Punto de Encuentro es un espacio de Amnistía Internacional para amplificar las voces y miradas de periodistas, comunicadoras y fotógrafas que trabajan en temas relacionados con mujeres y disidencias.
En un contexto de violencia creciente contra activistas de derechos humanos y ante la reducción de estas agendas en muchos medios masivos de comunicación, Amnistía Internacional y elDiarioAR se unen para dar un espacio destacado a contenido federal e inclusivo.
El rol de periodistas feministas ha sido clave en los avances de los últimos años y el ejercicio profesional riguroso y libre es clave para garantizar esas conquistas que son para toda la sociedad.
Punto de Encuentro pretende ser precisamente un espacio de coincidencia, pero también de debate constructivo. Porque no se puede ser feminista en soledad.
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El deseo (y la falta) después de un diagnóstico oncológico: la sexualidad también es salud
El sexo suele quedar fuera de la conversación ante el cáncer. No lo plantean los profesionales, no lo comentan las pacientes que suelen consultar recién concluido el tratamiento, preocupadas por dolor y ganas que no reaparecen. Testimonios para romper el tabú.
¿Es banal pensar en el deseo cuando se está luchando contra el cáncer? El sexo también es salud. Archivo/ Pxhere
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Karina Vallori es una periodista cordobesa de 54 años que entre 2022 y 2023 atravesó un cáncer de mama. Luego de una extensa lucha, hoy está reconstruyendo su vida atravesada por esta enfermedad que hizo pública y que la llevó a escribir la novela “La Odisea de Penélope” y a crear la fundación Resilientes por el mundo.
Es que ella hizo de su travesía una bandera y se ha convertido en un ícono local de concientización. En Argentina unas 22.000 mujeres son diagnosticadas por año, según los últimos datos difundidos por el Instituto Nacional del Cáncer y la Sociedad Argentina de Mastología (SAM). Se trata de la enfermedad oncológica con mayor incidencia en el país y afecta mayormente a la población femenina.
Si es detectado a tiempo, la tasa de supervivencia es de un 90%, como plantea la SAM, por lo que podemos inferir que la mayoría de las mujeres que lo atraviesan van a superarlo. Sin dudas, estos datos son auspiciosos, siempre que se habla de cifras y estadísticas generales.
Pero ponerle el cuerpo a una enfermedad se vive en la singularidad, en la particularidad de cada organismo, en la intimidad de cada persona que le toca enfrentarla. Lidiar con tratamientos, dolor, miedos, estudios, cicatrices, consejos, náuseas, hospitales. Médicos y técnicos que hablan y hablan, mientras la propia mente divaga y se desconecta por algunos fusibles que entran en corto con palabras a las que nunca quisimos asociarnos: tumor, malignidad, quimioterapia, cirugía, radioterapia, carcinoma, resonancia, biopsia.
La cabeza gira como en un espiral infinito, mientras el corazón se agita. Se percibe casi como la escena de una película en la que somos espectadoras y protagonistas simultáneamente. Y así, comenzamos a vivir una suma de situaciones impensadas que se convierten en realidad, en el día a día de la vida que se transformó en un abrir y cerrar de ojos; muchas veces, de ojos sin cejas y cabezas sin pelos.
Poner el cuerpo
Karina coincide en que la enfermedad deja huellas, algunas ceden a medida que pasa el tiempo y otras perduran; son más obstinadas y menos visibles, al menos a simple vista. Es que las mujeres a las que les tocó la lotería del cáncer de mama conocen bien sus secuelas. Las viven diariamente, más allá de la premura de la supervivencia.
Tras la enfermedad, la vida sigue y la cotidianeidad adquiere un sabor particular, que mezcla el agradecimiento, cambios que atraviesan y sentimientos cruzados, mientras se intenta la reinserción a la rutina de la nueva normalidad y con cuerpos que ya no son los mismos.
“Yo siempre hablo detres shocks en todo el proceso: el primero cuando te dicen que tenés cáncer; el segundo cuando se te cae el cabello y el tercero fue enfrentarme a verme sin un pecho. M he tapado los espejos al salir de la ducha… porque el cabello crece, pero lo otro, no”, confiesa Karina.
Reencontrarse con una misma es un proceso que depende de cada persona. Aceptarse, sin una mama, sin las dos, con prótesis, con cicatrices que marcan nuestros cuerpos, muchas veces en zonas erógenas, vivir una menopausia temprana, tomar medicación, puede ser un largo proceso que se atraviesa en el reinicio de la vida y puede hacerse solas o en pareja. ¿Es banal pensar en el deseo cuando se está luchando contra el cáncer? ¿Hay posibilidades de buscar placer en medio de un tratamiento oncológico? ¿La sociedad y la medicina habilitan a las personas enfermas a decidir sobre su propia sexualidad? ¿Tenemos acceso a las diversas alternativas? ¿Con qué secuelas estamos dispuestas a sobrevivir?
Cáncer y sexo
“Nos interesan otras cosas además de que nos curen”, cuenta la periodista y escritora que debió lidiar en el inicio de su tratamiento con una relación incipiente que no prosperó por la magnitud de la situación. Asegura que lo entiende. Pero dice también que nadie la guío en ese sentido cuando fue diagnosticada, que ningún profesional de la salud la asesoró sobre la sexualidad durante el tratamiento ni después, pese a que explica que la terapia ha sido de gran ayuda.
Karina Vallori durante su tratamiento para el cáncer de mama y en la última quimio en 2023. Transformó su experiencia en proyectos: la novela “La Odisea de Penélope” y la fundación Resilientes por el mundo
Gentileza Karina Vallori.
“En la novela planteo esto en el primer capítulo: la protagonista, pelada y sin una mama, se pregunta si seguirá siendo atractiva”, relata. Es que a ella misma le tocó transitar por “varios cambios físicos” originados por el tratamiento y ahora está reconstruyendo su propia imagen.
“Yo ya hice todo para curarme de esta enfermedad. Le puse mi cuerpo, mi mente y mi espíritu ahora viene el post y estoy justamente en esta situación de ‘¿ahora qué?’. Ahora viene toda la etapa de la reconstrucción y empiezan todos los planteos respecto a la cuestión amorosa y sexual”, explica.
Karina cuenta: “Durante el tratamiento tuve relaciones cuando pude, pero las quimios son devastadoras a veces. Primero que no me sacaba el corpiño con la prótesis, ni la camiseta. Más que nada porque pensaba en el otro, pero eso tiene más que ver con una misma y la propia mirada, que lo que el otro puede llegar a pensar. Nunca me dijo nada, ni me hizo sentir menos atractiva”.
Poner el tema en la mesa
María Eugenia Bazán Quiroga es tocoginecóloga y jefa del Programa de Salud Sexual y Reproductiva del Hospital Privado Universitario de Córdoba. Advierte: “Trabajar con enfermedades crónicas es muy frecuente y más con enfermedades oncológicas. Sin dudas, el cáncer de mama es una de las que tiene un mayor impacto en la calidad de vida y en la sexualidad”.
Afirma que está “científicamente comprobado” que aquellas personas que tienen una enfermedad oncológica y que están sostenidas desde la sexualidad y la intimidad, tienen no sólo mejor adherencia al tratamiento, sino que su recuperación es mucho más rápida.
María Eugenia Bazán Quiroga, jefa del Programa de Salud Sexual y Reproductiva del Hospital Privado Universitario de Córdoba, dice que la mayoría de las pacientes refieren dolor y falta de deseo
Gentileza Bazán Quiroga
Sin embargo advierte: “Sabemos que en menos del 30% de las consultas oncológicas se habla de sexualidad”. Bazán Quiroga relaciona este dato a la relación “paternalista” que aún se mantiene entre profesionales de la medicina y pacientes y al pudor que, por lo general, provoca el abordaje de esta temática cargada de prejuicios, que se agrava por el contexto de enfermedad.
Según la médica, las personas en tratamiento no sólo tienen derecho a que el profesional los habilite a consultar y les explique toda la gama de posibilidades a las que pueden echar mano y sus consecuencias, sino que ellas mismas deben hacerse responsables de sus propias necesidades y plantearlas abiertamente en las consultas.
Animarse a hablar
“Habitualmente las mujeres nos llegan en una etapa tardía del tratamiento o cuando quieren reiniciar su vida sexual; después de dos o tres años de tratamiento. Ahí es mucho más difícil trabajar, porque nos encontramos con mucha angustia, depresión y si están en pareja, con un vínculo frío y vulnerado”, explica Bazán Quiroga. Recomienda iniciar la consulta paralelamente con el diagnóstico.
La especialista, plantea que conocer la vida sexual del paciente “es un dato muy importante”, porque los tratamientos que se elijan van a impactar en su sexualidad. “Hay que plantearlo para que los pacientes puedan decidir, dar o no su consentimiento, analizar diferentes opciones”, advierte.
Plantea que “el autoconocimiento es clave”, que “cada persona viene con una mochila distinta” y que se debe trabajar mucho la psicoeducación sexual: “Hay que reentrenar la erótica. Tu sexualidad no depende de otra persona, depende de vos. Es volver a trabajar el derecho de que somos merecedoras de estar bien con nuestro cuerpo, de sentir placer, de descubrirnos, amarnos, trabajar el amor propio. Después, en una segunda instancia, si se quiere, con una pareja”.
Así señala que la sexualidad trasciende la genitalidad, por lo que entiende que es “muy importante trabajar en la reconstrucción de la imagen corporal”: “Desmitificar que la sexualidad es para cuerpos perfectos, jóvenes y volver a reconstruir que el cuerpo puede sentir independientemente de nuestras formas, tamaño, cicatrices o cirugías”, explica.
Dolor y deseo
Las consultas principales que recibe de mujeres sobrevivientes de cáncer de mamas están relacionadas a la falta de deseo sexual y al dolor en las relaciones sexuales, que advierte, por lo general, van de la mano.
Bazán Quiroga aclara que el sexo no es una necesidad, que se puede vivir una vida sin sexo. Pero aclara: “Si vos elegís no tener relaciones sexuales, pero al mismo tiempo te hace ruido o te genera un malestar, quiere decir que ahí hay una cuestión a resolver. Pero, si a una persona no le genera angustia, también está bien así; es coherente decir que no en función de su deseo o circunstancia. Ahora, si esa persona va a construir un vínculo con otra y es sexualmente activa, la comunicación es fundamental”, considera.
Finalmente, recomienda “salir del prejuicio”. Puede parecer que preocuparse con el sexo ante un diagnóstico oncológico es una banalidad, pero no lo es. “La sexualidad también es salud”, explica.
MDP / MA
Sobre este blog
Punto de Encuentro es un espacio de Amnistía Internacional para amplificar las voces y miradas de periodistas, comunicadoras y fotógrafas que trabajan en temas relacionados con mujeres y disidencias.
En un contexto de violencia creciente contra activistas de derechos humanos y ante la reducción de estas agendas en muchos medios masivos de comunicación, Amnistía Internacional y elDiarioAR se unen para dar un espacio destacado a contenido federal e inclusivo.
El rol de periodistas feministas ha sido clave en los avances de los últimos años y el ejercicio profesional riguroso y libre es clave para garantizar esas conquistas que son para toda la sociedad.
Punto de Encuentro pretende ser precisamente un espacio de coincidencia, pero también de debate constructivo. Porque no se puede ser feminista en soledad.
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