Entretenidos, aburridos, democráticos, superficiales, interesantes, pobres: los debates presidenciales generan tanta discusión como fascinación. Pero es cada vez más difícil poner en duda su centralidad, porque cuando se realizan, captan la atención de millones de votantes y se convierten en uno de los momentos más destacados del ciclo electoral (Coleman, 2011). A raíz de esto, su impacto en la opinión pública ha sido objeto de numerosas investigaciones en los últimos cincuenta años. La mayor parte de la literatura al respecto se refiere, aunque no exclusivamente, a los Estados Unidos.
Esta inclinación no es azarosa: desde 1960, los debates se instauraron como parte de la liturgia electoral de la política norteamericana. Como lo presentan Hall y Birdsell (1988) en 200 años de historia estadounidense, los debates públicos se han convertido en una práctica habitual en la política y en la sociedad civil, las universidades e incluso en el sistema judicial, a través del juicio por jurados. La multiplicación de los debates en otros países ha recibido menor atención. Desde el punto de vista formal, la implementación de los debates presidenciales en América Latina supuso que se transmitieran en el proceso muchos elementos de la tradición estadounidense como el estilo, las reglas y las escenificaciones: son emulaciones de los formatos utilizados en las campañas norteamericanas.
Esta tendencia, comprendida dentro de la americanización de las campañas electorales ya había sido rastreada en otras áreas de los procesos políticos (Plasser, 2006). Desde el punto de vista de los efectos que generan los debates en el ciclo electoral, a nivel local reproducimos conceptos e impresiones de otras experiencias sin verificarlos. Como producto de la baja frecuencia de los debates presidenciales fuera de las democracias noroccidentales es que muchas de las hipótesis que se han producido en otros países podrán ser ampliadas o rechazadas en nuestra región. Quizás la impresión reinante sobre los debates, fruto de la producción académica, es que solo refuerzan las visiones y preferencias preexistentes de las y los votantes, antes que modificar tendencias de plano.
Como sostiene Holbrook: “La percepción de la mayoría de los votantes está coloreada por sus predisposiciones políticas (…) y el único mejor predictor sobre qué candidato cree el televidente que ganó el debate es la intención de voto del mismo televidente previa al debate”. Hay varias razones para cuestionar este tipo de afirmaciones: la más importante es que los análisis sobre el impacto de los debates presidenciales parten de estudios localizados en la experiencia estadounidense, ya que no contamos con investigaciones a nivel regional sobre el impacto que tienen los debates en el electorado.
La segunda es que se trata de un efecto reducido sobre la visión de los candidatos y su intención de voto, y no hay precisiones sobre qué utilidad tiene para la ciudadanía (como el hecho de que aumentan el umbral de conocimiento sobre los candidatos y sus propuestas). Lo cierto es que, como campo de estudio, el análisis de los debates presidenciales en América Latina, con escasas excepciones, permanece vacante.
El presente trabajo pone el foco en el segundo debate presidencial realizado en la Argentina durante la campaña de 2019.1 Esta investigación procura ser un primer paso en la producción de evidencias y conocimientos sobre el impacto del debate presidencial argentino, con un abordaje integral donde se implementaron metodologías complementarias y herramientas de estudio propias.
La incorporación de nuevos casos de estudio, fuera de Estados Unidos, agrega contrastes a las investigaciones anteriores y abre las puertas para nuevas indagaciones. Como cualquier teoría, las proposiciones requieren contrastarse en “ámbitos sistemáticos diferentes” para analizar “la variabilidad de la relación causal en varios contextos” (Diaz Medrano, 1992: 14-17). Solo así podrá avanzarse en una comprensión más global del alcance, impacto y efecto de los debates presidenciales en las campañas electorales modernas.
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El domingo 20 de octubre de 2019 fueron reclutados 110 votantes del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) para presenciar el debate presidencial en vivo en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires (UBA). La muestra representaba las principales variables sociodemográficas y las tres identidades políticas que se plasmaron en la elección argentina de agosto de 2019. Los participantes fueron divididos en nueve salas diferentes durante el debate presidencial. Los ambientes se encontraban en igualdad de condiciones; allí los participantes contaban con la presencia de un coordinador y un analista que brindaron las pautas y los guiaron en las distintas etapas de la investigación.
En el momento de llegada a sus salas, realizaron un cuestionario pre debate que indagaba sobre el nivel de conocimiento e imagen de los candidatos, conocimiento de sus propuestas, de los temas de debate y la intención de voto. Poco antes de comenzar el debate se le entregó a cada participante una tablet con una aplicación que permitía medir el impacto del discurso político de los candidatos en tiempo real. La herramienta desarrollada por Pulsar. UBA permite identificar unidades pequeñas de discurso que generan alta atracción pública, con una escala que registra valores tanto positivos como negativos del 10 al -10. La aplicación tiene la función de transmitir la reacción inmediata a un video o una apariencia televisada.
Cuando cada uno de las y los participantes va proporcionando información, segundo a segundo, sobre la performance percibida de los candidatos, el sistema registra cada una de las respuestas en tiempo real, junto con la información sociodemográfica de cada participante. Esto permite evaluar las fracciones específicas del discurso que han tenido mayor y menor impacto en las y los electores.
Al finalizar la transmisión del debate, los grupos permanecieron en la sala y realizaron la segunda instancia del cuestionario (posdebate), en la que se volvieron a indagar las mismas variables que en el cuestionario predebate. El objetivo de esta etapa consistía en evaluar las variaciones en los niveles de conocimiento, intención de voto y seguridad de voto pre y pos debate tanto cómo la evaluación general del debate en sí. Tras completar el cuestionario, se llevó adelante una sesión de discusión similar a la de grupos focales para indagar sobre la evaluación general del debate, conocer las opiniones respecto del formato y precisar los efectos de sentido de cada una de las frases registradas previamente como las de mayor impacto, de acuerdo al registro de la aplicación de Pulsar.UBA.
Esta instancia de debate permitía comprender por qué determinadas secciones han generado más reacciones que otras. En cuanto a la metodología, resulta importante remarcar que la fusión de una muestra experimental con un registro de valoraciones cuantitativo continuo, junto al cuestionario pre y posdebate y la indagación cualitativa posterior, brinda una triple fuente de información: permite medir las reacciones, estimar sus cambios y comprender su sentido.
El método permitió evaluar, cuantitativamente, las diferentes secciones del debate en tiempo real y, a la vez, obtener una profundización sobre los motivos de esas reacciones. Es importante señalar que el diseño de esta investigación tiene una primacía cualitativa y experimental, antes que cuantitativa y probabilística. Si bien los participantes son elegidos de acuerdo a una segmentación específica, los hallazgos no son estadísticamente proyectables a una población más grande.
Como última instancia de indagación, cinco días después de la transmisión del debate presidencial, se aplicó un tercer cuestionario panel de forma telefónica a las y los mismos participantes que estuvieron presentes en el estudio en tiempo real. El objetivo de aplicar esta encuesta era comprender las variaciones o continuidades de las variables estudiadas. La aplicación del cuestionario posdebate en los días posteriores al evento tiene la función de evaluar cuáles de sus efectos se disuelven y cuáles sedimentan. Como la fuente de datos, la respuesta y la evaluación de los electores frente al debate resultaron insuficientes para comprender el problema de investigación y sus ramificaciones en el ciclo de la agenda pública, se planteó la necesidad de requerir una muestra externa a lo detallado. De manera que para comprender el impacto de los debates se recurrió al análisis de la agenda periodística y la conversación en redes sociales
Como parte de esa agenda, realizamos un relevamiento de la conversación en Twitter y un análisis completo del ciclo noticioso que generaron los debates en gráfica, radio, TV e Internet, desde comienzos de octubre hasta el día de la elección. El análisis de estos datos estuvo guiado centralmente por dos interrogantes: si el debate presidencial argentino fue o no un evento con alta resonancia y qué lugar tuvo dentro de todo el ciclo noticioso de la campaña comparado con otros eventos. Hasta aquí se explicó el análisis de datos en simultáneo al debate presi[1]dencial, pero también se recurrió a un análisis secuencial durante un período de tiempo más largo que procuraba dimensionar el espacio que tienen los debates como evento de campaña dentro de un ciclo electoral.