Entrevista

Martín Caparrós: “Quería un 'alter ego' de Milei tan desagradable como el real, pero tuve la sensación de quedarme corto”

Pablo Caruana Húder

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Martín Caparrós escribió un relato ácido y farsesco de Julio Méndez, un 'alter ego' del actual presidente argentino, Javier Milei. Un “rubito porteño” al que vemos crecer con un padre que lo humilla y le da palizas y una madre que lo desdeña y busca en sucesivos amantes llenar el vacío que tiene en casa, que es humillado por sus compañeros de colegio y que cuando va creciendo juega en la cama con su hermana a ser mamá y papá. Una infancia llena de fracasos que irán conformando un personaje incapaz de sentir empatía por el otro.

Caparrós, uno de los escritores y cronistas más relevantes de América Latina, ha fijado su punto de mira en la figura de Milei y quiere difundirla a los cuatro vientos. El libro, titulado Vidas de J.M., editado por la revista Anfibia, solo se venderá en formato electrónico. Su precio, 2.500 pesos, unos 2,5 euros, que el autor ha decidido donar para ayudar a la redacción de la revista que hace poco sufrió un incendio que provocó la pérdida de sus oficinas. El libro es una novela interactiva donde el lector puede ir eligiendo diferentes opciones, diferentes derivas de la vida de Julio Méndez que intentan ser reflejo de un país que Caparrós no duda en describir como “a la deriva”. Una especie de engendro fabuloso entre la Rayuela de Cortázar y el universo del personaje de “Pichulita” de Los cachorros de Vargas Llosa.

La vida de Julio Méndez tiene que ver con la del presidente de Argentina, Javier Milei. ¿Cómo describiría esa relación de espejo que se da durante toda la novela?

Toda la infancia de J.M., de Julio Méndez, está de algún modo inspirada en lo que sabemos de la infancia del señor Milei. Pero ha sido un proceso muy frustrante, yo quería crear un personaje tan desagradable como Milei, con gran cantidad de rasgos de maldad y de mezquindad, como el original, pero después veía las cosas que hacía el señor Milei y siempre tenía la sensación de haberme quedado corto. Es muy frustrante tener la sensación de estar creando un 'alter ego' que nunca llega a los niveles del original.  

¿Si tuviese que jugar con la palabra género que diría sobre la novela?

En general, estoy en contra de los géneros. Me gusta producir textos o trabajos que no puedan ser fácilmente identificados como de tal o cual género, como cuando escribo supuestas crónicas que podrían ser ensayos o viceversa. El año que viene publico un libro que tampoco tiene un género definido, es una especie de biografía sobre el autor de Martin Fierro en verso gauchesco. Estoy trabajando en una especie de enciclopedia de adiós, y este mismo octubre voy a publicar unas medio memorias que no lo son, Antes que nada, donde reflexiono sobre la enfermedad neurológica que esto viviendo y me impide caminar… Me interesa romper con los géneros, molestar a los libreros para que no sepan dónde poner el libro. Aunque en este caso está clarísimo, no lo pueden poner en ninguna parte porque solo se puede leer en pantalla.

¿De qué manera ha condicionado la escritura el dispositivo? 

La prosa podría estar publicada en un libro. El quiz son las conexiones que se arman de manera azarosas al ser el lector quien puede realizarlas. No es una lectura unívoca que el autor le impone, sino que se abren muchas posibilidades. Un poco como en la vida, donde los azares condicionan casi todo. Cliquear en una palabra es en cierto modo el equivalente de un azar, porque no sabes a dónde te va a llevar. Hace tiempo que me sorprende e impresiona que sigamos escribiendo en ordenadores como si fuera una hoja de papel. Me parece que valía la pena explorar cuáles son las posibilidades propias de los aparatos que usamos todo el tiempo. Llevaba unos años pensando a ver si se podía componer una novela basada en hipervínculos, cuando finalmente decidí hacerlo, al pensar en qué escribir salió a flote mi obsesión sobre por qué Argentina parecía haber elegido a una especie de desquiciado para que la presidiera. Se me ocurrió cruzar esos dos intereses. 

La primera parte del libro se centra más en la educación sentimental de Julio Méndez. En la segunda vemos distintos desarrollos ficcionales de su vida posterior. 

Imagino diez o doce vidas posteriores donde algunas no se parecen en nada a otras. Me interesaba mucho pensar cómo pequeños detalles a personas con un mismo bagaje pueden llevarlas a futuros tan distintos y al mismo tiempo tan coherentes con el núcleo original, tan víctimas de ese mismo núcleo, de esa infancia. Aunque me resulta complicado todavía hablar de esta novela porque no termino de saber cómo es, tengo la sensación de que es una novela que yo no controlo, lo que me parece particularmente interesante.

Me gustaría que le dieran mucho menos importancia a Milei, porque ya se la da gente como Ayuso, que, por otro lado, no para de intentar decirnos quién es ella

Esos futuros que ha imaginado para el alter ego de Milei parecen querer explicar, en parte, cómo es la Argentina que votó al actual presidente. Todos son en cierto modo radiografías del posible votante de Milei. 

Sí, podrían ser perfectamente votantes de Milei. Han tenido vidas lo suficientemente mal llevadas como para pensar después que un señor como Milei, cuya vida es un ejemplo de desperdicio, pueda llegar a gobernar un país.

En este libro, que por otro lado está lleno de humor. Uno escribe también para comprender lo que le rodea, que a partir de ese humor también parece el libro un intento de explicar qué le ha pasado a la Argentina.

Sí, quizá. Si un individuo y sus circunstancias pueden explicar lo que pasó a un país, en ese sentido, sí. De hecho, en la novela aparece un país claramente a la deriva. No sé si esto explica sus causas, pero por lo menos lo pone en escena. Es muy difícil explicar lo que pasó allí. Creo que es muy humillante aceptar que no sabemos lo que nos pasó. Y la prueba más espantosa son los 15 millones de personas votaron a “Julio Méndez”. 

En el momento en que hablo con usted, Javier Milei está cogiendo un vuelo con destino a Madrid para recibir un premio que le ha concedido el Instituto Juan de Mariana. Además, va a ser recibido en la Comunidad de Madrid quien le va a condecorar con la medalla internacional. ¿Qué le parece todo esto?

Me parece que de algún modo le estamos todos haciendo el juego a Milei, sobre todo sus críticos. Yo mismo hace unas semanas, en su anterior visita, por distintas circunstancias, tuve que hablar bastante de él. En un momento terminé escribiendo que lo que teníamos que hacer era dejar de hablar de él y que cada vez que intentara provocar esto mismo contásemos algo sobre lo que está pasando en la Argentina. Me gustaría que le dieran mucho menos importancia, porque ya se la da gente como la señora Ayuso, que, por otro lado, no para de intentar decirnos quién es ella. Ya lo intentó dejando morir a miles de viejos en las residencias, lo intenta viviendo en el piso lujoso de su esposo delincuente; y ahora, por si alguien no lo había entendido del todo, condecora a un explotador “en serie”. Hay que dejar que ellos hagan, que se usen, pero que no nos usen a nosotros.

En la línea de lo que está diciendo, ¿que es lo más preocupante de las políticas que está llevando a cabo Milei?

Sus políticas económicas y sociales están teniendo como consecuencia el incremento de la pobreza y el hambre. Mucha gente se está quedando sin trabajo, mucha gente no consigue el dinero necesario para comer todos los días. Eso es lo que más me preocupa. Y me preocupa muchísimo que eso se haga con el apoyo de millones y millones de personas. Creo que en algún momento muchos van a tener vergüenza de haber apoyado a este señor, pero hasta que eso no llegue se están viviendo situaciones muy difíciles.

Hace tres semanas se supo que el ministerio que ahora tiene las competencias de lo que fue el Ministerio de Capital Humano se está negando de manera siniestra a repartir alimentos. Negaban tenerlos hasta que un juez tuvo que obligar que se hicieran los procedimientos policiales necesarios y encontraron toneladas de leche en polvo para repartir. Leche que esa gente no repartía, supuestamente, para seguir en su pelea contra los movimientos sociales. Pasan cosas tan primarias como esa. Y ya en un nivel más sofisticado están todos los ataques al Estado que es la única herramienta de distribución de la riqueza en el país. Lo que está haciendo su gobierno es tratar de aminorar esa redistribución todo lo posible. Él dice que la justicia social es una aberración, un robo, así que le quita impuestos a los más ricos y sigue dando exenciones de todo tipo a las grandes corporaciones extranjeras que quieren explotar el suelo argentino, políticas de largo alcance que vamos a ver cómo se solucionan a futuro. 

Una situación donde es normal que aparezca la farsa que habilite al menos la risa, ¿no cree?

La palabra farsa le cae muy bien a este libro. Es una especie de gran intento farsesco que nunca alcanza al nivel del personaje del cual queremos reírnos…O llorar, porque él siempre es peor. Pero si nos podemos reír, pues será una buena síntesis.