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Japón tiene una de las mejores licencias por paternidad, pero pocos la toman por el estereotipo del varón proveedor

Kenjiro Takahashi, Natsumi Nakai, Suguru Takizawa, Sawa Okabayashi y Yoshinobu Matsunaga

Asahi Shimbun (Japón) —
20 de junio de 2021 00:03 h

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La licencia por paternidad de Japón es considerada una de los mejores del mundo para las familias, ya que permite que tanto hombres como mujeres se queden en casa hasta que sus hijos cumplan un año, recibiendo entre el 50% y el 67% del salario, y puede extenderse hasta los dos años. Este sistema ocupó el primer puesto en la categoría de permisos retribuidos reservados para padres, según un informe de UNICEF de 2019, entre 41 países con modelos similares. Sin embargo, menos del 8% de los padres trabajadores del país lo solicitaron en 2019 —en comparación con el 83% de las madres trabajadoras— debido a los prejuicios que aún existen sobre este permiso.

Noboru Hosokawa, de 46 años, supervisor de una oficina de casas prefabricadas en Tokio para una empresa de construcción multinacional, al principio se opuso a disfrutar del permiso parental porque pensó que provocaría malestar entre sus compañeros. “Estaba muy ocupado con el trabajo y pensé que era imposible ausentarme”, dice. “Como manager, necesitaba mejorar las ventas y creía equivocadamente que tomar un permiso de paternidad perjudicaría mi imagen entre mis subordinados”.  

El estereotipo de los varones como sostén de la familia, de las mujeres a cargo de las tareas domésticas y de los niños sigue estando muy arraigado en Japón. Muchos hombres no saben que tomarse un descanso para participar plenamente en la crianza de sus hijos podría tener un impacto positivo en las tasas de empleo femenino y ayudar a lograr la igualdad de género — Japón ocupa el puesto 120 de 156 en el índice global sobre la brecha de género del Foro Económico Mundial de 2020. Otros tienen que enfrentarse a jefes que piensan que la prioridad de los hombres debe ser el trabajo, acusan a sus empleados de ser problemáticos cuando piden tiempo libre para cuidar de sus hijos o incluso amenazan con retrasar posibles ascensos. Aproximadamente el 70% de las casi 3.000 empresas encuestadas el verano pasado por la Cámara de Comercio e Industria de Japón y la Cámara de Comercio e Industria de Tokio todavía “se opone total o parcialmente” a un plan que exija a los empresarios que el permiso parental sea obligatorio para sus empleados varones. Pero tanto el gobierno nacional como los locales, así como algunas empresas, están tratando de cambiar esa perspectiva.  

Hace dos años, Hosokawa no solía pasar mucho tiempo con su hijo de cinco años y su hija de casi tres, excepto durante las vacaciones. Tenía que salir de casa todos los días a las 7:30 para ir trabajar y, a menudo, volvía después de las ocho de la noche, cuando los niños ya estaban durmiendo. Cuando nacieron sus hijos, Hosokawa no sabía que hogares como el suyo —con su mujer en casa todo el día— podían solicitar el permiso parental. Y cuando descubrió que podía hacerlo se mantuvo escéptico, ya que ninguno de los directores que conocía había pedido el permiso de paternidad.

Un esfuerzo integral

El punto de inflexión se produjo en 2018, cuando su empresa, Sekisui House Ltd., comenzó a animar a sus empleados con hijos menores de 3 años a tomar un permiso de paternidad de un mes o más. El presidente de la compañía, Yoshihiro Nakai, inició una reforma integral que supuso cambios graduales en el permiso paternidad, incluido el pago completo de los salarios del primer mes de baja para aliviar las posibles preocupaciones de los empleados sobre la pérdida de ingresos. En ese momento, la hija de Hosokawa estaba a punto de cumplir 3 años, pero él todavía se mostraba reacio a tomarse un descanso del trabajo. Finalmente aceptó beneficiarse del permiso parental cuando su superior y otros colegas le prometieron que se harían cargo de sus funciones y ayudarían a su equipo.

Durante su permiso, Hosokawa cocinaba, lavaba la ropa y pasaba tanto tiempo con sus hijos que hasta tuvo lumbalgia. El dolor le hizo darse cuenta de lo poco que había hecho hasta entonces con respecto a las tareas del hogar y la crianza de sus hijos. Ahora, ha vuelto al trabajo y ayuda a preparar la baja de paternidad de uno de sus compañeros mientras anima a sus colegas más jóvenes a que “aprovechen al máximo su tiempo y lo pasen con sus hijos para verlos crecer”.

El ejemplo de Gifu

La prefectura de Gifu, en el centro del país y al este de Kioto, también ha adoptado un enfoque radical para tratar de aumentar la tasa de permisos de paternidad entre sus funcionarios.

Esta prefectura tiene el índice más alto del país, según una encuesta de 2019 realizada por el Ministerio de Asuntos Internos de Japón — pero solo en los departamentos de la prefectura supervisados ​​directamente por el gobernador de Gifu. De los 93 funcionarios públicos elegibles en la prefectura, solo 48 de ellos (el 51,6%) disfrutaron del permiso de paternidad en el año fiscal 2019. Esto supone 17,1 puntos más que el año anterior (34,5%), una cifra muy por encima de la media nacional de los funcionarios del 16,8%.

“Se ha creado una atmósfera en el trabajo [en Gifu], donde disfrutar del permiso de paternidad ahora es normal”, dice un representante de la Oficina de Diversidad y Empoderamiento de la Mujer del Ministerio de Asuntos Internos. “En algunos lugares será difícil prescindir del personal por determinadas razones, pero esperamos que compartir las medidas de la prefectura de Gifu ayude a otros municipios y empresas privadas a mejorar su situación”.

Desde 2015, el gobierno de la prefectura ha obligado a los trabajadores que están esperando un bebé a presentar un ‘plan de cuidado infantil’, detallando las fechas estimadas del parto y si tomarán o no el permiso de paternidad. Si indican que no tienen previsto solicitarlo, el departamento de recursos humanos pedirá a los supervisores que ajusten los horarios de trabajo y animará a los subordinados a que dediquen tiempo libre a sus hijos.

Ahora, la prefectura de Gifu planea aumentar su tasa de permiso parental al 90%, pero aún quedan muchos desafíos por delante. Cuando se tienen en cuenta las secciones fuera de la jurisdicción directa de los gobernadores, Gifu ocupa en realidad el segundo puesto a nivel nacional, con una media del 13% entre los empleados elegibles, por detrás de la prefectura de Tottori con un 26%. La tasa en el departamento de policía de la prefectura, por ejemplo, es apenas del 5%, y la del consejo de educación del 4,9%. Las empresas privadas y los municipios de Gifu también están luchando por aumentar esta ratio.

Ejemplos como estos muestran que por muy difícil que parezca la tarea de romper con los estereotipos, en Japón están avanzando lenta pero decididamente hacia una sociedad más justa para las familias. En 2025, el gobierno central del país espera aumentar la tasa de permiso parental entre los funcionarios públicos locales y las empresas privadas hasta al menos un 30%. Algo que no solo beneficiaría a los padres trabajadores, sino que también contribuiría a reducir la brecha de género.

La licencia por paternidad de Japón es considerada una de los mejores del mundo para las familias, ya que permite que tanto hombres como mujeres se queden en casa hasta que sus hijos cumplan un año, recibiendo entre el 50% y el 67% del salario, y puede extenderse hasta los dos años. Este sistema ocupó el primer puesto en la categoría de permisos retribuidos reservados para padres, según un informe de UNICEF de 2019, entre 41 países con modelos similares. Sin embargo, menos del 8% de los padres trabajadores del país lo solicitaron en 2019 —en comparación con el 83% de las madres trabajadoras— debido a los prejuicios que aún existen sobre este permiso.