Análisis

Gales: nada mejor que un escenario internacional para reforzar la identidad nacional

30 de noviembre de 2022 10:00 h

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“Es más importante ser reconocido por la FIFA que por la ONU”, decía el emir Al Thani de Qatar, que abdicó en 2013 a favor de su hijo también Al Thani, actual gobernante del emirato. Como los cuatro reinos que forman el Reino Unido, Gales compite independientemente en una serie de deportes. No está en la ONU: sí en la FIFA. No participaba de un Mundial de Fútbol desde Suecia 1958. Su participación en Qatar 2022, primero empatando con EEUU, y después cayendo ante el más acérrimo rival, Inglaterra, no estuvo a la altura de las expectativas.

En el Reino Unido, el rey es de Inglaterra, el príncipe heredero, de Gales. Esta situación de lateralidad, de ser tenido, literalmente, 'de hijo', no gustaba al reino de Gales. Según no pocos analistas de fútbol, la Selección Nacional galesa mejoró en su juego, y en su autoestima, a lo largo de la última década, en la misma y exacta medida que 'mejoraba' el nacionalismo galés.

"Para una nación de 3 millones de personas, llegar al más grande escenario deportivo internacional del mundo es altamente significativo. El pueblo de Gales estuvo esperando 64 años", dijo el primer ministro galés, el laborista Mark Drakeford.

“Para una nación de 3 millones de personas, llegar al más grande escenario deportivo internacional del mundo es altamente significativo. El pueblo de Gales estuvo esperando 64 años para que esto volviera a ocurrir”, dijo el primer ministro galés. El laborista Mark Drakeford es la máxima autoridad política en Gales.

Antes de partir la Selección Nacional rumbo a Qatar, el actor galés Michael Sheen había declamado un encendido monólogo, que pronto se volvió viral. Profetizaba que una “una tormenta roja estaba llegando a las puertas de Qatar”, una tempestad que pondría fin a siglos de bullying sufrido por Gales y gozado por Inglaterra.

Esta viralización de Sheen llevó a otra de Sheen. La de una conferencia, de tema ya por entero político, que había el actor pronunciado no sin elocuencia vehemente una década atrás, después del voto de Gran Bretaña a favor del Brexit. Sheen lamentaba, a la vez, la desindustrialización y la decadencia de la vida rural en Gales. La progresiva desaparición de las minas de carbón y de los altos hornos. El amargo legado de las amargas huelgas mineras contra Margaret Thatcher en la década de 1980. Y cómo “las deslumbrantes promesas que habían venido con la oferta del Brexit y de ser los cuatro reinos más británicos que nunca sonaban más y más huecas con cada nuevo presupuesto que se votaba en el Parlamento del Reino Unido de Gran Bretaña”.

La historia del lugar de Gales ganado (y perdido) en el Mundial de Qatar 2022 es inseparable de su propio derrotero como nación sin Estado. “La elevación de Gales como fuerza en el fútbol europeo a lo largo del último decenio coincidió con el surgimiento de una nación que se sobreponía a décadas si no siglos de supresión política y cultural, en buena parte autoinfligido”, escribió David Sheinin en The Washington Post. Las dos tendencias parecían así intercambiables. Mientras que los éxitos deportivos de la Selección encarnaban los nuevos triunfos del nacionalismo galés, el hambre de la ciudadanía por afirmación y ratificación exterior de la esencia única de la 'Welshness' se envolvía más y más en las camisetas de una docena de jugadores de fútbol.

AGB