Todo estuvo ahí, frente a millones de ojos que la siguieron por la televisión, por las revistas, por la radio. El relato de cada movimiento, un minuto a minuto frenético: desde que apareció tímidamente como una nueva integrante de la familia real británica y todos se preguntaban por ella (¿quién era? ¿de dónde había salido? ¿estaba a la altura?) hasta que se casó con el príncipe Carlos y varios la eligieron como protagonista ilusoria de un cuento de hadas.
Desde que llegaron los hijos hasta que empezaron a aparecer los rumores de peleas, de escándalos, de desencuentros palaciegos, de chismes, de morbo. Desde las giras por el mundo como una suerte de símbolo de paz, de cara amable de una institución algo vetusta, hasta el final trágico en París a toda velocidad.
De Diana Spencer o, mejor, de Lady Di se vio casi todo. Elegida por los medios, perseguida también, amada por el público y a la vez acosada sin respiro, fue una de las personalidades del siglo XX de la que seguramente más imágenes se tengan. Sin embargo, siempre aparece algo más y siempre aparecen, también, los replanteos, las nuevas miradas.
Con esa intención, a 25 años de su muerte, llega a los cines argentinos a partir del 1°de septiembre el documental Lady Di (el título original es The Princess), del director Ed Perkins.
Con producción de HBO, lanzado en la última edición del Festival de Sundance, el largometraje recorre momentos cruciales de la vida de la princesa de Gales, pero lo hace a partir de una sucesión de imágenes de archivo de televisión y de audios radiales, sin explicaciones, sin voz en off, sin expertos mirando o hablando a cámara.
“Quería hacer algo más envolvente y no mediado, construido únicamente a partir de archivos contemporáneos de la época, las mismas imágenes por las que la gente ‘conocía’ a Diana. Sin entrevistas. Nada de reflexiones retrospectivas. Mi esperanza era que, al hacerlo, pudiéramos llegar a algo más profundo, con mayor claridad emocional y honestidad sobre aquellos acontecimientos y el extraño poder que tuvieron, y siguen teniendo, en tantas personas”, explica el propio Perkins en un texto que se difundió para acompañar el estreno.
Vistas desde hoy, hay entres que da la propia Diana acompañada por su flamante esposo Carlos, que resultan inquietantes. A pesar de tratarse de diálogos seguramente pactados, oficialistas, hay algo en las miradas que luce perturbador y muy tenso. Como cuando un periodista intenta ser amable y le pregunta a la pareja qué tienen en común. El príncipe duda, da vueltas (“¡qué pregunta difícil!”, dice acalorado) y finalmente es ella quien, intentando salir del aprieto, asegura que comparten “el sentido del humor”. Cuando una jovencísima princesa, en medio de otro diálogo, se muerde el labio en señal de hartazgo.
Sin relatos que subrayan, en una suerte de inmersión por el personaje y también por una época Lady Di vuelve sobre eso que estuvo ahí, frente a las narices del mundo, y pega una vuelta. En el medio, aparecen escenas demoledoras de las coberturas mediáticas de cada aparición pública y no tan pública de la princesa, se oyen las voces y los comentarios de los cronistas que la persiguen haciendo guardia las 24 horas, se escuchan, como disparos, los flashes de las cámaras que no dejan de sonar a su alrededor.
El arco de la narración, naturalmente, va desde la llegada de Spencer a la realeza en los ‘80, durante una recesión económica en el país, hasta los momentos más conflictivos como su divorcio, la aparición de las célebres grabaciones palaciegas que revelaron algunas intimidades de ella y de Carlos, la persecución de los tabloides británicos, el incendio del Castillo de Windsor durante el llamado annus horribilis por la Reina Isabel, en 1992, la cobertura del accidente que tuvo en París junto al empresario Dodi Al-Fayed, los funerales multitudinarios.
Todo se ve en crudo, tal como lo exhibieron en imágenes los medios del mundo, las transmisiones en vivo, las tapas de revistas y, en particular, los noticieros británicos.
Hacia el final, con escenas muy impactantes, el recorrido también abarca la conmoción que provocó la tragedia final de este personaje atractivo que renovó y también abrió interrogantes sobre una institución como la Corona británica (una de las voces que se escuchan en el documental se refiere a la familia real como “ese anacronismo que los británicos adoran”).
“La vida y la muerte de Diana Frances Spencer es una de las historias que definen nuestro tiempo. Lo tiene todo. Amor. Poder. Traición. Venganza. Destrucción del corazón. Tragedia. Era un cuento de hadas moderno que no tiene final feliz. Fue un drama que llegó a ser casi mítico en sus cualidades. En parte por estas razones, llevaba mucho tiempo queriendo llevar esta historia a la pantalla y encontrar una forma de abordarla que resultara fresca y distintiva, de reformularla para un público moderno”, apunta Perkins sobre su película.
“Soy muy consciente de que estamos lejos de ser la primera película que se hace sobre Diana. De hecho, hay pocas historias en el mundo que hayan sido tratadas tan ampliamente en los distintos géneros narrativos como ésta. Creo que muchos de los relatos realizados hasta la fecha se han centrado conscientemente en el interior. Han tratado de meterse en la cabeza de Diana, de entender su psicología, de analizar la ruptura de su matrimonio. Y aunque todo esto es sin duda interesante, hay algo inevitablemente especulativo en ese enfoque. Lo que me resulta más interesante –y que, en mi opinión, sigue sin tener respuesta– es lo que la historia de Diana dice de todos nosotros. Y por eso la intención aquí es utilizar la forma de archivo para volver a dirigir la cámara hacia todos nosotros y, plantear algunas preguntas más importantes sobre nosotros mismos. Sobre nuestra relación con la monarquía. Nuestra relación con las celebridades. Y, en última instancia, nuestra complicidad en esta historia”, concluye el cineasta.
AL
El documental Lady Di (The Princess) tendrá su estreno en salas de cine a partir del 1° de septiembre en CABA, Avellaneda, Luján, Merlo, Pilar, Mendoza, Neuquén y Rosario.