En el equipo económico del Gobierno no están de acuerdo con el ala política de tensar la negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI) hasta el vencimiento de deuda del 22 de marzo. Quieren cerrar en las próximas semanas porque temen que la actual disparada de los dólares paralelos recaliente aún más una inflación que marcó el 3,8% mensual en diciembre pasado. Un eventual pacto definirá elementos que hacen a lo que el ministro de Economía, Martín Guzmán, considera clave para una política antiinflacionaria: reducción gradual del déficit fiscal -el FMI pide más-, la consiguiente disminución de la emisión monetaria -es lo que más inquieta al Fondo-, la depreciación paulatina del peso sin saltos bruscos -cada vez más difícil- y la coordinación de expectativas -es decir, acuerdos de precios y salarios con empresarios y sindicalistas, algo que el organismo internacional ha aceptado pese a su matriz ortodoxa de pensamiento-.
Si la decisión política consiste en estirar la negociación para ceder menos o directamente no acordar, no se descartan medidas para controlar el contado con liquidación (CCL), el mercado para girar divisas al exterior al que recurren más y más los importadores ante la falta de divisas en la plaza oficial. Vaya paradoja que con un superávit comercial de US$ 14.750 millones en 2021, en parte alentado por los altos precios de las materias primas agrícolas, las reservas del Banco Central se hayan mantenido casi sin cambios el año pasado: las debilitaron los pagos de deuda externa, incluido el préstamo récord que el FMI otorgó al gobierno de Mauricio Macri en 2018, y las intervenciones en el CCL.
Pero además de la receta ortodoxa contra la inflación, el Gobierno aplicará la heterodoxa. Un poco porque en el fondo coincide con la visión de Guzmán y un poco para quitarse la responsabilidad de los malos índices, el cristinista Roberto Feletti, secretario de Comercio Interior, suele aclarar que su cartera sola no puede bajar todos los precios sino sólo generar un ancla de referencia más dentro de una estrategia más amplia. Destacan que los Precios Cuidados o los medicamentos regulados se encarecieron menos que el índice de precios al consumidor (IPC) en los últimos meses.
El propósito de Feletti consiste ahora en extender los Precios Cuidados de los grandes supermercados a los chicos, crear la próxima semana una canasta de precios regulados de carnes, tanto de los siete cortes populares bovinos como la aviar, y al mismo tiempo poner en marchar un fideicomiso privado por el que lo exportadores de maíz y trigo subvencionen con lo que ganan en las exportaciones los precios internos del aceite -como ocurrió hasta ahora- y de la harina y los fideos -lo que constituiría una novedad-. La discusión está abierta porque el sector privado se resiste a extender demasiado el universo de los productos subvencionados, como el maíz para alimentar el pollo o el pan.
En el equipo económico admiten que la única forma efectiva de bajar la inflación en una economía bimonetaria en la historia reciente argentina ha consistido en anclar el tipo de cambio, pero advierten que esa estratregia choca con la falta de reservas del Banco Central. Por tanto, la descartan. Además, en 2021 tampoco resultó lo suficientemente efectiva para evitar un 50,1% de inflación. Atribuyen el alza del año pasado al boom de la inflación mundial, con países desarrollados y latinoamericanos batiendo récords de cuatro décadas. En una economía como la Argentina, que venía de un 36% de inflación en 2020, el shock de las cotizaciones de las materias primas agrícolas, mineras, energéticas e industriales -que se nominan en dólares- provocó un impacto en los precios locales tan fuerte como los que provoca una devaluación del peso, como en marzo de 2021, con un 4,8%. Así es que el IPC saltó 15 puntos en 2021, casi 50% más que el año anterior. En Estados Unidos se disparó del 1,2% en 2020 al 7% en 2021 y en Brasil, del 4,5% al 10%.
En el Gobierno descartan como inviable una baja brusca de la inflación. Sólo aspira a una reducción gradual y admiten que el principal factor que los puede ayudar radica en que este año no se prevén nuevos saltos de los commodities. También consideran que muchas empresas de alimentos, medicamentos e indumentaria recompusieron márgenes en 2021, las primeras sobre todo tras la finalización de los Precios Máximos vigentes en la cuarentena. En una reunión de principios de enero, Guzmán, Feletti, el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, y el presidente del Banco Central, Miguel Pesce, les pidieron a los empresarios de la alimentación que este año no respondan a la mayor demanda con remarcaciones de precios sino con incrementos de producción. Los funcionarios aspiran a que bajen un poco los márgenes esta vez. También descartan que aumentos graduales del dólar oficial o los anunciados incrementos de la luz y el gas muy por debajo de la inflación (20%) impidan recortar algo el IPC de 2022.
Por lo pronto, Feletti quiere evitar que las compañías se salten los Precios Cuidados con el lanzamiento de productos similares, pero con pequeñas variaciones de peso o ingredientes, con los llamados “mellizos”. En su secretaría se han abierto seis expedientes al respecto a partir de las 100 inspecciones diarias que Comercio Interior practica en el área metropolitana de Buenos Aires (AMBA), el doble de las que se hacían antes de su llegada al cargo. También los consumidores pueden denunciar por e-mail, app o redes sociales.
Pero los productos mellizos representan sólo una anécdota frente al fenómeno inflacionario. En 2021 hubo productos y rubros que aumentaron incluso muy por encima de la inflación del 50,8%: carnes (60%), leche y huevos (61%), café, yerba y té (61%), indumentaria y calzado (67%), autos (74%), educación (62%) y restaurantes y hoteles (68%). Habrá que ver si el Gobierno logra vencer los pronósticos de 55% de inflación previsto por bancos, consultoras, universidades y think tanks en el relevamiento de expectativas de mercado (REM) del Banco Central.
AR