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Cuando oscurece

8 de diciembre de 2022 10:41 h

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El film Cuando oscureceestrenado la última semana de noviembre en el Incaa Km0, une la infancia, la paternidad, la maternidad, la separación, las vétero familias, las neo familias, el mal, el bien, el sur, el frío, la naturaleza, el bosque, la cárcel, las tinieblas, el Estado, la ausencia del Estado, el mapa, el territorio, la demografía disoluta y un final tan esperado como inesperado, tan adelantado de antemano fotograma a fotograma como en apariencia abolido palabra por palabra en esos intercambios verbalmente truncos que sólo por claudicación terminológica llamaríamos ‘diálogo’ entre padre (Pedro Malinverno, en sus 40 años, interpretado por el barbado uruguayo César Troncoso) e hija (Flor, de 7 años, interpretada por Matilde Creimer Chiabrando) siempre en viaje hasta el fin de la noche y hasta una postrera sombra que sin embargo no se lleva consigo el blanco día.

Autores y fautores de la Newsletter Semanal de Política Internacional de elDiarioAR que lleva el cromático, poético y, hay que admitirlo, pretencioso título El mundo es azul como una naranja (según nos escribe boliviano Fernando Molina desde La Paz), que este primer día del mes final de 2022 les llega aquí y así, ¿será por deformación profesional extrema si en el último film que escribió y dirigió Nestor Mazzini nos hemos encontrado con tanto íconos, signos y símbolos de estos tan pocos últimos días de noviembre, cuando China se despierta enferma de noche en una ola de frío nivoso que renueva en alerta naranja y cuando en una suerte de ficción quincuagenaria y retaliatoria bajo el oscuro sol del Mundial de Qatar la tetracampeona Alemania está fuera de la Copa y Japón ha vencido a la España matadora de alemanes?  

1. La Colmena Popular, o ¿qué más quiere el socialismo obrero bien entendido que una abeja reina esencial e invisible?

Hay momentos de arcádicas y engañosas calma y tensión en Cuando oscurece en el no siempre ordenado progreso de Pedro Malinverno en su alevoso turismo rural que le escapa a las ciudades pero llega al borde de las trampas, el secuestro, el crimen y la pérdida. Su hija es la protagonista del tercer film de Néstor Mazzini. En la trama, Flor tiene 7 años. Nos parece venida del teatro simbolista o de la literatura entomológica pero socialista del Premio Nobel belga Maurice Maeterlinck. En una escena luminosa la niña le pregunta a un veterano apicultor amateur por esas que integran la clase trabajadora en las colmenas, esas repúblicas comunistas que son monarquías no tan encubiertas. Le responden que hay dos subclases de obreras. Una que busca el néctar, una que fabrica la miel: las dos dependen de las flores.

El presidente chino Xi Jinping es a título personal el hombre más poderoso del Mundo, que este otoño en Pekín obtuvo del XX Congreso del Partido Comunista una muy personal reforma favorable de la Constitución para así dotarse de un tercer quinquenio sucesivo de gobierno personal. En la República Popular China, sin embargo, este invierno no le ha sido bueno a su muy poco encubierto Monarca. Los últimos días del tardío noviembre se revelaron como los más fértiles en contagios de Covid-19 en dos años, los más fríos en diez años, y los más impopulares para el expectante poder central desde la primavera de 1989 y las lejanas protestas estudiantiles suprimidas en la pekinesa plaza de Tienanmen.

 

2. China está toda dividida en tres causas y una sola protesta verdadera

Si a las autoridades chinas preocupan pero no sorprenden unas protestas sociales urbanas nocturnas que asombran pero no atemorizan a Occidente, se debe a una nítida distinción que operan, y que a sus ojos nada oscurece o enturbia. Pekín distingue tres ámbitos conexos en la fuente de los reclamos, donde los problemas más visibles y novedosos son a la vez los más gestionables y menos explosivos. 

Hay la ocasión de los levantamientos de noviembre: un incendio letal que no se pudo apagar a tiempo por culpa de los cerrojos perfectos de los mecanismos policiacos de cuarentena. Que protegieron a las víctimas de la voracidad del coronavirus pero no del fuego que las mató.

Hay la causa general, en un análisis de alcance intermedio, de los reclamos ahora tan audibles -un motivo que se halló oportuna y violentamente justificado por este siniestro mortal-: el cansancio ciudadano con la política pekinesa Cero Covid. Teoría y praxis que el presidente Xi Jinping encomia como creación a un tiempo nacional, popular, comunista y personalísima. La República china continental vive las cuarentenas más severas del mundo desde antes que se volviera pandemia esta epidemia nacional y popular brotada de los mercados retro de animales exóticos en pie de la rica, tecnológica, arcaizante, patriótica, mediterránea ciudad de Wuhan. 

En tercer y último lugar, o primero y principal, hay causas de larga duración. Anteriores, subyacentes y segundas a ningunas otras en su virulento protagonismo, y a cuyos animosos protagonistas ahora reanimados resulta imposible inducir a autoengaños. Es el desempleo de los jóvenes con título universitario.

 

3. Tasas con crecimiento chino, u obreros y estudiantes, desunidos adelante

Con la guerra ucraniana del aliado ruso en el escenario internacional, y la política presidencial de cuarentenas en la escena nacional, menos empleos habrá en proporción para cada Diploma Made in China. En cambio, el desempleo sigue del 8% entre menores de 26 años que sólo completaron el secundario. Y entre quienes sólo han completado la escuela primaria, desciende al 4 por ciento.  

En el verano de 2023, habrá en la República Popular 12 millones de graduaciones universitarias más. Hoy una de cada cuatro personas diplomadas no tiene trabajo al año de recibirse. La mayoría esperará años antes de descubrir un empleo. Aquel en el que desemboque esta minoría que abandona el desempleo, será retribuido por debajo de las expectativas. De las propias y de las de sus familias, que se preguntarán por el sentido de los sacrificios que han hecho durante años. Antes, los esfuerzos para ingresar, cursar, y egresar título habilitante en mano de las universidades. Después, los sufrimientos al transitar calvarios de meses y aun años de Gólgotas sin nunca un Sábado de Gloria en Job Fairs estilo norteamericano sólo en su nombre. 

4. Dos clases trabajadoras, o hieles y mieles de Pekín y Shanghai

Las empresas más importantes, de mayor renombre, aquellas que asociamos con China como mayor potencia económica del mundo en lid con EEUU, son las ausentes con aviso de las Job Fairs. Donde pululan las oportunidades laborales dudosas, las ilusiones perdidas que nunca fueron gran esperanza. Puestos de vendedores en el sector inmobiliario: aquel cuyas bancarrotas están costando más dinero al Estado chino del que nunca pensó, porque siempre creyó que crisis y burbujas inmobiliarias eran propias de países y ciudadanías occidentales, anti comunitaristas y escasamente inteligentes, lo uno por lo otro. O trabajos como corredores de productos financieros.  Empleos sin sueldo, sin viáticos, sin remuneración fija ninguna, pagados a comisión por las ventas firmes obtenidas. 

Hay un ejército de diplomados  a quienes llaman ‘tribu de hormigas’ y que viven en los ‘hormigueros’ de Pekín y Shanghai. Barriadas elevadas de apuro en las periferias de las megalópolis enormes: el conurbano pekinés tiene la misma superficie que el reino de Bélgica. Las condiciones de empleo, la retribución monetaria, y las condiciones de vida de estos universitarios diplomados poco difieren de las de la masa migrante campesina, el éxodo rural que vino a trabajar como obreros en la fábrica.

5. La casta, o ¿dónde habrá sido que pertenecer no tiene sus privilegios?

“Ved en trono a la noble Igualdad”, canta el Himno Nacional argentino. ‘Conectar Igualdad’ se llamó, sin modestias fingidas, un programa social oficial de la ‘década ganada’ kirchnerista. En el siglo XXI, de los tres ideales en el lema de la Revolución Francesa, sobre ninguno parece haber un consenso internacional más unánime que sobre la Igualdad. Libertad suena en las bocas y voces neoliberales, Fraternidad resuena a consanguinidad, y a racismo.

A la Igualdad, los extremos la tocan. O ambos la consideran, con tácito acuerdo, intangible. Se ha observado varias veces, no es posible enfatizar que muchas, ni siquiera repetidas, que ni Bolsonaro ni Lula discutieron sobre la desigualdad en sus campañas presidenciales que buscaban la primera reelección en el caso del actual presidente brasileño y la tercera en el del candidato petista.

El igualitarismo abstracto, la igualdad pareja en ropas, viviendas, raciones, política de único hijo, había sido un reproche (a veces elogio) dirigido a China desde 1949. La palabra maoísmo, la figura de Mao y sus lugartenientes, evocan esa indistinción de grisalla, bicicletas y medianía. El cuello mao, ese cuello sin cuello, de camisas y blusas, pudo gustar en Occidente como variación estilística introducida en la moda y después en el hábito: en China, se sabía, era invariante y emblema de la renuncia a lo superfluo. La igualdad sigue siendo para Xi Jinping un logro del pasado, un hecho consumado, según sus discursos. A veces, los hechos desmienten ese discurso. Cada vez hay mayores desigualdades, en especial en la clase graduada de las Universidades. Cuando los hijos de los ricos se reciben en la Universidad, recomendados por el Partido Comunista (los más ricos ciudadanos son los ciudadanos más comunistas, en China), encuentran empleo bien remunerado.

6. Rebeldía producida por la máquina de frenar revoluciones, o no hay mal que por bien no venga

Más que su número, que ninguna localidad llega a más de un millar por vez, en las protestas de estas semanas en China admira la visibilidad y audacia de las manifestaciones y de las consignas, que van más allá de pedir el fin de la cuarentena y reclaman la renuncia del presidente que se dotó de re-re. Los protagonistas de primera fila son universitarios. La ironía por detrás de esta figuración es que la sobreabundancia de títulos universitarios tiene un origen político reconocido y directo en una estrategia del Partido Comunista dirigida específicamente a prevenir las protestas juveniles. La misma que vivieron en 2011 muchas naciones norafricanas o medio orientales durante las llamadas ‘primaveras árabes’.

En la crisis de 1997, el Sudeste asiático sufrió el derrumbe de sus economías industrializadas y exportadoras golpeadas por las caídas de las Bolsas, las fugas de capitales, la devaluación de sus monedas. China limitó los daños por el dirigismo estatal, el control de la economía, las restricciones al movimiento de capitales, aunque padeció como el resto de los ‘tigres’ el desplome de sus exportaciones.

Pekín vio caer o tambalear a varios gobiernos regionales impotentes para controlar manifestaciones ciudadanas en las calles y plazas públicas. En Indonesia, el sólido gobierno autoritario del presidente Suharto, que había liderado por décadas un próspero capitalismo de amigos (crony capitalism) con el respaldo de EEUU, de las FFAA y de un partido político monopólico del poder y del voto, no resistió a una oposición organizada que se manifestó sin pausa para reclamar la renuncia de este gobernante antes incontestado o incontestable. Líderes del este buen éxito revolucionario habían sido estudiantes excluidos o caídos del sistema universitario.

En 1999, las inscripciones universitarias aumentaron un 40% en China. Y en 2000, eran el doble que en 1998. China temía ser la próxima Indonesia. Quería que su juventud, en las Universidades, pensara en estudiar. Que no protestara a la salida del colegio secundario. Lo hizo más tarde.

7. Gales, o nada mejor que un escenario internacional y capital para un proyecto nacional y popular

“Es más importante ser reconocido por la FIFA que por la ONU”, decía el emir Al Thani de Qatar, que abdicó en 2013 a favor de su hijo también Al Thani, actual gobernante del emirato. Como los cuatro reinos que forman el Reino Unido, Gales compite independientemente en una serie de deportes. No está en la ONU: sí en la FIFA. No participaba de un Mundial de Fútbol desde Suecia 1958. Su participación en Qatar 2022, primero empatando con EEUU, y después cayendo ante el más acérrimo rival, Inglaterra, no estuvo a la altura de las expectativas deportivas. Pero no debajo de las políticas. 

La historia del lugar de Gales ganado (y perdido) en el Mundial de Qatar 2022 es inseparable de su propio derrotero como nación sin Estado. “La elevación de Gales como fuerza en el fútbol europeo a lo largo del último decenio coincidió con el surgimiento de una nación que se sobreponía a décadas si no siglos de supresión política y cultural, en buena parte autoinfligido”, escribió David Sheinin en The Washington Post. Las dos tendencias parecían así intercambiables. Mientras que los éxitos deportivos de la Selección encarnaban los nuevos triunfos del nacionalismo galés, el hambre de la ciudadanía por afirmación y ratificación exterior de la esencia única de la 'Welshness' se envolvía más y más en las camisetas de una docena de jugadores de fútbol.

8. Dos Ecuadores vencidos, y uno vencedor 

Derrotado por el Senegal de Aliou Cissé, la suya fue la primera Selección nacional sudamericana en quedar fuera de la Copa del Mundial de Fútbol masculino 2022, Pero no sólo esta noticia sacude en la alta capital Quito o en el puerto pacífico de Guayaquil o en las sierras, selvas y valles al país andino de la línea que marca el promedio del Mundo. Además del Ecuador del ahora titubeante DT argentino Gustavo Alfaro que jugó y perdió en Qatar existe el Ecuador nativo o residente in situ del ex banquero cristiano y presidente centrista Guillermo Lasso y de la Asamblea Nacional unicameral, de mayorías correístas y etno-ecologistas y por tanto opositoras. Que acaban de votar una decisión mayor cuyas consecuencias serán materia prima básica de la existencia política actual y futura del país: la Ley Derogatoria a la “Ley de Desarrollo Económico y Sostenibilidad Fiscal tras la pandemia de Covid-19” del oficialismo, al cumplirse un año de su vigencia. Según ha anticipado el ministro de Economía y Finanzas ecuatoriano, Pablo Arosemena Marriott, el presidente Lasso vetará la Ley de Derogación 2022 a su Ley de 2021.

Y sin pausa, pero con prisa, también lo comunicó Arosemena al FMI. El Ministro apuntó que, aunque en el Ejecutivo cuenta con un plazo de 30 días para el veto, era importante y conveniente no postergar una explicación de la situación ante el FMI: “Ellos nos apoyan con recursos al 2 % de interés, cuando para colocar bonos soberanos hoy tendremos que hacerlo casi que al 20 por ciento”. Aseguró que Ecuador tiene con el FMI “una relación muy fluida” e interesa “tener la información clara”. Así explicó su explicación, esta vez a los medios, Pablo Arosemena Marriott, educado en la Harvard Kennedy School, segundo titular de la cartera de Economía y Finanzas en la breve historia del gabinete ministerial de la administración Lasso, y ex primer director general del think-tank liberal Ecuador Libre.

9. Lula, Bolsonaro y Brasil, o no aclares que oscurece  

Lo primero que hay que decir es que no habrá Golpe de Estado. No habrá ruptura violenta de la institucionalidad brasileña. La democracia brasileña no corre (ese) peligro. Ni un golpe a la antigua, con tanques en las calles (como en Brasil en 1964, en Argentina en 1966, en Chile en 1973). Ni una renuncia presidencial arrancada bajo la amenaza del uso de una fuerza irreprimible (como en Argentina en 1962, en Bolivia en 2019).

Lo segundo que conviene añadir es que la gravedad del peligro para la democracia no se mide según esa escala. El golpismo brasileño actual no busca el derrocamiento directo del presidente electo Luiz Inácio Lula de Silva. Pero la sola invocación del Golpe como vía legítima para que el pueblo bolsonarista recupere el poder que le fue 'birlado' por las élites 'anti-pueblo´ del PT es instrumento eficaz para rehusar toda legitimidad al mandato electoral del presidente electo Luiz Inácio Lula da Silva.

El vicepresidente de Brasil, general retirado del Ejército y senador electo por Rio Grande do Sul, Hamilton Mourão, garantizó el martes la disposición del oficialismo para llevar adelante el proceso de transición del Gobierno de Jair Bolsonaro hacia la asunción en Brasilia, el 1° de enero, del presidente electo, Luiz Inácio Lula da Silva.

El presidente aun en ejercicio, Jair Messias Bolsonaro, condenó la violencia de los manifestantes negacionistas de la victoria petista, elogió a quienes se manifiestan en las calles, aun delante de las puertas de cuarteles, por sus ideas, reivindicó el derecho absoluto a la libre expresión, y junto a su partido, el Partido Liberal (PL), hizo una presentación ante el Tribunal Superior Electoral (TSE) pidiendo explicaciones por anomalías en varios centenares de miles de votos.

Ni Bolsonaro, que busca constituirse en jefe de la oposición, ni mucho menos el presidente del PL, Valdemar Costa Neto, que conoce muy bien a la Justicia de Brasilia, creen en la viabilidad del pedido de impugnación. Y aun impugnados los votos denunciados, es dudoso que la diferencia revirtiera el triunfo de Lula. Pero la denegación era necesaria para estar a la altura del escándalo del resultado de la segunda vuelta presidencial, que sólo así pueden explicar a su base más dura. El presidente del TSE, Alexandre de Moraes, rechazó de plano el pedido del PL y aplicó una multa de 22.991.544,60 reales al Partido por litigar de mala fe.

Para Bolsonaro, el enemigo exterior, el “comunismo”, tiene representantes internos. La respuesta del TSE demuestra, a sus ojos, que no se puede confiar en las instituciones: al contrario, hay que sospechar sistemáticamente de ellas, porque fueron capturadas por esa minoría elitista y antipopular que Moraes representa. En su discurso antisistémico, Bolsonaro representa la voluntad del pueblo, que lo elige por una aclamación que el voto refleja, pero ni funda ni establece. Entre Bolsonaro y el pueblo, la comunicación es directa, en los dos sentidos. Nada podrán, dice, las interferencias artificiales de la Justicia, electoral, tribunalicia.

El mayor éxito político de Bolsonaro fue el de fidelizar una sección importante del electorado antisistema. Este ex capitán del Ejército fue durante 19 años diputado federal, eficaz para la intriga en Brasilia y para ganar en Río de Janeiro una reelección tras otra a su banca. Llamarlo genocida, fascista, golpista, ignorante, equivale a despolitizarlo. Y a desconocer sus méritos tácticos y estratégicos. Acaso la tercera presidencia de Lula deba enfrentar el proceso de un cambio de objetivo. Si Bolsonaro se propone trasmutar una oposición que es antisistema, y por lo tanto, no necesariamente antidemocrática, en una oposición a la democracia como tal.

10. Que lo pague la noche

Como en la literatura del poeta paceño Jaime Saenz, como en la música del grupo platense Virus, en el cine de Néstor Mazzini la noche es atmósfera preferente y envolvente y el cuerpo único instrumento a mano para atravesarla y formarse una idea del mundo. En 36 horas de cualquier día astronómico, como en el anterior film 36 horas (2021) del tríptico Autoengaño que ha construido Mazzini, siempre habrá o hay más sombras que luces. En Que lo pague la noche (2007), el protagonista Esteche pierde a su novia Fiorella (Florcita) o ella lo pierde un par de horas después de que un cura católico los casa al aire libre entre la ruta y las torres de Lugano I y II. Esponsales bucólicos  sobre el pasto, junto a la parra y la parrilla de cemento y la mesa endeble del banquete nupcial. Breve el latido de los corazones eglógicos y sencillos: es diciembre de 2001, la primavera tardía se volverá invierno e infierno. Al rato veremos en la pantalla al estival Esteche ahora zombie sonámbulo en la selva oscura del Delta con su fantasmática cónyuge alienada ‘Florcita’, como en Cuando oscurece vemos a Pedro Malinverno extraviarse alucinado de todas las líneas rectas en el áspero bosque austral tras la huella de su hija Flor.

Los fuegos fatuos pero quemantes de las imágenes finales de Que lo pague la noche, medran en una oscuridad y opacidad nocturna que no apaga los incendios que enciende. Los atiza o, como en un asado, los reserva, haciendo a un lado brasa y rescoldo calientes, se vieron esta semana en las protestas nictálopes de la República Popular China y la República Islámica de Irán, en las celebraciones de triunfos en el juego de gavilanes nocturnos deportivos, abstemios por fuerza en Qatar.

Al igual que los gavilanes nocturnos de Edward Hopper, los cuerpos de los hinchas que festejan a su Selección respetan la interdicción del anfitrión mundialista árabe, y no se tocan. A diferencia del personal del pintor norteamericano y del poeta narrador boliviano, también acatan una interdicción islámica más, y no beben alcohol.

En China las autoridades monopólicas y comunistas anunciarán el levantamiento de las severidades más vistosas de los confinamientos anti-covid, en Irán las autoridades republicanas y shiitas abolirán la Policía de las Costumbres que torturaba a las mujeres que les parecía que portaban mal el velo, en Qatar cada vez se habla menos de boicot y cada vez se habla más de fútbol, confort sunita, buena organización opulenta, dispendioso aire acondicionado en el Mundial 2022 del primer exportador mundial de gas licuado y primer emisor mundial de dióxido de carbono gaseoso.

Todos los fuegos el fuego: de los octavos se pasará a los cuartos, a las semifinales, y en la final una masculina Selección nacional ganará la Copa de la FIFA. De todos los hechos de las semanas venideras, será el más inequívoco en sus motivos , y el menos efímero por su sentido y duración, y así quedará asentado en el registro del Ángel de la Historia.

AGB

El film Cuando oscureceestrenado la última semana de noviembre en el Incaa Km0, une la infancia, la paternidad, la maternidad, la separación, las vétero familias, las neo familias, el mal, el bien, el sur, el frío, la naturaleza, el bosque, la cárcel, las tinieblas, el Estado, la ausencia del Estado, el mapa, el territorio, la demografía disoluta y un final tan esperado como inesperado, tan adelantado de antemano fotograma a fotograma como en apariencia abolido palabra por palabra en esos intercambios verbalmente truncos que sólo por claudicación terminológica llamaríamos ‘diálogo’ entre padre (Pedro Malinverno, en sus 40 años, interpretado por el barbado uruguayo César Troncoso) e hija (Flor, de 7 años, interpretada por Matilde Creimer Chiabrando) siempre en viaje hasta el fin de la noche y hasta una postrera sombra que sin embargo no se lleva consigo el blanco día.

Autores y fautores de la Newsletter Semanal de Política Internacional de elDiarioAR que lleva el cromático, poético y, hay que admitirlo, pretencioso título El mundo es azul como una naranja (según nos escribe boliviano Fernando Molina desde La Paz), que este primer día del mes final de 2022 les llega aquí y así, ¿será por deformación profesional extrema si en el último film que escribió y dirigió Nestor Mazzini nos hemos encontrado con tanto íconos, signos y símbolos de estos tan pocos últimos días de noviembre, cuando China se despierta enferma de noche en una ola de frío nivoso que renueva en alerta naranja y cuando en una suerte de ficción quincuagenaria y retaliatoria bajo el oscuro sol del Mundial de Qatar la tetracampeona Alemania está fuera de la Copa y Japón ha vencido a la España matadora de alemanes?