No saber cómo se juega un torneo es haber perdido el hilo del fútbol, un claro signo de envejecimiento social. Pronto vendrá la dificultad para retener apellidos o la falta de recuerdos de un partido jugado una semana atrás. Y después sí, la debacle: delanteros de 1979 se mezclan con promesas del 2021, la foto del equipo que te sabías de memoria comienza a difuminarse. No pocos se habrán sentido de esa manera cuando comprendieron que ya no sabían cómo se jugaba el torneo. Finalmente no es tan difícil. Hay dos zonas, con trece equipos cada una, en la que juegan todos contra todos. A la vez, hay clásicos interzonales. Clasifican a cuartos de final los primeros cuatro de cada. El primero con el cuarto de la otra zona y así en forma correlativa. O sea que la dificultad no es saber cómo se juega sino cómo se valora. ¿Qué significará ganar una Copa de la Liga Profesional? Que no haya descensos le quitó competitividad, aunque los puntos se contarán para el promedio de los descensos que sí habrá el año que viene. Para el torneo del segundo semestre el formato será otro. Tal vez esta vez no haya campeones y sí descensos, vaya uno a saber.
Al no haber público en las canchas, se impone el grito: las indicaciones, los insultos, los diálogos ontológicos entre el árbitro y los jugadores, los cánticos de “los allegados”, las discusiones virulentas del mediodía. Del grito de Alcorta al grito de Riquelme. “¡Hace rato que River juega mal!”, dijo, y atravesó la semana. En primer término es interesante este nuevo tipo de declaración, que tal vez marque época: se trata de declarar, no en una entrevista, ni en una conferencia de prensa, ni por Instagram ni por twitter, sino desde un grito fuera de cámara.
En realidad hace tiempo que el fútbol argentino subtitula los gritos, por eso los jugadores se tapan la boca cuando hablan. Hay un cuento de Fontanarrosa que cita la recreación de Víctor Hugo Morales sobre un diálogo entre Gallardo y Batistuta, previo a un tiro libre de la Selección. Deviene en algo similar a una obra de teatro. Se llama “Algo le dice Falero a Saliadarré”. Ahora habría que escribirlo todo en potencial.
Boca, River y los conflictos de los hermanos Romero de San Lorenzo (más los avatares de Independiente y Racing) son la punta del iceberg de un fútbol argentino ancho y ajeno. El viernes por la noche, fue el debut de Burgos en Newell’s. Hubiese merecido hinchadas. “Salten Carpos/ avisen Redondos/ el pibe que viene/ será un Rolling Stone”, cantaba. Tiene un ayudante de campo español, cuyos intercambios fueron asimilados como una sitcom de fin de semana. El 0 a 0 ante Unión no produjo mayores emociones. El realismo visceral del fútbol argentino tal vez choque contra las utopías de los recién llegados. El medio se lo hace sentir, cruelmente. La mayoría de los equipos está conformada por jugadores de jerarquía, veteranos, que actúan como referentes de planteles jóvenes, en algunos casos adolescentes, expuestos a rendir para certificar un paso a Primera tal vez prematuro.
Central Córdoba y Estudiantes fue más vibrante. El partido de Reserva se suspendió por una invasión de abejas, un episodio propio de una película de trasnoche de canal de cable. Un jugador como Juan Galeano, de Central Córdoba, da pruebas de vida creativa en el fútbol argentino, donde buena parte de los que desequilibran son colombianos. Como fue el caso de Johan Carbonero, para que Gimnasia de La Plata le ganara 2 a 0 a Atlético Tucumán, que igual jugó bien pero se perdió muchos goles. Los colombianos parecen contar con una cuota de libertad que les permite animarse más: Cardona, Villa, Cuero. La tarde gris del sábado se extendía por todo el país, y Huracán le ganó uno a cero a Patronato, de visitante: la victoria del último partido del ciclo de Damonte. La actuación de Meza, el arquero de Huracán, fue propia de un capítulo de Los Súper Campeones. Por su parte, el siempre inquietante Clásico del Sur, regaló ese tipo de momentos tensos que sólo este partido es capaz de ofrecer, tanto es así que aunque ganó Banfield, Lanús apeló y todo se resolverá en la Justicia. La lluvia otorgó al encuentro un aire épico pertinente.
En dos partidos, Vélez convirtió la derrota fatal contra Boca en una excepción. Es el primero del grupo B. Tiene en el banco a Centurión, Mancuello y Ricky Álvarez. Independiente, que con Falcioni venía en ascenso, mereció el empate al final, pero la pelota pegó en el travesaño. A River le sobró el segundo tiempo para golear 6 a 1 a Godoy Cruz. Acaso las palabras de Riquelme actuaron como impensado inflador anímico. Dio toda la sensación de que Gallardo encontró el equipo, sacrificando la titularidad de Carrascal, a quien le había dado la 10. Una encrucijada emocional que Gallardo resolvió con la frialdad que ya es marca registrada: difícilmente imponga un berretín personal al funcionamiento del equipo. Sin embargo, lo hizo entrar en el segundo tiempo. Con algunos de sus jugadores, generalmente los más talentosos, Gallardo lleva a cabo procesos.
En el primer turno del domingo, la derrota 3 a 1 ante Sarmiento, le impidió a Defensa y Justicia alcanzar a Vélez. Rosario Central vs. Colón invitaba a la experiencia de ver a la Pulga Rodríguez, el jugador mítico de la época. El partido, un empate en cero, fue muy peleado, Central lo podría haber ganado por puntos. Los cuatro minutos adicionales fueron tal vez el mejor lapso de la fecha. Colón sigue invicto y primero en el grupo A. Gago e Insúa intentan que Aldosivi juegue bien, con una propuesta metódica y ofensiva: una buena noticia dentro del panorama del fútbol argentino. Por ahora acompañaban las actuaciones, no así los resultados. Contra San Lorenzo, de visitante, logró una victoria con proyección histórica. El triunfo fue justo pero San Lorenzo tuvo una buena recuperación en el segundo tiempo.
Todavía quedan por jugarse Arsenal/Platense y Racing/Argentinos Juniors -los descolgados de los lunes-, enfrentamientos que funcionan como un innecesario anticlímax con respecto al último partido del domingo, el recién concluido Boca (1) versus Talleres (2). La estabilidad después de la goleada y el empate contra River se revelaron endebles para Russo. El fantasma de Maradona no pudo ante los goles de Carlos Auzqui y Valoyes.