Ivy Perrando Schaller, la fotógrafa que retrata a las mujeres veteranas de Malvinas

Sofía Leibovich

29 de diciembre de 2021 08:06 h

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Ivy Perrando Schaller es fotógrafa y trabaja en el servicio de Justicia de Río Gallegos, Santa Cruz. Se propuso visibilizar los rostros y las historias de las mujeres que estuvieron en la Guerra del 82 y refutar la idea de que no hay veteranas de Malvinas. Los retratos formarán parte de un libro titulado Valientes, que será editado por la Universidad de la Defensa Nacional (UNDEF) en 2022.

Susana Mazza, María Marta Lemme, Norma Etel Navarro, Silvia Barrera, María Cecilia Riccheri trabajaban como instrumentadoras en el Hospital Central Militar, y María Angélica Sendes, en el Hospital Militar Campo de Mayo. Cuando estalló la guerra, fueron voluntarias para ir a Puerto Argentino, entonces capital de las Islas. Pero nunca llegaron: las enviaron a Río Gallegos y después al buque hospital Almirante Irízar. El capitán no las dejó bajar por temor a que se convirtieran en prisioneras de guerra.

Las otras mujeres formaron parte de la Marina Mercante: Mariana Florinda Soneira y Graciela Liliana Gerónimo en el Blas, Doris Renee West en el Formosa, y Olga Graciela Cáceres y Marcia Noemí Marchesotti en el Río Cincel. 

Por otro lado, María Liliana Colino participó de evacuaciones aeromédicas en el Teatro de Operaciones para la Fuerza Aérea. Maureen Dolan, Silvia Storey y Cristina María Cormack son descendientes de malvinenses que fueron enviadas a las islas después de la Guerra.

En diálogo con elDiarioAR, Ivy dice que su interés en el proyecto tiene que ver sola y exclusivamente con su sentido de pertenencia: “Soy riogalleguense y santacruceña, la experiencia de Malvinas la escuchás todo el tiempo en mi pueblo”. Después, explica: “En el sur, todo lo que tiene que ver con Malvinas se vive de una forma muy intensa, hasta te diría que es un personaje secundario en la sociedad”.

Las cinco ramas del ejército están presentes en Río Gallegos: la Fuerza Aérea, Prefectura, Gendarmería, la Marina y una base militar. “No hay chance de que zafemos de convivir con alguien en uniforme. Acá está totalmente naturalizado, porque las distancias geográficas hacen que los pueblos tengan experiencias distintas”, dice la fotógrafa. Después remarca que las consecuencias del conflicto bélico en Gallegos se hacen notar hasta el día de hoy.

Si bien su familia no es estrictamente militar, su papá entró a la Marina por la presión de su mamá —la abuela de Ivy—, aunque a los dieciséis era concertista de piano y amaba la música clásica. La mamá de Ivy tenía dos hermanos en la Marina y conoció a su papá en una celebración de las Fuerzas Armadas. “Yo no me crié en un ambiente militar pero habló el idioma”, dice. Por otro lado, si bien ella no había nacido cuando estalló la guerra, es muy consciente de que, en esa época, su mamá embarazada “estaba trepada a una silla tapando ventanas con cascotes”.

En abril del 82, “cada pequeña sociedad se vio llena de pilotos, soldados, tanques y artillerías antiaéreas. Toda la comunidad fue atravesada, no solo en Gallegos sino en todos los pueblos de la costa que se vieron, valga la paradoja, también un poco invadidos”. La ciudad se llenó de hombres y mujeres que venían de todas partes del país, alterando la vida tranquila del pueblo patagónico que antes había estado marcada por el silencio y el viento. “Esto no lo decidió el sur. Esto se decidió en Buenos Aires, se vino a pelear al sur y se pagó con sangre del norte”, dice Ivy.

Después agrega: “Este es mi pueblo, estas son las historias con las que me he criado. Entonces la pregunta es quién me manda a perseguir a todas estas veteranas por el país; la respuesta tiene que ver con que en algún momento estuvieron acá”.

El proyecto empezó hace tres años y la fotógrafa tuvo que enfrentarse con muchas resistencias: “Al día de hoy, hay hombres que no tienen idea quiénes son las mujeres de Malvinas, no admiten que no saben. Te dicen ‘no hubo’ en vez de decirte ‘no sé si hubo’”. 

Encontrar a las veteranas no fue fácil. Ivy las contactó una por una, les explicó el proyectó, viajó a encontrarse con ellas varias veces y volvió, en muchas ocasiones, con las manos vacías. La primera vez que habló con Mariana Florinda Soneira, que formó parte de la Marina Mercante, ella se negó rotundamente a ser retratada, pero se ofreció a contarle todo lo que Ivy quisiera saber. Hace un mes que finalmente Soneira accedió a las fotos y, gracias al proyecto, pudo conocer a las otras veteranas.

La más difícil de encontrar fue Etel Navarro porque no tenía teléfono. Además, Ivy dice que ganarse su confianza requirió mucha paciencia: “Etel te mira y te hace una distancia que sentís al toque. Es realmente muy tímida y sensible, Malvinas es mucho para ella”. Después de varios meses, finalmente consiguió retratarla. Etel vive en Buenos Aires, por eso Ivy viajó muchas veces a visitarla, fue tomar cafés con ella y hasta la acompañó a la peluquería. Ivy cuenta que, hoy en día, le dice a Etel: “‘El trabajo fino que te hice a vos no se lo hice a mi novio’, y ella se mata de risa”.

“Cada una tiene su tiempo, cada una tiene su historia y cada una es una Malvinas distinta. Tuve que emplear todos mis recursos de investigación, de empatía, de silencio, de saber cuándo charlar, cómo avisar. A veces mandaba mensajes sin esperar una respuesta”. Y consiguió muchas respuestas. Actualmente, la investigación sigue en pleno desarrollo: la fotógrafa cuenta que cree haber encontrado a una veterana que no figura en ninguna lista oficial del Ministerio de Defensa.

Por otro lado, en noviembre de 2021, la sede de Santa Cruz de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) realizó una muestra con algunos de los retratos de Valientes. Hay fotos de María Marta Lemme, María Angélica Sendes, Liliana Colino y Silvia Barrera, entre otras. En 2022, se llevará a cabo una nueva exposición en Río Gallegos, con más retratos y material sobre las veteranas, como audios de las conversaciones que mantuvieron con Ivy.

La fotógrafa explica que quería que los retratos estuvieran a color y que siempre hubiera algo verde de fondo: “Necesito vida, algo que llame la atención a cómo se va nutriendo la naturaleza y la materia”. Su idea es mostrar que “estas minas siguen vivas y que son veteranas pero también son un montón de cosas más”. 

Liliana Colino fue retratada afuera de su consultorio de veterinaria, junto con sus perros y sus gatos, porque, como dice Ivy “eso es Liliana, ella y sus perritos”. Colino quería ser guardabosques pero, en la época, la carrera no estaba abierta a mujeres, por lo cual decidió estudiar enfermería y veterinaria. Entró a la Fuerza Área en los años ochenta y llegó a ser Cabo Principal, un rango superior a muchos varones. 

Una de las cosas que más le llamó la atención a Ivy fue cómo cada veterana hablaba desde su propia experiencia, sin arrogarse historias que no fueran propias. En contraposición a la idea de un relato unívoco y colectivo sobre la Guerra del 82, los relatos de las veteranas son todos diferentes. Ivy dice: “Hay que prestar mucha atención a cuándo un relato es en singular y cuándo en plural, porque vos podés pertenecer a un grupo y hablar de ‘nosotros’ y que tu experiencia y la de la persona que está al lado sea totalmente distinta”.

La fotógrafa remarca que se tiende a infantilizar a las veteranas y a tratarlas de “pobres víctimas”, cuando en muchos casos decidieron ir voluntariamente a la Guerra. “Si te sirve creer que en Malvinas eran todas unas pebetas enamoradizas y aventureras que se fueron a la guerra como quien se va de paseo al Alto Palermo, capaz tocás sentimientos que apelan al feminismo o a una cuestión de género, pero que quizás no son necesariamente ciertos en la forma en que los contás”. 

Muchas de estas mujeres habían hecho la carrera militar y decidieron ir a las Islas conociendo los riesgos, como Liliana Colino, que, según Ivy, le dijo: “Mirá, yo era milica, si la patria me necesita voy, no me voy a poner a llorar”. Ivy hace énfasis en la necesidad de entender el contexto y las vidas de las mujeres de ese momento, para resistirse a las interpretaciones anacrónicas.

La última semana de diciembre de 2021, Ivy viajó a Ushuaia a conocer en persona a Mariana Soneira, a quien llama “la veterana del fin del mundo” . A los 19 años, Soneira fue radiotelegrafista en el Bahía San Blas. Visitaron el museo Pensar Malvinas y la fotógrafa cuenta que no podía creer cómo no había ninguna referencia a las mujeres que estuvieron en la guerra, ni siquiera a Mariana, que es “la única veterana que tiene no solo Ushuaia sino toda Tierra del Fuego”. Cuarenta años después de la Guerra del 82, los nombres y rostros de estas mujeres siguen siendo invisibilizados, incluso por parte de los organismos oficiales.

Ivy está dispuesta a viajar por todo el país, incluso hasta el fin del mundo, para encontrar a las veteranas de Malvinas. Tanto los retratos como información de las mujeres, las fotos que ellas tomaron en el 82 y los audios que relatan las experiencias en la Guerra estarán disponibles en un portal web. Además, la fotógrafa remarca que cualquier persona que necesite realizar una consulta o contactarse con ella en relación a este proyecto, puede escribirle por Instagram.

Valientes es un proyecto que muestra la otra cara de la Guerra del 82, la cara menos conocida que viene a resignificar la historia nacional. Como dijo Donna Haraway en Seguir con el problema, “Importa qué historias contamos para contar otras historias. Importa qué historias crean mundos, qué mundos crean historias”. Con esta serie fotográfica, se abre la posibilidad de cuestionar el relato unívoco sobre Malvinas, que tiende a expresarse en plural y, en cambio, preguntarse por todas las historias que ese “nosotros” encierra.

SL