Córdoba: a una semana del regreso de los hinchas a las canchas, una feroz disputa sacude a la barra de Belgrano

A partir del 1 de octubre vuelven los hinchas a las canchas a alentar a sus clubes. Pero también vuelven las peleas intestinas por los espacios de poder en las barras bravas. En las últimas horas circularon en Córdoba videos y audios de amenazas cruzadas entre Roberto Ponce, conocido popularmente como “El loco Tito”, jefe histórico de la barra brava del Club Atlético Belgrano, y Cristian “Coquito” Torres, un lugarteniente de Lucas Pavón, otro jefe de la barra que se rebeló y quiere disputarle la jefatura. 

En la madrugada del jueves, poco más de una semana antes del regreso del público a la canchas, el fiscal Guillermo González ordenó de oficio cinco allanamientos en los barrios Alberdi, Parque Liceo II Sección y en la ciudad de Villa Allende en el marco de la investigación por estas amenazas cruzadas. “Decidimos actuar de oficio para llevarle tranquilidad a la sociedad, de que estos hechos no los vamos a permitir. En el caso de la barra de Belgrano actuamos de igual manera que lo hicimos en noviembre de 2020 con el conflicto en La Fiel. No vamos a permitir desde nuestra función de persecución del delito que estas disputas internas de las barras creen un ambiente de zozobra en la sociedad”, le dijo el fiscal González a elDiarioAR. En los allanamientos en la vivienda de Ponce en Alberdi; de Torres en Liceo y de Pavón en la vecina Villa Allende se secuestraron teléfonos celulares.

“Soy yo el que manda en la barra”

A todos los referentes y a todos los que componen esta hermosa barra que construí en 48 años: creo que me estoy cansando yo, y no quiero reventar porque ya estoy cansado. Ahora me bastardean a mi familia mal, etiquetan canales de las televisiones con un montón de mentiras. Creo, loco, que tienen que parar la mano, no rompan más los huevos (...) De acá para adelante, hermano, soy yo el que manda en la barra; estoy yo en la barra ahora. Ya me cansaron”, advierte “El loco Tito” enojado en un video de casi dos minutos, en el que notifica a sus rivales, principalmente a “Coquito”, que seguirá siendo líder de la barra brava del club pirata.

Ponce sigue: “Lo único que les pido, acábenla, dejen de romper los huevos, porque me voy a juntar 200, 300 vagos, voy a traer y no me voy ni bosta de la barra. Así que por favor, dejen de molestar a mi familia, déjenme de romper los huevos. Yo cuando me caliento, no sé lo que va a pasar; no me importa, sea quién sea. Si tengo que perder, pierdo. Muchachos, no es una amenaza, esto no es nada. Estoy con los huevos así, hermano, todas las noches, todos los días amenazando a mi familia, tirando tiros, vigilanteando. ¿Ahora vendo drogas? ¿Cómo es esto? ¿Yo salí a hablar mal de alguien? Esa es la verdad de los referentes, yo nunca dije que me iba, son mentiras, sacaron un comunicado que me querían correr ¿cómo es eso? Ya está hermano, me cansé, me cansé, eh, ¡ojo, eh!”.

El video es una respuesta a un audio de hace unas dos semanas donde Cristian Torres le disputa poder y lo amenaza: “¿A quién vas a hacer cagar viejo? (...) Dejá de delirar viejo, vos mismo sabés que no te quiere nadie, por eso tenés la casa llena de cámaras. ¿Por qué te hablás con la yuta y tenés cámaras si sos tan huevudo? Vivís en un búnker, allá en el fondo del pasillo, ¿qué, tenemos que tener balas que tengan comba?”. 

Que no te sorprenda que en una reunión de estas te comás un flor de balazo. No sé si uno o un par de ellos; acordate lo que yo te digo, viejo (...) Te vamos a hacer bosta Tito, no te vas a ir glorioso, puto; no soñés con esa. Te voy a verduguear a tu mamá, acordate lo que yo te digo, yo sé donde vive tu mamá”, sigue Torres.

En el audio de 1’ 47“ Torres menciona a ”La Igualdad“, una facción de hinchas de Belgrano que se llaman así por una de las calles de barrio Alberdi y es muy cercana a Santiago Montoya, el cordobés que dirigió la agencia recaudadora bonaerense ARBA, fue presidente del Grupo Bapro y dirigente opositor a Armando Pérez, el expresidente del Club Atlético Belgrano.

A mediados de la década pasada, “El loco Tito” se plantó frente a los de “La Igualdad” y hubo una feroz balacera que le aseguró el poder un par de años. Esa vez, contó con la ayuda de hinchas de Talleres, que escondieron las armas en puestos de choripán y hamburguesas de Alberdi. A principios de 2017, Ponce revalidó su jefatura, cuando los suyos balearon a dos barras contrarios. 

La actual disputa entre barras se da en medio del regreso de los hinchas - y los negocios - a las canchas. “Coquito” es ladero y hombre de acción de Lucas Pavón, el jefe de la facción que quiere desbancar al “Loco Tito”.

Por caso, el estadio mundialista “Mario Alberto Kempes”, el tradicional Chateau Carreras, tiene capacidad para 57.000 espectadores, lo que significa más de 12.000 vehículos estacionados. Por cada auto, los cuidacoches de la barra cobran desde $ 500, lo que por partido genera un movimiento de más de $ 6 millones, sólo en estacionamiento. Mientras, el estadio “Julio César Villagra”, conocido como “el Gigante de Alberdi”, donde el Club Atlético Belgrano tiene su sede y juega sus partidos de local, tiene capacidad para 30.000 espectadores. El regreso a las tribunas será con un aforo del 50%, lo que significaría recaudar $ 3 millones y cerca de $ 2 millones, respectivamente.

El sábado 2 de octubre, Belgrano recibirá de local a Deportivo Riestra en la fecha 28 de la Primera Nacional, mientras que el sábado 9, en la fecha 29, Instituto Atlético Central Córdoba recibirá en su cancha de barrio Alta Córdoba a Atlético Rafaela; y el lunes 11, Talleres recibirá en el estadio “Mario Alberto Kempes” a Atlético Tucumán. 

El penalista Diego Casado, uno de los abogados que más conoce las internas de las barras cordobesas contó a elDiarioAR que estuvo analizando lo que sucede con “El loco Tito” y las distintas facciones que forman parte de la hinchada de Belgrano - así como lo ocurrido en Talleres con La Fiel - y consideró que “estos fenómenos de violencia tienen una causa; y la violencia se ha instalado en Córdoba y Argentina desde hace algunos años”.

Según Casado, esta violencia está relacionada con varias circunstancias: “Una, la educativa; otra, el manejo de lo económico, no olvidemos que las hinchadas de los grandes clubes manejan los estacionamientos de autos, la venta de bebidas y comidas dentro de la cancha, la venta y reventa de entradas; y eso hace que el botín económico haga que muchos de los simpatizantes de los distintos equipos quieran detentar el poder de la explotación de estos ingresos”.

La Fiel, entre el fútbol y el delito

En noviembre del año pasado, en plena pandemia, Córdoba se conmocionó con un video de sólo 48 segundos de duración: delincuentes encapuchados, con guantes de látex, armados con pistolas calibre 9 milímetros y escopetas calibre 12.70, juran vengar las torturas sufridas por un preso a manos de otro preso, cometidas en una cárcel de Córdoba.

Dos días después de la aparición de ese video de tinte mafioso, el fiscal Guillermo González, con tropas de la Dirección de Inteligencia Antiterrorista (DIA) de la Policía cordobesa, allanó varios domicilios en busca del jefe de esa puesta en escena: Cristian “El Rengo” Piscitello (46), jefe de la barra brava La Fiel, del Club Atlético Talleres de Córdoba (CAT). En octubre de 2008, “El Rengo” había sido detenido por varios hechos, entre los que se destaca el robo en agosto de ese año a una concesionaria Toyota de avenida Colón al 5000.

“Este mensaje va para vos, cartonero. Vos verdugueaste a un delincuente, lo verdugueaste a ese muchacho con el hijo, te metiste con la familia. Vos sos un ciruja, cartonero. ¿Sabes qué? Vos nunca contaste seis ceros: la casa que tenés te la dio el Gobierno. Vos no sos nadie. Te metiste con la familia, ahora atenete a las consecuencias”, dice Piscitello, con chaleco antibalas de la Policía y guantes celestes, mientras tira la corredera y vacía el cargador de su pistola.

El llamado “cartonero” es Pablo “Pistola” Silva, un preso que torturó y filmó esos apremios en la sede del Establecimiento Penitenciario N°9 Unidad de Contención del Aprehendido (UCA). La víctima de esa feroz golpiza fue Walter “El Toro” Aguilera (46), segundo jefe de La Fiel.

El 5 de noviembre de 2020, los presos liderados por “Pistola” Silva también torturaron a Brian, uno de los hijos de “El Toro”; y para subir en sus escalafones delictivos filmaron parte de los apremios a Aguilera y los difundieron.

La víctima no denunció el hecho, por el cual no hay imputados: el Servicio Penitenciario de Córdoba (SPC) nunca investigó a los agresores, ni a los guardias penitenciarios que liberaron el pabellón para que “Pistola” y los suyos atacaran ferozmente a los Aguilera.  El prosecretario Juan Carlos Garzón investigó de oficio las torturas sufridas por los dos detenidos y el juez de Control 7, José Milton Peralta, le concedió un hábeas corpus correctivo a favor de ambos Aguilera y le ordenó al SPC resguardar las vidas de las víctimas.

El clan Gordon

Los allanamientos ordenados por el fiscal González esta semana a los domicilios de los barras de Belgrano y los de noviembre de 2020 a los de la barra de Talleres tuvieron un denominador común: frenar una sangría.

González logró identificar un complejo de canchas de fútbol 5 donde se filmó el video de Piscitello y sus cómplices armados. “El Rengo” escapó y aún está prófugo, pero se desactivó lo que sería una venganza sangrienta por las torturas sufridas por su compañero de barra “El Toro” Aguilera.

¿Por qué el fiscal González salió a buscar al jefe de La Fiel con policías de antiterrorismo? Hace dos décadas, en septiembre de 2001, Cristian “El Rengo” Piscitello fue detenido por orden de la entonces fiscal de Cosquín, Alejandra Hillman. La funcionaria tenía el dato de que una peligrosa banda de delincuentes cometía atracos violentos en una camioneta Fiat Ducatto ploteada con logos del Correo Argentino.

Los policías comisionados por Hillman la detectaron en Huerta Grande, un pueblo serrano del norte del Valle de Punilla. Manejaba Piscitello -tenía 26 años-, a su lado lo acompañaba Aníbal Federico Gordon (24) –hijo del agente parapolicial y represor de la dictadura Aníbal Gordon- y un tercer acompañante, Gabriel Oscar Riuli, que tenía 28 años en ese entonces. La Policía les secuestró una pistola calibre 11.25 con el cargador completo y balas adicionales, y dos pistolas calibre 9 milímetros, una de ellas perteneciente a un policía que la denunció como perdida en diciembre de 1999. 

Riuli salió libre por falta de antecedentes, pero Gordon y Piscitello quedaron con prisión preventiva: los habían reconocido por un violento asalto días antes de ser detenidos a un minimercado de Huerta Grande. Los dos delincuentes fueron imputados por los delitos de “tenencia de arma de guerra” y “robo calificado reiterado”.

Tras el regreso de la democracia, los Gordon eligieron Córdoba para instalarse. Tenían un chalé en barrio Maipú de la capital y alquilaban un chalé en las sierras, donde cayó preso en febrero de 1984 el agente parapolicial. Aníbal Federico Gordon siguió viajando a Córdoba tras la muerte de su padre en 1987, donde delinquió y trabó amistad con Piscitello. 

Tras las razzias ordenadas por el fiscal González, “el Rengo” se fugó. El 8 de noviembre del año pasado se lo vio en barrio Bella Vista –a 15 cuadras del microcentro- en un banderazo de Talleres.

Para el penalista Casado, la espiral de violencia “se resuelve con un contrato social, con las partes intervinientes tratando de llevar, mediante el consenso, la pacificación a todos los sectores y actores sociales que están inmersos en esta violencia, no sólo el estamento futbolístico”.

“Si durante este año y medio de pandemia no tuvimos mayores disputas por poder en las barras de los clubes se debió a que el público no fue a la cancha. Ya vimos la foto de La Fiel, donde se mezcla la interna de la barra con otras cuestiones. (....) Y ahora vemos la foto de Belgrano, cuando estamos a una semana para que regresen los hinchas a la cancha. Son luces amarillas que nos alertan de lo que puede pasar, aún estamos a tiempo de lograr un nuevo pacto social con conciencia, con respeto y libertad”, sentenció.

GM/CB 

La muerte del hincha

El 28 de febrero de 1993, Belgrano recibió en Córdoba a Boca Juniors en el estadio Chateau Carreras -rebautizado Kempes en 2010-. Norberto Araya había venido desde Río Cuarto junto a sus hijos Fernando (20) y Germán (16) a ver al club porteño.

Rumbo a la cancha, padre e hijos se mezclaron con la hinchada de Belgrano. Uno de los chicos tenía su gorrito de Boca en la mano y la barra brava pirata los rodeó. Araya les suplicó que no les hicieran nada. Un hincha celeste le robó el gorro a uno de los hijos de Araya y cuando éste se dio vuelta, le pegaron dos piñas: una en el abdomen y otra en la cara. Murió al golpear la cabeza en el asfalto. 

Gustavo Bucheler, conocido como “La Chancha” y matón al servicio de “El loco Tito” fue condenado a seis años de cárcel por homicidio preterintencional. Mientras, el jefe de la barra, Roberto Ponce, fue condenado a un año de prisión en suspenso por encubrimiento. Bucheler murió intoxicado por una pérdida del calefón en julio de 2013.