Lo anticipó hace casi nueve años, el día que anunció su retiro como jugador, y anoche lo cumplió: Juan Román RIquelme es el nuevo presidente de Boca Juniors. Se impuso ante la fórmula de Andrés Ibarra y Mauricio Macri por un margen aplastante de 30 puntos, en una elección récord para el club: votaron 46.402 socios –casi la mitad del padrón–, ocho mil más que en 2019. De hecho, Riquelme sumó más de 10 mil votos en relación a la elección anterior (en la que se convirtió en vicepresidente), lo cual contradice la dinámica histórica de que los ídolos pierden votos cuando se bajan del pedestal y empiezan a gestionar. Fue un Román en modo Julio César: vino, vio y venció. Hoy puede decir que es el presidente más votado de la historia del fútbol argentino.
Los comicios se desarrollaron con total normalidad desde las 9AM, luego de una noche en la que el temporal hizo dudar de si las carpas instaladas en el campo de juego de La Bombonera para albergar las urnas iban a resistir el viento. No solo resistieron, sino que la organización, según los socios que participaron del acto –incluído el propio Ibarra–, fue impecable. La experiencia de ir a votar fue ágil incluso bajo la lluvia. Javier Milei, por ejemplo, entró y salió en apenas tres minutos.
Esos tres minutos fueron suficientes para que Milei generara en el estadio el tipo de reacción que se ve cuando un equipo rival sale a la cancha. Silbidos y abucheos cayeron sobre su persona. Recordemos que, hace unos meses, el presidente de la Nación contó que “era de Boca” hasta que volvió a jugar Riquelme, que se hizo “anti Boca” cuando volvió Fernando Gago, que hubiera querido que el equipo descendiera y que gritó los goles de River en el superclásico de la final de la Copa Libertadores de 2018 (lo cual resulta curioso ya que el gran slogan de campaña de la fórmula Ibarra - Macri era “Boca por encima de todos”).
Más allá de que como socio esté en todo su derecho de ir a votar, la pregunta que se cae de madura es: ¿por qué un presidente recién electo se expondría de esa manera? Sobre todo teniendo en cuenta que el hincha de Boca tomó partido por Riquelme en cada uno de sus enfrentamientos, incluido el que tuvo con Diego Maradona. Sería ingenuo pensar que Milei no esperaba que pasara lo que pasó.
Un atisbo de respuesta llegó pocos minutos más tarde, cuando Macri tuiteó: “Qué vergüenza ver imágenes de señores que dicen ser hinchas de Boca, cuando en realidad son tremendos maleducados y no espontáneos, insultando al presidente de la República”. En ese “no espontáneos” está implícita la acusación de que Riquelme tiene seguidores a sueldo, la misma acusación que el macrismo le endilga desde hace años al kirchnerismo, en un nuevo intento (quizás un poco torpe) de asociar al ídolo xeneize con La Cámpora.
Ese era también el mensaje velado detrás de la judicialización de las elecciones por parte de la oposición, que llevó a la postergación del acto durante dos semanas a causa de una denuncia por supuestas irregularidades en la confección del padrón. Ibarra y Macri decían que el oficialismo había hecho 13 mil “socios truchos” y, si bien no lograron, como querían, que esos socios no votaran, sí consiguieron que lo hicieran en urnas diferenciadas (una decisión muy discutida por la que Boca podría pedir el juicio político de la jueza Alejandra Abrevaya). Finalmente, de esos 13 mil socios votaron 6.800. El oficialismo ganó por más de 14 mil votos.
Si bien la victoria de Riquelme se daba por descontada, la contundencia con la que el ídolo se impuso no es un dato menor en medio del debate acerca del proyecto de ley de Sociedades Anónimas Deportivas (SAD), que podría llegar hoy mismo al Congreso dentro del “paquete ómnibus” de medidas de Milei. El oficialismo pretende que Boca siga siendo una asociación civil sin fines de lucro, un objetivo que se vuelve más fácil de sostener ante el apoyo masivo de los socios en las urnas. Ayer, cuando Milei se iba de la Bombonera, los hinchas le cantaban que “el club es de los socios”.
“Desde Unidos por Boca creemos que nuestro club debe ser siempre un ejemplo de respeto y calidad institucional”, dijo Ibarra en Twitter, en referencia a los insultos a Milei. “Independientemente de las diferencias políticas que pudiesen existir”. Un par de horas más tarde llego a votar acompañado por Martín Palermo, de quien no se despegó ni por un instante. Los socios respondieron a la presencia del máximo goleador de la historia del club con una ovación continua. Macri, por su parte, no fue a votar: estaba volando al Mundial de Clubes en Arabia Saudita, en su rol de presidente ejecutivo de la Fundación FIFA.
Al igual que ocurrió en 2019, Riquelme llegó caminando a La Bombonera y se dejó acompañar por los hinchas. La imagen del ídolo xeneize llevado en andas después de votar es un calco de la de las elecciones anteriores. No es casual. Román no suele ser así de demostrativo, y de hecho ni siquiera habló en público con la victoria ya consumada (probablemente lo haga esta semana en la presentación de Diego Martínez como nuevo DT de Boca). Es como si se guardara ese as bajo la manga para cuando realmente necesita dar una muestra de autoridad. “Tener poder es que te quieran”, dijo durante la campaña. A Riquelme la gente de Boca lo ama, y él usa ese poder con inteligencia y cuidado.
Las medidas del nuevo presidente ya se empezaron a vislumbrar ayer: al llegar a la Bombonera para votar, los socios se encontraron con un cartel frente a la cancha que anuncia la construcción de un centro deportivo de alto rendimiento. Además, es probable que Carlos Bianchi cumpla algún tipo de rol durante los próximos años. Más allá de estos primeros indicios, la gestión de Riquelme tendrá dos grandes objetivos. Por un lado, conseguir la tan ansiada ampliación de la Bombonera, para lo cual Román deberá convencer a los vecinos frentistas de que le vendan sus propiedades a Boca. Por el otro, ganar como presidente la Copa Libertadores que levantó tres veces como jugador. Puede que la vara esté demasiado alta, pero no es excusa para el máximo ídolo de la historia xeneize, que todavía quiere más gloria.
LG