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En Brasil, salones de belleza y barberías luchan contra la violencia doméstica
En 2017, se reportaron más de 68.000 casos de violencia doméstica en Brasil. La punta del iceberg cuando se considera que, según la ONU, solo el 10% de las víctimas de violencia doméstica a nivel global presentan denuncias policiales. Ese mismo año, el departamento de justicia del estado centro-occidental brasileño de Mato Grosso do Sul lanzó una acción sin precedentes para luchar contra la violencia de género. Se trata del programa Mãos Empenhadas Contra a Violência (Manos comprometidas contra la violencia), que capacita a profesionales de salones de belleza para identificar signos de abuso en sus clientas y alentarlas tanto a denunciar el delito como a pedir ayuda. Ya se han formado 272 esteticistas en la ciudad de Campo Grande a través de esta iniciativa, que se ha expandido a otras siete ciudades en seis estados brasileños y está siendo implementada por primera vez en barberías.
“Es otro tipo de conversación, esta vez destinada a los hombres”, dice la jueza Jacqueline Machado, fundadora del programa. Si el objetivo en los salones de mujeres es ayudar a las víctimas, el objetivo en las barberías es prevenir que la violencia ocurra en primer lugar, llevando la conversación a quienes puedan estar cometiendo abusos. Las dos primeras formaciones para los trabajadores de las barberías se llevaron a cabo en línea durante la segunda mitad de 2020 debido a la pandemia, que provocó un aumento del 431% en los casos de violencia doméstica reportados en las redes sociales durante el confinamiento, y un aumento del 2% en los feminicidios en mitad del año pasado (en comparación con el mismo período de 2019), según el Foro Brasileño de Seguridad Pública.
En un país que ocupa el quinto lugar feminicidios en el mundo, en donde alrededor del 40% de las víctimas mueren a manos de familiares o personas con las que tenían una relación íntima, “los hombres a menudo temen que puedan ser acusados ââinjustamente de abuso”, dice uno de los folletos del programa utilizado para enseñar al personal de las barberías sobre el feminismo y el ciclo de la violencia contra la mujer. “No saben que ciertos comportamientos se consideran violencia”.
Es por eso que la iniciativa busca enseñar a estos profesionales sobre los orígenes del sexismo y cómo éstos afectan a los hombres, y desenmascarar ciertos mitos comunes sobre leyes destinadas a proteger a las mujeres del abuso, como la Ley Maria da Penha. Promulgada en 2006, dicha ley estableció tribunales especiales y sentencias más estrictas para los abusadores, así como iniciativas de prevención y asistencia en ciudades de más de 60.000 habitantes, tales como refugios para víctimas. De esta manera, los propios barberos pueden enseñar lo mismo a sus clientes.
Renan Silveira, quien trabaja en una barbería llamada “Barbería Campo Grande”, participó en la segunda capacitación del programa orientado a hombres. “Nos invitaron a participar, y ââpensamos que era genial llevar este tipo de información a la barbería, que a menudo puede ser un ambiente un poco 'macho'”, dice. Cree que el entrenamiento fue más fácil para los barberos que ya estaban interesados ââen esta problemática. “El contenido de las lecciones es excelente, pero creo que es mucho más fácil para quienes ya entienden un poco sobre este tema. Sería interesante tener algo simple y directo que pudiera circular en las redes sociales”.
Entender la información disponible sobre violencia doméstica es clave para que este proyecto funcione, tanto en las barberías como en los salones de belleza. “El proyecto está enfocado a la educación, porque todavía hay mujeres que piensan que si dejan a sus abusadores, van a cometer un crimen —el abandono del hogar—, que en realidad no existe”, explica Jacqueline Machado. “En el estado de Mato Grosso do Sul, la gran mayoría de las víctimas de los feminicidios cometidos en 2019 fueron mujeres que no habían buscado ayuda, no habían presentado denuncias policiales o no tenían medidas de protección. Necesitamos hacer entrar a estas mujeres en el sistema”.
Hasta ahora, dice, las manicuristas y peluqueras que participan en la iniciativa han ayudado a 63 mujeres a presentar denuncias policiales por violencia doméstica — una cifra que podría ser mucho mayor, ya que las víctimas pueden omitir mencionar el programa al presentar una denuncia. En total, los 50 salones de belleza asociados tienen el potencial de llegar a aproximadamente 22.000 clientes cada mes.
“El otro día, una de nuestras clientas empezó a llorar en el salón. La trabajadora que estaba con ella no dijo nada, solo le entregó el folleto [elaborado por el departamento de justicia de Mato Grosso do Sul en el que figura información sobre la violencia doméstica y una lista de lugares en donde las víctimas pueden solicitar ayuda] a la niña, y ella se lo llevó”, cuenta Andreia Sousa, dueña de un salón de belleza en Campo Grande. Sus diez empleadas han participado en el programa, dice, gracias al cual han podido también ayudar a una colega que comenzó a trabajar en el salón después de la capacitación a salir de una relación violenta.
Desde su lanzamiento en Mato Grosso do Sul, la iniciativa Mãos Empenhadas Contra a Violência también ha sido adoptada por los departamentos de justicia estatales de São Paulo, Piauí, Pará, Rio Grande do Sul, Paraná y Rio de Janeiro. La versión para barberías se ha replicado también en Pernambuco.
Pero el programa tiene sus limitaciones, dice la abogada feminista brasileña Isabela Del Monde. “Es preocupante que funcionarios del gobierno hayan lanzado este proyecto para ayudar a las personas”, dice, subrayando que estas iniciativas están impregnadas de buenas intenciones, pero no pueden reemplazar a políticas públicas más sólidas para mejorar la atención a las víctimas y reducir los índices de violencia. “Es hermoso salvar la vida de una mujer. Pero, ¿qué pasa con las otras tantas millones que existen?”, cuestiona. “Se necesita inversión pública para mejorar todo el sistema. La solución tiene que ser estructural”.
En 2017, se reportaron más de 68.000 casos de violencia doméstica en Brasil. La punta del iceberg cuando se considera que, según la ONU, solo el 10% de las víctimas de violencia doméstica a nivel global presentan denuncias policiales. Ese mismo año, el departamento de justicia del estado centro-occidental brasileño de Mato Grosso do Sul lanzó una acción sin precedentes para luchar contra la violencia de género. Se trata del programa Mãos Empenhadas Contra a Violência (Manos comprometidas contra la violencia), que capacita a profesionales de salones de belleza para identificar signos de abuso en sus clientas y alentarlas tanto a denunciar el delito como a pedir ayuda. Ya se han formado 272 esteticistas en la ciudad de Campo Grande a través de esta iniciativa, que se ha expandido a otras siete ciudades en seis estados brasileños y está siendo implementada por primera vez en barberías.
“Es otro tipo de conversación, esta vez destinada a los hombres”, dice la jueza Jacqueline Machado, fundadora del programa. Si el objetivo en los salones de mujeres es ayudar a las víctimas, el objetivo en las barberías es prevenir que la violencia ocurra en primer lugar, llevando la conversación a quienes puedan estar cometiendo abusos. Las dos primeras formaciones para los trabajadores de las barberías se llevaron a cabo en línea durante la segunda mitad de 2020 debido a la pandemia, que provocó un aumento del 431% en los casos de violencia doméstica reportados en las redes sociales durante el confinamiento, y un aumento del 2% en los feminicidios en mitad del año pasado (en comparación con el mismo período de 2019), según el Foro Brasileño de Seguridad Pública.