La restauración de un retablo barroco en la parroquia de un pueblo de Albacete de poco más de 1.300 habitantes escondía toda una sorpresa. Bajo el yeso se había conservado la obra de Juan de Borgoña, el pintor que introdujo el Renacimiento en España y que se ha convertido en una de las colecciones más importantes del autor en el mundo.
El párroco local Ramón Sánchez Calero se dio cuenta de que bajo las pinturas barrocas había algo más y los especialistas lo confirmaron. “Encontramos ocho tablas de Juan de Borgoña y hemos podido certificar su autoría”, explica Pablo Nieto, restaurador de las piezas que trabajó durante meses en secreto hasta terminar el trabajo de restauración. “Hablamos de un artista de talla internacional que trajo el Quattrocento italiano a España y que permite el paso de las pinturas más planas a otras con más profundidad. Así empieza en Renacimiento en nuestro país”.
La iglesia de la Santísima Trinidad donde se ha producido el hallazgo conserva documentación de 1503. El historiador e investigador albaceteño Aurelio Petrel descubrió datos que apuntan un pago a Juan de Borgoña por el retablo. “Es muy importante porque la mayoría de sus obras están atribuidas a este pintor, pero no han podido ser certificadas. Ha dado a un giro a la investigación sobre él”, dice Nieto.
“Es un hallazgo increíble, no todos los días se encuentra uno con un retablo del Renacimiento”, explica la consejera de Educación, Cultura y Deportes, Rosa Ana Rodríguez, “porque nos encontramos seguramente ante una pieza única”.
La Anunciación, el Nacimiento de Jesús, la Epifanía (Día de Reyes), la Presentación en el Templo, la Huida a Egipto, Jesús entre los doctores de la iglesia, el Llanto sobre el Cristo Muerto y la Misa de San Gregorio. Es la temática de las ocho tablas. “Fueron realizadas al temple con el acabado de una veladura de óleo y las encontramos con una conservación deficiente”, explica Pablo Nieto que dirige la empresa de restauración ‘El Parteluz’ .
“Las piezas sufrieron varios incendios, uno de ellos en el siglo XVIII, fueron reutilizadas, se pintó encima… Se le dio estuco para reutilizarlas y quedaron debajo como soporte”, relata Nieto. Los análisis químicos realizados dicen que eso ocurrió allá a finales del siglo XVIII o principios del siglo XIX.
“Su deterioro era importante, pero salvable por la mano precisa del restaurador y su empresa que vieron que tenía grandes posibilidades y de ahí se pasó a una intervención de urgencia”, explica Rosa Ana Rodríguez.
Un arquitecto, un historiador de Arte y seis restauradores han trabajado durante año y medio para recuperar las pinturas. “Hemos tenido también ayuda externa de otros historiadores, carpinteros, expertos en Patrimonio…”.
¿Quién era Juan de Borgoña?
El pintor (1470- Toledo, 1536) fue uno de los maestros más destacados del siglo XVI. “Ver de cerca su obra ha sido extraordinario. Hemos encontrado detalles preciosos como el de usar colores planos al temple y usar una veladura final de óleo”, asegura Nieto.
Según la Real Academia de la Historia se cree que llegó a Toledo con veinticinco años. No se sabe nada de su origen, pero por su apellido se le considera nórdico. Su llegada a España coincide con la de Juan de Flandes y con la de Pedro Berruguete, con el que trabajó en los frescos del claustro, por lo que se ha supuesto que su participación en el mismo sería uno de los motivos principales de su venida a España.
En Toledo se casó dos veces y tuvo nueve hijos, uno de ellos Juan de Borgoña El Joven que, según reconocen los expertos, ha dado lugar en ocasiones a dificultades de atribución de sus obras. En la capital castellanomanchega gozó de buena posición y su testamento permitió saber que dejó sin terminar dos retablos en las localidades de Cuerva y de Escalona.
Es en la capital de Castilla-La Mancha donde se conocen las primeras noticias documentadas sobre su trabajo que se remontan a 1495. En el claustro de la catedral pintó la escena de la Visitación (dirigido por Berruguete).
En Toledo llevaría a cabo su obra más reconocida, la decoración de la sala capitular de la catedral toledana, entre 1509 y 1511: las pinturas al óleo sobre el muro de yeso, que representan trece escenas de la Vida de la Virgen y la Pasión de Cristo, separadas por columnas fingidas y que fueron pintadas por el artista en 1508. Debajo de ellas se encuentra la serie de 32 retratos de los primeros arzobispos toledanos que también fueron retratados por al artista español. Entre ellos el protector del pintor, el cardenal Cisneros.
Dicen los expertos que es “uno de los conjuntos más conseguidos del primer Renacimiento español, con frescos a la manera italiana que se abren a un espacio ilusionista de arquitecturas y espesos paisajes al fondo”. Su obra en el templo toledano tendría continuidad en la Capilla Mozárabe en 1514 donde narra la campaña de Orán del cardenal Cisneros.
Pero no solo trabajó en Toledo sino en Madrid, Cuenca, Guadalajara o Salamanca. Se cree que dispuso de un gran taller y el último descubrimiento ha sido el de Alcaraz, en Albacete.
Se conocen además otros trabajos importantes como los retablos de Camarena (1517) o Pastrana (1518), su labor en la Universidad de Alcalá (1519) o la Trinidad del altar mayor de la catedral de Toledo, además de la que hay en la catedral de Ávila. O el retablo retablo del Convento de Dominicos de Carboneras de Guadazaón, (Cuenca).
Hoy el Museo del Prado custodia La Magdalena y tres santos dominicos adquirida en 1966 de la colección Yakichiro. Es una obra reconocida por todos los expertos, ya que otras que guarda solo han podido ser atribuidas. El Museo parisino del Louvre alberga también otra de sus pinturas.
Una gran exposición en el toledano Museo de Santa Cruz
Tras su restauración, las obras se conservan provisionalmente en el Museo de Albacete junto a la imaginería que acompaña al retablo. “No se les está prestando atención y tienen la misma importancia porque creemos que fueron policromadas por el pintor ya que cromáticamente son idénticas a las pinturas del retablo”, señala Pablo Nieto. “De hecho trabajaba con Diego Copín de Holanda”, apunta Rosa Ana Rodríguez, del que también se pueden apreciar algunas de sus obras en la catedral de Toledo.
El resultado de la restauración de la obra inédita de Borgoña podrá verse a partir del 23 de marzo en el Museo de Santa Cruz de Toledo. Es la primera que se hace sobre el pintor. Rosa Ana Rodríguez ha confirmado que en la muestra podrá verse no solo la obra descubierta de Alcaraz sino también parte de aquella con la que dio sus primeros pasos conocidos en Toledo o la que se conserva en otros puntos de la región. No estará, sin embargo, la obra de guarda el Museo del Prado.
“Vamos a poder hacer quizá lo que Juan de Borgoña no pudo en su momento: un diálogo entre las obras de su época más joven con otras piezas de su obra cumbre y que están en la catedral de Toledo”, apunta la consejera de Cultura.
Y es que, recuerda, “conocíamos sobre todo al Juan de Borgoña maduro que desarrolló su acción pictórica en ciudades como Toledo. Sabíamos que había trabajado en otros lugares, pero no teníamos datos de su trabajo siendo más joven. Ahora se nos muestra su evolución porque podemos comparar. Y no solo hablo del artista, sino el tránsito desde el Gótico tardío hasta el Renacimiento”.
Alcaraz, el “poderoso y próspero” municipio vinculado al comercio de la lana
Hallar un ‘Borgoña’ en un pueblo de Albacete sorprende relativamente. “Solo si lo miramos con los ojos del siglo XXI, porque Alcaraz en los siglos XV, XVI o XVII fue un enclave muy próspero y poderoso que hoy muestra en sus calles y plazas”, apunta Rosa Ana Rodríguez. De hecho, la localidad formaba parte del Arzobispado de Toledo y por eso, “no es descabellado que allí trabajase un pintor de la talla de Juan de Borgoña”.
“En el momento de pintar estas tablas el artista la trabajaba para la catedral de Toledo. Se ocupaba del retablo de la Concepción y le encargan el de Alcaraz. Creemos que ahí está el vínculo”, apunta Pablo Nieto.
La producción artesanal de alfombras de Alcaraz fue muy importante. Sirvió incluso para obsequiar a los Reyes Católicos o a su nieto Carlos I y va camino de ser Bien de Interés Cultural
En el Alcaraz de hace seis o siete siglos se comerciaba con la lana, una de las fuentes de riqueza más importante de la época. Hace unos días el Gobierno castellanomanchego iniciaba el expediente para declarar Bien de Interés Cultural (BIC) las alfombras de nudo español de Alcaraz, con la categoría de Bien Inmaterial. Se sumará así a los que ya tienen este reconocimiento patrimonial: el castillo, la Iglesia de la Santísima Trinidad donde se han encontrado las piezas de Juan de Borgoña y la plaza Mayor.
De hecho, entre los siglos XIV y XVIII, la producción artesanal de alfombras de Alcaraz (sobre todo de lana y las más refinadas de seda) fue muy importante. Sirvió incluso para obsequiar a los Reyes Católicos o a su nieto Carlos I.
Los árabes habían traído a la Península esta técnica textil empleada en la confección de alfombras y tapices en España desde la Edad Media, y que se utilizó no solo en Alcaraz sino también en los talleres de Cuenca. Las alfombras de Alcaraz eran auténticas obras de arte, de una belleza plástica, riqueza y composición de colorido muy especial, junto con una técnica muy detallada en su elaboración.
Tras el primer tercio del siglo XVII la actividad comenzaría una rápida e imparable decadencia debido a la grave crisis económica en todo el país. En la actualidad el municipio ha recuperado la tradición. Hace más de medio siglo, la familia Villar creó un taller de alfombras dirigido por Rafael Córdoba, un maestro jubilado de la Real Fábrica de Tapices, que se encargó de enseñar a jóvenes el arte del tejido, aunque un incendio acabó con este proyecto.
Más de 20 años después, la Universidad Popular creó una escuela-taller y seleccionó una encargada entre las antiguas alumnas, Trinidad García Esteban, que ya a los once años empezó a confeccionar alfombras; reconocida hoy día como Maestra Artesana por la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. En estos años ha seguido enseñando esta artesanía a diferentes aprendices.
Hoy Alcaraz quiere recuperar su esplendor a través de la valorización del patrimonio que atesora con el paso de los siglos. Las ocho tablas de Juan de Borgoña serán un reclamo más para visitar la zona.
Allí volverán cuando la exposición cierre sus puertas el próximo 26 de junio cierre sus puertas la exposición del Museo toledano de Santa Cruz.
La propiedad de las valiosas tablas reside en la parroquia. Los trabajos de restauración han sido costeados al 50% por la iglesia y la Junta de Castilla-La Mancha: en total 300.000 euros, a los que se sumarán otros 90.000 de la exposición y su catálogo. “Su restauración, preservación y custodia es responsabilidad de todas las administraciones”, concluye la consejera.
CB