando se lo preguntan, después de su experiencia brasileña y la de los gobiernos afines regionales, el mejor candidato del PT para las presidenciales de 2026, el que Lula ve como el mejor para el futuro de su país, es el propio Lula. Es verdad que cuando mejor les ha ido al PT y al Brasil, en el siglo XXI, han sido aquellos años en que el proyecto nacional petista, y el progreso de la biografía política que Lula ha diseñado para sí, avanzaron y aceleraron haciendo las mismas marcas en un mismo metrónomo.

En un tinglado donde estará de pie con 80 años bien cumplidos, el ex migrante nordestino, ex obrero y gremialista metalúrgico, ex luchador contra la dictadura militar mientras fundaba el PT, Lula se ve bien a sí mismo. Un teatro con la escenografía de futuro brillante y sin plan B para el victorioso plan A de su candidatura -de probado buen éxito- el PT volvería a ganar las elecciones. Tres veces presidente, empezaría su cuarto período presidencial. Un patriarca, y para esas fechas, sin contrincante, el político más hábil del Tercer Milenio brasieño.

El 20 de junio, el que lo defendió en las horas amargas, el que lo asistió en los juicios venales y las condenas humillantes, los 500 días  el asesor letrado de Lula, su propio abogado personal patrocinante de cárcel a que lo condenó el corrupto magistrado federal de Curitiba, el futuro ministro de Justicia bolsonariosta Sérgio Moro, a pedido personal de Lula, fue votado a favor en el Senado federal con 58 votos (contra 18) y promovido al cargo de Juez de la Corte brasileña, del Supremo Tribunal Federal (STF), el pináculo del sistema judicial. Cristiano Zanin, de 47 años y especializado en litigios empresariales y criminales, podrá ejercer como juez del Supremo, sin interrupción, a lo largo de tres décadas, hasta cumplir los 75 años. Al Poder Judicial, la jubilación le llega antes que al Ejecutivo, y con la fuerza de lo inescapable. 

3. Señor, haz de mí (perdón, haz de nos) un instrumento de Tu paz

Una paz resfriada, y sin embargo no por ello ni un punto menos pacífica, buscan Papa y Presidente sudamericanos. Acaso sean hoy, entre todos los gobernantes globales globalmente escuchados, los dos parientes más cercanos del 'No juzguéis' evangélico, los dos mejores amigos de la paz a secas, y los dos mejores enemigos, de la guerra de Ucrania.

Una paz contra las expectativas militares, contra los cronogramas de contraofensivas. Para la OTAN, para Kiev, Bruselas, Londres y Washington, hablar de paz es inoportuno sin antes completar una prueba, suficientemente demostrativa, de la superioridad de los armamentos propios.

El modelo de Tratado de paz sigue siendo, pese a las protestas de superación, el Tratado firmado en Versalles en 1919, después de que en 1918 terminara la Gran Guerra con la rendición de los Imperios Alemán y Austro-húngaro. Porque la paz atlantista a la vez consiste y depende en las condiciones que se le imponen al enemigo derrotado: es un subproducto de la guerra, no un compromiso entre beligerantes que ponga fin a las hostilidades y al uso de las armas.

4. Arriba los de abajo, crisis vaticana del elitismo europeo y democratización latinoamericana de la conducción del Papado 

El 13 de marzo de 2013, cuando fue elevado al trono de San Pedro en la quinta votación del segundo día del cónclave convocado tras la abdicación del teólogo alemán Joseph Ratzinger, el nuevo Pontífice Máximo de la Iglesia Católica eligió para su papado el nombre del santo medieval de la ciudad de Asís, el hijo de familia comerciante que renunció a la riqueza y fundó la Orden religiosa mendicante de los Hermanos Menores.

El sacerdote y provincial de los jesuitas, el ex obispo auxiliar porteño desde la basílica de Flores, el ex arzobispo de Buenos Aires es Francisco I, el primero de una serie nueva, después de Benedicto XVI, que evocaba quince nombres pontificales prestigiosos, cargados de Historia, por detrás. Un papa del Norte y del Viejo Mundo que reivindicaba la tradición bimilenaria de la Iglesia, y otro del Sur y del bravo Mundo Nuevo que proponía su eterna resurrección.

5. Brasil, desde el último de los Braganza...

En Roma, el jueves 22, un día después de su encuentro bilateral con Francisco en el Vaticano, Lula respondió preguntas de la prensa. Sin énfasis, y sin dudas, en la capital italiana el presidente brasileño declaró a los medios que “el Papa argentino es hoy la autoridad política más importante del planeta Tierra”.

El presidente neoliberal Fernando Henrique Cardoso, había sido, según el escritor gaúcho Luis Fernando Verissimo, el último de los Braganza. Como si el líder del otrora relevante Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) hubiera sido, en los albores del siglo XXI, el decoroso, orgulloso, empeñoso, académico, cosmopolita gajo final de la dinastía monárquica portuguesa que había gobernado en Brasil durante la Colonia y, desde la Independencia de 1822, durante el largo Imperio decimonónico. Lula, en cambio, apuntaba Verissimo, es el primero de los Silva.

6. ... hasta el primero (aunque también el último) de los Silva

A las dinastías hereditarias a la vez pesa y alivia que la sucesión está resuelta de antemano, por la descendencia familiar, sea filiación sanguínea o adoptiva.

A los presidentes progresistas sudamericanos del siglo XXI, esa solución generacional (aunque no la matrimonial) está vedada

En la Argentina, los planes de Néstor Kirchner al concluir sun mandato no eran tan lúgubres como para contemplar la eventualidad de su muerte en 2010. Tampoco, la viudez consiguiente de su esposa Cristina Fernández, entonces ya presidenta, reelegida en 2014 en primera vuelta con el 54% de los votos.

En Brasil, al concluir su segundo mandato consecutivo el primer día de 2011, Lula gozaba de una aprobación que encuestas antagónicas sin embargo ni antagonizaban al asignar al mandatario petista un rotundo volumen de popularidad mayoritaria ni titubeaban al cuantificar los apoyos esos apoyos registrados en los sondeos en una proporción tan abrumadora como el 82 por ciento.

Una magnitud de peso y masa sin precedente nacional ni parangón hemisférico para un presidente saliente al que la Constitución y la legislación electoral colocaban en la cuenta regresiva para abandonar la sede de gobierno y esperar cuatro años antes de poder candidatearse nuevamente.

El primer ciudadano pasaba a ser el último. O peor, a no ser ya más ciudadano. Estaba privado de sus derechos políticos pasivos. Podía votar, pero no ser votado. Fuera de juego. No podía esta vez ganar o perder. No había re-re en elecciones multipartidarias y competitivas cada vez que el calendario electoral determinara que había llegado la hora de renovación de mandatos cumplidos o por cumplirse. 

En el PT no se votaron internas o primarias, y Lula, en el vértice o cumbre de la conducción partidaria, propuso a Dilma Rousseff, interiorizada del Ejecutivo de Brasilia por haberse desempeñado en el Gabinete de Ministros a plena satisfacción del Presidente, como candidata oficialista para las elecciones de 2010. El PT ganó, y volvió a ganar Dilma un segundo mandato en las presidenciales de 2014.

Abandonada por Michel Temer, su vice, quien se pasó a la oposición, Dilma fue acusada y condenada en un impeachment (juicio político) impulsado por la mayoría legislativa de derecha en el Congreso federal. Cuando en 2016 la presidenta petista fue así exonerada de su cargo, a su segundo mandato anticipadamente trunco todavía faltaban dos años para completarse. 

Desde que el PT venció a Jair Bolsonaro en el balotaje del último domingo de octubre de 2022, Lula buscaba, para Dilma, un cargo de alto perfil e inequívoca y decorosa dignidad institucional. Cuanto más lejos de Brasil, mejor. La encontró. Casi imposible más lejos. En el otro extremo del globo, en Shanghai, China. Dilma Rousseff está al frente del Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica).

7. Según Biden, Putin es un genocida...

Dicen que dice el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador: “Aunque salga el tema, de los gringos nunca hablar en público”.

Cuando sale el tema, el presidente norteamericano Joe Biden es menos tímido o pudoroso con su tartamudez, oficialmente superada, que era el ex precandidato presidencial argentino Wado de Pedro con la suya propia.

El segundo inquilino católico en la historia de la Casa Blanca (el primero, también de familia irlandesa, fue el asesinado JFK) no vacila antes de hablar (muy mal) en público de sus propios gringos, los rusos y los chinos. Especialmente, en aquellas oportunidades cuando el ex senador demócrata octogenario apuesta a que palabras fuertes ganan apoyos más fuertes. Ya está en campaña. En el horizonte no hay hoy para Biden imán más poderoso que las elecciones presidenciales de noviembre de 2024, cuando el presidente y candidato demócrata disputará (en apariencia contra el mismo rival al que se la arrebató en 2020, el republicano Donald Trump) una reelección que le aseguraría un mandato más, su permanencia en Washington por otros cuatro años, manteniendo su residencia en el mismo domicilio de la avenida Pensilvania.

Buscando apoyos republicanos en un Congreso adverso, Biden, con alas de halcón, con vuelo de Capitán América, ya había apelado al elevado sentimentalismo patriótico compartido, antirruso y anti rojo (y antes anticomunista). Y a la vez, buscaba recuperar protagonismo europeo, alienado al país Líder del Mundo Libre desde la presidencia de su antecesor. Trece meses atrás, desde la muy conservadora, muy católica, muy anticomunista, muy antirrusa Polonia, el gobernante de la Casa Blanca, en un encendido discurso en la fría primavera de Varsovia, había tratado a su par del Kremlin de criminal de guerra, de autor o instigador o encubridor de delitos de lesa humanidad, más odiosos porque su víctima, indefensa, masiva, había sido la infancia ucraniana.

8. ...y Xi Jinping un dictador

Si Putin es un genocida, con él ni se negocia ni siquiera se dialoga. Como a Hitler, hay que derrotarlo. O al menos contenerlo. Pero ya se ha colocado Biden en una posición difícilmente reversible, un obstáculo para futuros pactos -para llegar a firmarlos, y mucho más para confiar en el respeto recíproco aun de las más sobrias obligaciones o limitaciones convenidas. 

En la semana, en un evento organizado en California para pródigos donantes a la campaña demócrata de su reelección presidencial, Biden quiso mostrar ante el convivio de millonarios y alhajados comensales progresistas reunido en un suburbio de San Francisco, que a su administración no se le escapaban esas reacciones íntimas de la esfera doméstica de la dirigencia china, esos datos de que cuyo conocimiento y atención depende el saber cómo hacer ver, o simular, conveniente simpatía y empatía. Contó que el primer sentimiento que había invadido y sonrojado al presidente Xi Jinping al enterarse de que el Pentágono derribó en cielo norteamericano un globo espía chino había sido la vergüenza, porque las FFAA de la República Popular no le habían informado de antemano del plan de vuelo del curioso artefacto aéreo.

Biden nada dijo acerca de cómo había accedido a la interioridad del entorno burocrático de Xi ni a la conciencia del Secretario General del Partido Comunista Chino. Tampoco detalló cuántos millones de dólares costó a la Defensa norteamericana derribar el globo espía, cuya presencia sólo había sido detectada una vez que hubiera cruzado las fronteras sin enfrentar barrera para avanzar ni freno para espiar e informar. En cambio, a la anécdota circunstanciada y al episodio específico del making of de las relaciones de Pekín con Washington, añadió una reflexión general, con el fin esta vez de mostrar su añosa familiaridad de estadista profesional con estas situaciones, que él entonces en nada lo sorprendían: “para un dictador, siempre es muy embarazoso ese momento en que queda al descubierto su ignorancia de algún acontecimiento”

Desde el episodio del globo espía, China y EEUU interrumpieron su comunicación en temas militares, de Seguridad y de Defensa. Más lejano parece ahora el día en que se restauren. A la campechana fábula y a la canchera moraleja tramadas por de Biden en su banquete californiano a la pesca de cheques gruesos, Pekín las encontró “riesgosamente provocativas”. Y a la vez, o sobre todo, fabulaciones innecesarias y “extremadamente absurdas”. 

9. Para el soltero Narendra Modi, Washington DC era una fiesta inolvidable

Como el protagonista de la película La fiesta inolvidable, el premier indio Narendra Modi, de 72 años, está soltero. Este polítíco nacionalista fundamentalista del partido religioso BJP, muy hinduista y bastante islamófobo, hace campaña acompañado de su vaca y de su madre. De joven sus padres le habían arreglado un matrimonio forzoso, pero marido y mujer, unidos sin consultar la voluntad, se separaron después, de muy buena voluntad y de mutuo acuerdo de ella y de él y de nadie más. Modi tiene una aprobación popular, sin oscilaciones estacionales mayores. Según The Economist, el premier hindú es el jefe de gobierno más popular del mundo

En un país heteronormativo de familias numerosas donde la corrupción es ubicua, endémica, insolente y creciente (la corrupción de uno termina donde empieza la corrupción de otro), un líder político creyente, practicante, espiritual, politeísta pero ni siquiera monogámico es visto con buenos ojos. Por fuerza, la vida de soltero le cierra, a todo funcionario, el ramal familiar de la corrupción pública. No habrá a su lado, en su lecho, esposa, no estarán en el umbral de la cámara nupcial hijas casaderas, no estarán esperando en la sala nueras, cuñadas, suegras rogándole, pidiéndole, recordándole, exigiéndole que esté a la altura de los tiempos, que ahora que es importante la generosidad con la familia no es una virtud, es un deber: el de subsanar, reparar, compensar tantas privaciones tantos años sufridas.

En la Casa Blanca, el entorno presidencial de la administración demócrata reflexionaba sobre el septuagenario Modi y el octogenario Biden, sentando mentalmente y alternativamente a uno y a otro en el Salón Oval. Biden cuadraba, Modi no, y no por el exotismo oriental hindú, es un político profesional anglófono que podría sentarse en el Capitolio. Por otra razón, comentaban: nunca un soltero podría presidir EEUU. Porque nunca sería el preferido por el electorado como su candidato, el que hicieran suyo dilecto, el que querrían ver ganar una elección presidencial, y ver mudado e instalado en la Casa Blanca.

(El autor de la Newsletter El  es azul como una tampoco es soltero; no sabe qué responder a una aguda pregunta de su cónyuge: “Que Javier Milei haga vida de soltero, ¿será determinante de su baja capacidad de victoria, antes de arrastrarlo a la derrota en las presidenciales argentinas de octubre?”).

Con 1400 millones de habitantes, la India es el país más poblado de la tierra. Antes, se decía en Washington que esta República que hasta 1947 fue colonia del Imperio Británico era “la democracia más grande del mundo”, midiendo solamente el largo y grosor del padrón electoral. Para la Casa Blanca, había dejado de ser una democracia, y Modi se había vuelto dictador cuando miró con indiferencia, sin intervenir, y después acaso con interés, por televisión en casa de su madre, matanzas y saqueos en barrios islámicos (en la India, donde hasta las minorías son millonarias, viven unos dos centenares de millones de musulmanes). El soberanismo hindú crece, la represión y el monopolio del poder, de la violencia, del control de la información y los medios, también. Pero si Xi es ahora dictador, Modi debe dejar de serlo. Un autócrata más, en Pekín; uno menos, en Nueva Delhi.

La administración Biden, el empresariado, Wall Street, Silicon Valley, EEUU quiere que el elefante indio sea todo lo que fue el dragón chino. El socio comercial y económico por excelencia en los treinta años de gloria bastarda de la globalización, las tres décadas recorridas desde la Caída del Muro y la disolución de la URSS hasta la pandemia de Covid-19 y la guerra e Ucrania.

El personaje que interpretaba Peter Sellers había sido invitado por error, por una confusión secretarial, a su fiesta inolvidable. Precursor del Mr Bean de la británica Mr Bean y del Apu Nahasapeemapetilon que repite 'Thank you, come again' en la norteamericana y animada The Simpsons, también de los 90s, en el film de 1968 dirigido por Blake Edwards y musicalizado por Henry Mancini, el poscolonial Hrundi V. Bakshi era un oriental extraño que hablaba inglés con acento florido y que miraba con fascinación a una multitud que ocasionalmente lo miraba con curiosidad: flower children en eclosión, old beauties en refacción, chicas descocadas sin maldad, lujo californiano descalzo en el jardín, piscina sin David Hockney pero con circense elefante Dumbo.

En Washington DC, Modi miraba con ocasional curiosidad a unos dueños de casa que lo miraban con fascinación, y ansiedad. No había sido invitado por error. No: la fiesta era para él. Los organizadores no saben si será inolvidable. Son sinceros: no le están arreglando un matrimonio de amor. Le están proponiendo un matrimonio de conveniencia. Pero Modi, de eso, también sabe. 

10. Rusia, imperialismo, monopolio del poder político, oligopolio de la violencia armada 

Nunca el zarismo ni el comunismo vivieron la súbita pérdida de posición global unida a la disminución territorial que son una herencia de la Caída del Muro de Berlín en 1989 y la disolución de la URSS en 1991.

Un nuevo Iván el Terrible, un nuevo Stalin. Como a Iván con sus boyardos, como a Stalin con sus purgas y su Trotsky, a Putin le ha llegado la hora de las reyertas. 

Vista de más cerca, con mayor detalle analítico, a aquella calificación sumaria de 'imperialismo' podría reconocérsele un mérito descriptivo. Internas fatales, pero no necesariamente cataclísmicas, las guerras civiles. Descontadas conspiraciones, sublevaciones, reyertas, sangre derramada que no será negociada, queda la pregunta, sobre qué es más conveniente, para un Imperio, si el monopolio o el oligopolio del ejercicio de la violencia del Estado. 

AGB

Para el papa Francisco, la paz es la paz es la paz.También para el presidente Lula. De El mundo azul como una naranja, que es nombre de esta Newsletter de Política Internacional nuevamente semanal y de los jueves de elDiarioAR.com, y que este primer día de invierno consumado, se detendrá en sus díez estaciones alguna paz que sea paz que sea paz.

1. Sueños de una tarde de verano vaticano