Panorama Económico

Celulares y zapatillas, desinflación y dólares, la receta de Massa

16 de diciembre de 2022 10:47 h

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El lunes, Sergio Massa se encontró con los fabricantes de electrónica de Tierra del Fuego, las cadenas de electrodomésticos -menos Garbarino, cuyo dueño, Carlos Rosales, socio de Sergio Berni, comparecía al día siguiente al juzgado de su concurso preventivo-, los comercios pequeños, los bancos y las tarjetas de crédito para congelar los precios de los teléfonos celulares por tres meses. El miércoles el ministro de Economía se sentó con los fabricantes y las cadenas de locales de zapatillas para rebajar ahora su valor en un 20% y aumentarlas de enero a abril un 3% mensual. “Celulares y zapatillas”, les resumió uno de los integrantes del equipo económico la fórmula de la felicidad para levantar las copas en estas fiestas y apuntalar un consumo navideño que vino un tanto postergado con tantos partidos de la selección durante los últimos tres fines de semana. Es cierto que ambos productos demandan la importación de insumos, pero si hay que perder dólares que sea con bienes que hacen al status en una sociedad empobrecida y que, por tanto, rinden en términos electorales, reflexionó uno de los interlocutores del ministro. Massa ya está en modo candidato presidencial, aunque lo niegue, sobre todo después de lograr que la inflación baje al 4,9% en noviembre.

Quizá al abogado tigrense se le alinean los planetas, comentan en un banco extranjero. Entre el dólar soja 2 -ya se liquidaron US$ 1.800 millones y faltan dos semanas para alcanzar los 3.000 millones proyectados para el cierre de 2022- y el próximo desembolso del Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Central de Miguel Pesce sumará reservas netas por US$ 8.000 millones, suficientes para atravesar el desierto hasta la cosecha gruesa, la de soja y maíz, en abril. Y para que entonces haya granos solo queda rezar para que continúen las incipientes lluvias para revertir la sequía. La actual cosecha de trigo se redujo a casi la mitad, de 23 millones de toneladas en 2021 a 11,8 millones, según el economista Julio Calzada, de la Bolsa de Comercio de Rosario. La siembra de soja y maíz se ha retrasado y, al ser tardía, rendiría menos, por lo que se prevé una caída de la producción respecto de 2022, según el analista Sebastián Olivero, de la firma StoneX. Su colega Diego de la Puente, de Nóvitas, coincide en que se recortará la previsión de cosecha, pero recuerda que por ahora el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés) sigue previendo una recolección récord. Por las dudas, el secretario de Agricultura, Juan José Bahillo, reparte subsidios para que los sojeros pequeños y medianos que hayan liquidado todo y no hayan recurrido al dólar especial adquieran fertilizantes y granos, al tiempo que estudia ayudas para los ganaderos y tamberos que, ante la sequía de los pastizales, deban recurrir al engorde a corral. ¿Deberá Massa lanzar un dólar soja 3 para que los productores liquiden en abril? Se requeriría demasiada emisión de pesos para comprar tantas divisas en plena cosecha gruesa. Pero en el banco citado calculan que si llueve y si Cristina Fernández de Kirchner, que renunció a candidatearse en 2023, sigue dándole libertad a Massa para ajustar el déficit fiscal, entonces puede haber margen para continuar reduciendo la inflación, aminorar el ritmo de depreciación del peso -lo que funcionaría como ancla para los precios- y hasta conseguir algo más de financiamiento en el mercado local.

Financiamiento y emisión

Ya este miércoles Massa y su secretario de Finanzas, Eduardo Setti, consiguieron casi el doble del fondeo que se necesitaba y de lo que se esperaba. Se logró, claro, pagando una tasa de interés que duplica lo adeudado en el corto plazo, lo que eleva la base monetaria y la presión sobre la inflación. En la oposición aún discuten si ellos reestructurarían o no las letras en caso de volver al gobierno, como hizo el último ministro de Hacienda de Mauricio Macri, Hernán Lacunza. La frondosa colocación de deuda se logró sobre todo gracias a dos actores. Unos nuevos, los importadores, que antes colocaban sus pesos en bonos en dólares y ahora recibieron letras dólar linked -atadas al tipo de cambio oficial- con la promesa velada de acceder al angosto mercado cambiario cuando necesiten concretar sus compras externas. Los otros son los cada vez más recurrentes organismos y bancos estatales. En los últimos dos meses, el Central ya venía comprándoles sus tenencias de bonos, con la consiguiente emisión monetaria, para que con sus pesos pudieran entrar en esta licitación. Más pronto que tarde se desharán de las nuevas letras a manos de la autoridad monetaria para participar de la próxima colocación. Habrá que ver qué opina el FMI de esta rueda de emisiones encubiertas para financiar el rojo de las cuentas públicas. También implica imprimir billetes para costear el déficit la operación que el Central hizo este 6 de diciembre cuando le compró al Tesoro unos derechos especiales de giro (DEG) girados por el Fondo a $ 200.000 millones. Con estos trucos, Massa cumple su promesa de no pedirle asistencias a la autoridad monetaria para cubrir el desequilibrio fiscal.

Si logra estabilizar la inflación, aunque difícilmente cumpla con su promesa de bajarla al 3% para abril, Massa puede mostrarse como candidato competitivo, según el jefe de un fondo de inversión del exterior. Tasas altas, dólares especiales para ciertos exportadores, reducción gradual del gasto público y acuerdos de precios es su receta. Habrá que ver si para consolidarse como aspirante a la Casa Rosada deba aflojar en el segundo trimestre del año próximo con el ajuste fiscal comprometido con el FMI. En la oposición lo dan por descontado. En el banco extranjero antes mencionado ven que además los empresarios argentinos, más dispuestos a hacer negocios con el poder que a tomar riesgos, se sientan cómodos con un candidato como el abogado tigrense. En el fondo de inversión se preguntan si Cristina Kirchner no se arrepentirá de su renunciamiento o si armará un espacio propio o si se apartará de todo, dejando lugar a Massa. Aclaran que sus clientes extranjeros prefieren candidatos “moderados”, como el ministro pero también como Horacio Rodríguez Larreta entre los opositores. Admiten que en eso se diferencian de los empresarios argentinos que reclaman radicalidad en las reformas y se ven más atraídos por Macri o Patricia Bullrich. En estos tiempos de tasas altas ha regresado hace un par de meses el interés por los mercados emergentes y Latinoamérica aparece como la región que más la subió, pero en el mundo se privilegian los gobiernos que eviten los vaivenes bruscos y por eso ahora el Brasil de Lula es otra vez la estrella, como en 2003.

En al menos dos bancos extranjeros y en el citado fondo de inversión han comenzado a recibir tímidas y acotadas pero consultas al fin de clientes foráneos interesados en tomar riesgo y apostar por los baratos títulos públicos en dólares, que hace un mes y medio valían US$ 22 por cada 100 nominales, ahora están a 27 y deberían por lo menos llegar a 45, la cotización posterior a su reestructuración en 2020. De todos modos, la inmensa mayoría de la clientela no mira ni remotamente a la Argentina. Ya en 2013, cuando en el mundo predominaban las tasas de interés bajas, la victoria legislativa de Massa sobre el kirchnerismo ilusionó a los inversores de riesgo con lo que ellos llamarían el “fin del populismo”, pero todo estalló en el tercer año del gobierno de Macri, en 2018.

Reformas

En el establishment argentino ya está recaudando más fondos Bullrich que Larreta, que al menos puede recurrir a la caja de la ciudad. De hecho, el gobierno porteño, al igual que el nacional y el jujeño, del aspirante presidencial Gerardo Morales, aprovecharon las tandas publicitarias del Mundial para soltar sus propagandas. A la ex ministra de Trabajo de Fernando de la Rúa y de Seguridad con Macri le va mejor en las encuestas, pero el gobernante de la capital tienen más armado territorial gracias a que el secretario de Asuntos Estratégicos de la ciudad, Eduardo Macchiavelli, siempre está dispuesto a armar las valijas para viajar al interior a visitar dirigentes. Los empresarios la ven a Bullrich más dispuesta a emprender reformas y enfrentar al peronismo y a los gremios que Larreta. Gustan sus economistas más halcones, como Luciano Laspina y Dante Sica, o Carlos Melconian, que desde la Fundación Mediterránea se ofrece a todos pero guarda mayor afinidad por la Piba que reniega de un pasado montonero. Y eso que el jefe de gobierno porteño tampoco se rodeó de palomas: al menos resulta extraño describir así a Lacunza, Luis Secco, Guido Sandleris, Gustavo Cañonero o Lucas Llach. Un alto ejecutivo de uno de los principales hombres de negocios de la Argentina describe así el escenario: “Es necesario hacer reformas para atraer inversiones, pero el problema es cómo porque la gente no se banca más ajuste, está con sueldos bajos, no se puede ir de vacaciones, saca a sus hijos del colegio privado. ¿A cambio de qué le van a pedir esfuerzo? ¿De un futuro mejor? Pero necesitamos un Estado chico y dejar de emitir pesos sin respaldo, y para eso se necesita un presidente fuerte, no elegido a dedo sino que vengan de ganar unas primarias. Tampoco podés bajar impuestos, tenés que agrandar la torta, terminar con informalidad laboral y tributaria”. Con ese discurso, los grandes apuntan a las pymes, pero la lista del blanqueo de capitales que organizó Macri en 2016/2017 demuestra que más evaden los empresarios más poderosos. Esos mismos que ahora respiran tranquilos, pese al nuevo acuerdo de intercambio de información tributaria con Estados Unidos porque sólo apuntará a las cuentas bancarias a nombres de personas, no de sociedades donde se ocultan, y porque el primer giro de datos se hará en septiembre de 2024, sobre la base de lo registrado en 2023. Por eso, en estos días previos a fin de 2022 se apuran a emprolijar sus tenencias en el país del Norte.

Puedan que existan empresarios massistas como José Luis Manzano y Daniel Vila, que preocupan al ministro por su intención de venderle el 50% que tienen en el Grupo América a Marcelo Figoli, el dueño del grupo de medios críticos como Radio Rivadavia. Pero la mayoría del establishment sólo ve al ministro como una opción mejor dentro del peronismo respecto a la experiencia de lo que fue Alberto Fernández, de un regreso descartado por ahora de Cristina Kirchner o de una eventual postulación de Axel Kicillof. Puede que el político que mejores lazos ha construido entre los hombres de negocios y la política estadounidense haya sido aplaudido hace una semana en un asado con Jorgito Brito, Gustavo Weiss, Adelmo Gabbi, Daniel Funes de Rioja, Mario Grinman, Marcos Pereda y Eduardo Eurnekian, pero a la masa de los grandes empresarios les interesa mantener una aceitada relación con él porque está sentado sobre la ventanilla de acceso a los dólares baratos para importar y a los caros para determinados sectores exportadores, como el sojero o el tecnológico. Distinta es la situación de las pymes, sin contactos en la administración pública, algunas de las cuales halla dificultades para pagar el aguinaldo porque por la falta de insumos importados debió acotar su producción en los últimos meses. Este jueves, en el evento anual de Pro Pymes, el programa del grupo Techint para ayudar a sus clientes, el jefe del Palacio de Hacienda, en compañía del anfitrión Paolo Rocca, prometió que el año próximo continuarán los “programas de incentivos a la exportación”, es decir, más dólares especiales y nada de devaluación brusca, y suministrará a los importadores de insumos productivos hasta 10% más de divisas que en 2022. “Lo de Massa es un plan para ganar elecciones, aunque puede bajar la inflación al 4% si baja la emisión y ajusta las cuentas”, opina un alto ejecutivo del consumo masivo. Pero por lo menos dos consultores de grandes empresas desconfían que el 4,9% de noviembre constituya una tendencia hacia el descenso e incluso uno de ellos advierte que el acuerdo de Precios Justos, que impide aumentos mensuales de más del 4%, ha provocado faltantes en góndolas.

Mientras tanto, en los barrios populares, donde vive más que un tercio de los argentinos, continúa preocupando la inflación, en especial de los alimentos porque en los almacenes no rigen los Precios Justos, y también inquieta la inseguridad, según un dirigente oficialista que los recorre con frecuencia. Más allá de las protestas de piqueteros dentro y fuera del Frente de Todos contra el escueto bono de fin de año, este informante descarta mayor conflicto social en la semana que va de la final del Mundial a la Nochebuena. “Sí está la tensión cotidiana. La gente revienta para adentro. La actividad económica se desacelera, se ve en las changas. El que tiene trabajo sabe que no llega a fin de mes. Tenés que gastar lo que tenés porque a fin de mes no sirve, olvidate de comprar bienes durables. El Mundial no tapa, es que la gente se acostumbró a esta situación crítica. Y encima aparecen los cortes de luz. El peronismo está agotado, no debería ganar, pero la gente también se cansó de la oposición y por eso crece (Javier) Milei”, describe el dirigente que aún le prende una vela a Massa.

AR