Mauro Del Barrio palpa de primera mano el consumo de la clase media que más riesgo corre de caer en la pobreza con la aceleración de la inflación. Con otro socios tiene dos confiterías en shoppings de La Matanza, en González Catán y San Justo. “Enero fue bueno, pero en marzo, cuando la gente volvió de las vacaciones y empezaron las clases, bajó un poco y abril fue malo. Los fines de semana las ventas cayeron 30% y los días de semana, a la mitad. Desde que a mediados de abril se conoció que la inflación de marzo había sido del 7,7%, fue como un tsunami, no se movió más el consumo y volaron los costos”, relata Del Barrio. “Antes la familia salía a un restaurante, ahora va a una hamburguesería porque le cuesta la mitad. Antes la gente salía a un bar, después pasó a una cervecería y ahora viene a tomarse un café con un budín por 1.000 pesos y se queda charlando dos horas. No por nada las confiterías se ponen de moda”, relata.
Antes trabajaba en la fábrica de calzado de su padre, pero no les fue bien con el gobierno de Mauricio Macri y apostó por los cafés en 2019. Entonces publicó búsquedas laborales en redes sociales y recibió 50 currículums en un día. “Era gente que estaba sin trabajo”, recuerda. Hace un mes volvió a buscar empleados para completar su plantel de ocho personas y le aparecieron 500 candidatos en una hora. “Muchos tienen planes sociales y no quieren entrar en blanco porque los pierden. Otra es gente con salario informal de 40.000 o 50.000 pesos por 10 horas de trabajo en pizzerías, delivery, gastronomía, almacenes de barrio, comercios de ropa. Es decir, gente con empleo pero que debe llegar a fin de mes con algún plan social. Son los nuevos pobres, no desocupados como en los 90 sino trabajadores que no llegan con sus ingresos y se van reciclando en la economía informal. A veces es gente que te falta en el periodo de prueba de tres meses, impuntuales, con mal léxico”, describe Del Barrio, que paga $ 115.000 por media jornada laboral.
El desempleo ha bajado al 6,3% en el último trimestre de 2022, desde el 9% en el final del gobierno de Macri y desde el 13% de la cuarentena de 2020, pero el poder adquisitivo del ingreso laboral promedio cayó 8,6% en los tres primeros años de la administración de Alberto Fernández y acumula un bajón del 26,3% en los últimos cinco años, según el último “Informe sobre situación del mercado de trabajo” que elaboraron Mariana González y Cecilia Garriga en el Centro de Investigación y Formación (Cifra) de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA). Allí, se advierte que la clase media ha sido la más perjudicada con el actual gobierno. Ese 40% de la población perdió el 11,3% de su ingreso laboral promedio ajustado por inflación, mientras que el 40% que vive en la pobreza retrocedió el 6,2% y el 20% más rico, 6,8%. Si se considera el periodo de 2018 a 2022, es decir, los dos últimos años de Cambiemos y los tres primeros del Frente de Todos, los pobres fueron los que más ajuste sufrieron, el 30,3%, frente al 28,8% de la clase media y el 22,5% de los trabajadores de clase media alta.
González y Garriga también analizaron el ingreso per cápita familiar, que incluye el laboral, las ayudas sociales y las jubilaciones y pensiones. En este caso también la clase media fue la que más resignó: el 12,4% en el gobierno actual y el 26,3% en el periodo 2018-2022. Las familias de clase media alta perdieron el 12,2% entre 2020 y 2022 y el 25,4% entre Macri y Fernández. En cambio, los hogares pobres cayeron menos en su poder de compra, sólo 4,3%, con el Frente de Todos, gracias a las asignaciones por hijo, la Tarjeta Alimentar y el Potenciar Trabajo, entre otros planes que quizá constituyan el motivo que evita un estallido social, pero el problema es que acumulan un 25,8% de descenso respecto de 2017.
“Sobra mes”
“Se come lo que se puede, y no lo que se quiere”, “en esta casa hace un año y medio que no se come carne vacuna”, “el problema no es que falte plata, es que sobra mes”, “aunque no me alcance la plata me tomo cuatro días de vacaciones porque si no la cabeza y me explota, y por los chicos: no les puedo hacer eso después de todo lo que sufrieron”, “la plata quema, no dejes para mañana lo que podes comprar hoy”, son frases que escuchan en la Consultora W, especializada en consumo masivo, durante los focus groups. Así lo cuenta su presidente, Guillermo Oliveto. Y aporta datos: en los autoservicios de barrio las ventas bajaron 11% en el primer trimestre del año, mientras que las de los comercios de indumentaria a la calle cayeron 12%. “Son dos indicadores que muestran la pérdida de poder adquisitivo en los sectores de clase media baja y baja no pobre ya que es donde más compran”, señala Oliveto. Agrega otra cifra más: en ese mismo periodo disminuyó 6,6% la comercialización de insumos para la construcción. “Es relevante porque la construcción es muy generadora de empleo en la clase baja superior”, apunta Oliveto.
Del Barrio, en su confitería del shopping de San Justo, con pocas mesas ocupadas un martes por la tarde, también analiza el fenómeno como político, pues integra la comisión de economía de la Convención Nacional de la UCR: “La pobreza es grave, crece, pero más me alarma la desigualdad social: hay sociedad que sobrevive, otra que invierte, se forma”. Es una descripción similar a la que hace un año hizo Luis Pagani, que acaba de dejar la presidencia de Arcor en manos de su hermano Alfredo: “Hay dos Argentinas: una que consume y otra que le cuesta llegar a fin de mes”.
Del Barrio agrega: “Como político, me acerco a barrios y no creo que (Javier) Milei pueda amalgamar todo el malestar social, dependerá de los minutos previos al llegar a las urnas. La experiencia de Macri hizo un quiebre en el electorado. Cuando kirchnerismo llegó a un límite en 2015, la población se encontró con la desilusión con Macri y por eso hace mella el discurso de Milei, pero no creo que se traduzca en votos. La gente no se ve como objeto de intercambio, como con el comercio de órganos que él propone, pero se queja de que el ascenso social es por el trabajo público, no el privado. La respuesta a todo es la democracia. La falta de respuestas lleva al 'tú puedes', pero la pobreza no se soluciona con esfuerzo individual, no se logra sin la intervención del Estado, pero tampoco con un Ministerio de Desarrollo Social que sea más importante que el de Producción. Ningún país prospera así. Pero para transformar planes sociales en productivos de país necesitamos definir qué le vamos a vender al mundo y tener en cuenta que la casi mitad del país es pobre, está poco calificada y por eso hay que tener en cuenta las industrias textil, del calzado y metalmecánica para lograr un rápido impacto en el empleo”.
AR