Cuando llegó a tercer año en la Escuela ORT, Lucila Melamed eligió avanzar en su secundario dedicándose a la especialidad en informática. Descubrió entonces que eran sólo cuatro compañeras de vocación en una división de más de 30 personas. La tecnología había sido una fascinación de toda la vida para ella. Esa disparidad, junto con el poco interés de sus amigas por temas tecnológicos, le “hizo ruido”. Decidida a profundizar su camino, se acercó a Chicas en Tecnología (CET), una ONG fundada en el 2015 por cuatro trabajadoras de la tecnología que habían llegado a la misma conclusión que Lucila respecto a la desigualdad de oportunidades que regía en sus campos laborales.
Cuando Lucila se involucró, en el 2017, Chicas en Tecnología ofrecía una única actividad, Programando para Un Mundo Mejor (PUMM): las pocas inscriptas trabajaban en equipo para entender y, eventualmente, proponer soluciones a problemáticas sociales reales usando la tecnología. Lucila, que hoy estudia ingeniería informática en la UTN y trabaja como programadora, cuenta que a los programas los administraban las mismas fundadoras en espacios prestados. Sin embargo, la camaradería reinante y el foco en solucionar esa brecha digital hizo que la organización creciera rápidamente: hoy suma más de 4000 participantes anuales en su comunidad.
Aunque PUMM continúa siendo el programa de cabecera de CET, actualmente cuentan también con iniciativas de becas para cursos y estudios relacionados con la tecnología, formaciones propias en programación, cursos de liderazgo y talleres de profesionalización, un portal de empleos, y una red de voluntaries y colaboradores.
Paula Coto, líder de Chicas en Tecnología, se incorporó en mayo de 2021 como primera directora no fundadora de la organización luego de pasar varios años en CIPPEC. El año pasado, bajo su conducción, CET realiz un análisis censal de todas las universidades del país, para ver “qué pasaba con las mujeres en el ámbito universitario, en particular en tecnología y programación”. Descubrieron que, en Argentina, solo una de cada cien estudiantes mujeres elijen carreras vinculadas al rubro.
En conversación con elDiarioar, Coto sintetiza las actividades de la organización dentro de 3 grupos: “investigaciones y propuestas de incidencia”, “propuestas de formación y acompañamiento” y “fortalecimiento del ecosistema” de la tecnología. El foco holístico que ofrece CET busca acompañar a las participantes (de entre 14 y 17 años) desde la formación inicial en programación hasta la elección de una carrera universitaria y la obtención de su primer trabajo.
En Argentina, solo una de cada cien estudiantes mujeres elijen carreras vinculadas a la tecnología"
Como a muchas otras organizaciones sin fines de lucro, la obligatoria virtualidad pandémica hizo que Chicas en Tecnología se replantease sus dinámicas y programas para seguir desarrollando su misión. Esto dotó de mayor urgencia al trabajo de CET y motivó el rediseño de programas que habían sido, hasta entonces, llevados a cabo de manera íntegra dentro en Argentina y casi siempre presencialmente. “Fue un proceso de mucho aprendizaje” para Coto y toda la organización, ya que la virtualidad les permitió expandir partes de su cobertura a nivel regional. En el 2023 se cumplirán 8 años desde la fundación de Chicas en Tecnología, que hoy cuenta con participantes en 15 países de América Latina.
El año pasado, Lucila participó de una capacitación dada por Chicas en Tecnología en rol de docente. Coto destaca el significado de ese retorno de jóvenes participantes como líderes: “Despertar esas vocaciones termina haciendo no solo que esas jóvenes después sigan ese tipo de recorridos, si no también [genera] la responsabilidad de acompañar a las generaciones que van llegando, de poder mostrarles que es un espacio en el que ellas pueden desarrollarse”.
FP