Beneficios de que los niños se acerquen a la lectura desde muy chicos

Cristian Vázquez

elDiario.es —

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De los beneficios de la lectura se habla muy a menudo. Lo que quizá no está tan claro para todo el mundo es lo temprano que se pueden empezar a compartir las lecturas con los niños. Un trabajo de los psicólogos especialistas en aprendizaje Jerome Bruner y Anat Ninio, publicado en 1978 y considerado un clásico, establecía que a partir de los ocho meses de vida los bebés ya interactúan con los adultos para comentar elementos del mundo, pues han desarrollado su capacidad de atención compartida. La lectura compartida puede comenzar incluso antes, desde los primeros días.

¿Cuáles son los beneficios para los niños? El primero y más evidente es favorecer que los niños sean buenos lectores en el futuro. Las personas que comienzan a leer desde pequeñas y que leen mucho desarrollan una habilidad lectora y otras habilidades cognitivas que las llevarán a leer cada vez más, mientras que quienes empiezan tarde y leen poco, experimentarán dificultades que las harán leer cada vez menos.

El círculo virtuoso de la lectura

De esa forma podrían resumirse las conclusiones de las investigadoras Anne Cunningham, de la Universidad de Berkeley (Estados Unidos), y Keith Stanovich, de la Universidad de Toronto (Canadá), en un artículo publicado en la revista Journal in Direct Instruction.

Al propiciar que los niños sean buenos lectores en su juventud y edad adulta, también aumentan, por supuesto, las probabilidades de que disfruten de las consecuencias positivas de la lectura. Estas alcanzan tanto su salud mental -dada la “gimnasia cerebral” que esta actividad representa- como su bienestar emocional, pues la capacidad de empatizar y las relaciones sociales también son mejores, en general, entre las personas que leen.

Una actividad cerebral diferente

Hay más ventajas. La lectura ayuda a expandir la capacidad de atención de los niños y mejora su capacidad de pensar con claridad, ya que las historias, al respetar una estructura de principio, desarrollo y desenlace, “ayudan a nuestros cerebros a pensar en secuencias, a vincular causas, efectos y significados”, según explicó la neurocientífica Susan Greenfield al periódico británico Daily Mail. La especialista indicó que se debe aprovechar la mayor plasticidad del cerebro durante la infancia, y que cuanto más lean los niños, mejores serán los efectos.

Por otra parte, científicos del Centro Médico del Hospital de Niños de Cincinnati, Estados Unidos, hallaron evidencia -a través de resonancia magnética- de que los niños de entre tres y cinco años a quienes sus padres les leen desde pequeños, mantienen, cuando escuchan un cuento, una actividad cerebral diferente a aquellos a quienes no les leen.

“Estamos muy contentos de poder mostrar, por primera vez, que la exposición a la lectura durante el periodo previo a la escolarización, fundamental de desarrollo, parece tener un significativo y mensurable impacto en cómo los niños procesan los cuentos”, señaló John Hutton, director del estudio. 

 

Y destacó la importancia de las áreas del cerebro que proyectan las imágenes mentales, dado que “ayudan al niño a 'ver la historia' a través de imágenes, afirmando el invaluable papel de la imaginación”. Y cuanto mayor era el nivel de lectura de parte de los adultos hacia los niños, más actividad mostraban estos en los lóbulos parietales del cerebro, los encargados de dar significado al lenguaje. Es decir, de entender lo que escuchan.

Un dato más: a los niños pequeños les encanta que les cuenten una y otra vez los mismos cuentos, y esto es algo que les ayuda a acelerar la adquisición de vocabulario. Así lo comprobó un trabajo realizado por científicos británicos y publicado en 2011: una palabra nueva fue recordada mejor por niños que la habían oído en un cuento repetido muchas veces, que por niños que la habían oído el mismo número de veces pero en cuentos diferentes.

La pobreza, enemiga de la lectura

Un informe publicado por Booktrust, una organización británica dedicada a fomentar la lectura infantil, llegó a cuatro conclusiones:

  • Las personas que leen libros son significativamente más propensas a ser felices con sus vidas.
  • La mayoría de las personas que leen libros sienten que esta actividad hace que sus vidas sean mejores. Y esto también las hace sentirse bien.
  • Las personas a las que les leen y a quienes les incentivan en la lectura en la niñez, tienen muchas más probabilidades de convertirse en lectores en la edad adulta y, a su vez, de leerles a sus propios hijos.

Con información de elDiario.es

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