¿Qué se puede hacer en la noche previa a una final del mundo en un país que vive el fútbol como lo vivimos los argentinos? ¿Quedarse callado en modo zen sin hablar con nadie hasta que empiece el partido? ¿Ver estadísticas? ¿Estudiar al rival? ¿Especular con posibles formaciones? Cualquiera de las opciones es válida, no hay manual del hincha para una ocasión tan única. Por eso desde este espacio venimos a proponer una un poco más amable, que es dar descanso a la cabeza e ir calentando el corazón con canciones. Especialmente el corazón, el corazón sobre todo, como dice el tema de Estelares compuesto por Manuel Moretti.
Este sábado, horas antes de la final entre Argentina y Francia, Estelares cierra su año en el Teatro Gran Rex. No es la primera vez que el grupo se sube a este escenario: allí estuvieron en 2019, en lo que fue su última gran actuación en CABA antes de la pandemia y también en 2013, casi una década atrás, grabando un disco en vivo a partir del cual esa canción, El corazón sobre todo, se convirtió en un hit imbatible. La aventura de esta canción funciona como una muestra bastante representativa de lo que fue el crecimiento lento pero sostenido del grupo.
El tema fue grabado por primera vez en 1998, en Amantes Suicidas, un disco que allá en los días de los formatos físicos, por las contingencias de las compañías discográficas, se convirtió en una pieza inhallable. Conscientes del potencial que había en esa canción decidieron grabarla de nuevo en Sistema Nervioso Central, cuando ya tenían a Juanchi Bailerón a cargo de la producción y un público cada vez más grande esperando sus discos. El tema ganó muchísimo en esa nueva grabación y se convirtió en un himno, una canción de culto con la que el grupo cerraba los conciertos y la más querida por los fans de la primera hora. Pero fue a partir de esa interpretación en vivo en el Gran Rex que El corazón sobre todo se convirtió en un hit apto todo público y a la vez en una gran canción popular argentina.
Para Manuel Moretti, el Gran Rex tiene una carga simbólica adicional que lo transporta a los tiempos en que era él quien ocupaba las butacas: “Para mí, el Rex es la casa de Charly García”, confiesa. “Es el lugar donde pude ver a uno de los artistas que más me emociona de la historia del rock nacional. A mí me gustan artistas de diferentes rubros: el que más me emociona es Leonardo Favio, por las películas y también como hacedor de algunos himnos populares como Ella ya me olvido, pero Charly es la mejor representación del rock en Argentina. Como un artista más allá de todo. Más allá de Luis, de Miguel Abuelo, de Pappo, de los amigos como Fito y Andres… Cuando lo vi a Charly por primera vez me acuerdo que quedé impactado y hermosamente conmovido”.
¿Vas a ver shows de otros artistas en la actualidad?
La verdad es que ya no voy mucho a shows. En esa época en la que vi a Charly sí iba bastante: vi a Fito presentando Ey en La Plata y también vi a Prince en River esa vez que la gente se quejó porque se fue del escenario habiendo tocado poco más de una hora… y me acuerdo también de haber visto a Sumo en El Depósito ante 300 personas.
¿Te acordás de los días en que Estelares tocaba también para un público de 200 o 300 personas?
Hace poco me pasaron un video de cuando tocábamos nuestro primer disco. Es un show de una hora y media para 150 personas y yo no dejé de mirar el piso en toda la noche. Eran otras circunstancias personales, otras fragilidades, cosas que me he cansado de nombrar. Hay muchos elementos que hoy han cambiado, pero hay algo que se mantiene igual que es la emoción y la gloria de seguir escribiendo canciones. Para el último disco hice 29 canciones durante la pandemia. Era la manera de defenderme del desconcierto y el terror, escribiendo canciones. El disco anterior, Las lunas, es más familiar, es un disco feliz hecho en las mañanas, conviviendo con mi mujer y mis hijas. Ahí pude disfrutar esa felicidad escribiendo canciones. Es mi manera de relacionarme con el mundo, igual que lo era antes, cuando no podía hacer otra cosa que mirar el piso.
¿En qué momento empezaste a levantar la cabeza y disfrutar de lo que Estelares estaba generando con sus canciones?
Desde que empezamos a trabajar con Juanchi como productor en Ardimos, empecé a levantar más la cabeza del piso. Después vino Sistema Nervioso Central que fue una época de mucho viaje, muy movida, de consumos eufóricos y anestesiantes y realmente no sé para donde miraba. Pero aquel que no podía dejar de mirar al piso se empezó a retirar de a poco cerca de los 2000.
Si bien hay muchos hits en la carrera de Estelares, el crecimiento de la banda fue paulatino, muy paso a paso. ¿Qué tipo de relación fueron construyendo con el público en estos más de 25 años que llevan tocando?
El crecimiento fue paulatino pero también fueron pequeños estallidos. La gente en un momento empezó a conocer las canciones de Estelares, pero todavía no nos conocía a nosotros. Después vinieron muchísimos años de gira, en los que fuimos consolidando un audio de banda que después pasó a la sala de ensayo y a las grabaciones. Fue mejorando nuestro trabajo como intérpretes y compositores. El crecimiento fue paulatino tal vez por nuestro bajo perfil, por las elecciones que hicimos como banda.
¿Cómo es llegar al Gran Rex después de un año en el que no pararon de tocar?
Estamos en el universo post pandemia, se abrieron los corrales y salimos todos los músicos a tocar. Nosotros en los últimos diez días hicimos siete shows. Y así ha sido casi todo el año. Pero se nos cae la baba igual porque nos gusta mucho lo que estamos tocando y cómo estamos tocando. Hay gente que no vino nunca y se quedan sorprendidos del audio tan rockero de la banda. Porque al haber tenido muchos hits radiales, algunos asocian Estelares a un sonido exclusivamente pop. Eso pasa cuando la gente no escucha los discos y se queda solo con esos temas que tienen más difusión. Pero en vivo es completamente otra cosa, más cruda, más rockera, más poderosa.
En el último tiempo se te vio haciendo en paralelo al trabajo con Estelares algunas presentaciones más íntimas orientadas al tango. ¿Qué estás encontrando en ese espacio?
Desde el 2003 estamos de gira con Estelares, dentro y fuera del país. Actuamos a veces para tres mil personas o para veinte mil, lo que toque. Es una dinámica de trabajo muy intensa y bien diferente a lo que encuentro al ir a tocar tangos en plan intimista con Eduardo Minervino en piano y Natalia Pedraza en bandoneón. Además de tango, hacemos canciones de Leonardo Favio, de Roberto Carlos, de Virus y también canciones mías que aún no se grabaron ¿Por qué lo hago? Porque me da el aire de intérprete en un marco mucho más intimista, en el que nací, que sigue siendo hermoso y lo sigo disfrutando.
Una más, para terminar: ¿Cómo se para Estelares, una banda de canciones de estructura clásica, frente al gran recambio musical que estamos viviendo en Argentina?
Nos encanta Dillom y varios de estos nuevos artistas y comunicadores. Es espectacular lo que está pasando, pero yo tomo de eso solo lo que consigo hacer propio y me emociona. Nuestro elemento, lo que laburamos nosotros, es la canción clásica. Vemos que hoy se dan muchos intercambios con los nuevos artistas y ya veremos qué nos pasa con eso. Soy todo lo contrario de una lata de conserva, soy cero conservador. No me importa si se entiende ahora o más adelante. Estamos fascinados con esta nueva dinámica y sabemos que siempre puede venir algo mejor.
HS