–Un país con 100% de inflación no tiene una mirada de largo plazo que ayude a construir desarrollo y no conozco experiencias de salidas graduales de esa dinámica –dice Antonio Aracre, CEO de Syngenta, buscando un rayo de sol sobre la vereda del hotel Sheraton, en la mañana helada de Mar del Plata. Es viernes y adentro comienza la última jornada del Coloquio IDEA.
–Cuando tenés un 3% de inflación mensual y queres pasar al 1% y 2% es difícil, pero podés probar. Cuando tenes 6%, 7%, 8% de inflación mensual la dinámica inflacionaria tiene una inercia autónoma, lejana de la macroeconomía. Un 100% de inflación no tiene nada que ver con nuestro déficit fiscal.
Si hubo una coincidencia entre los empresarios que participaron del Coloquio IDEA, que se realizó entre el miércoles y el viernes en Mar del Plata, fue el diagnóstico de que se necesita un plan de estabilización o, al menos, decisiones de mayor voltaje. Las diferencias, en todo caso, estuvieron en las maneras de hacerlo.
Los números que mostró Alberto Fernández en su cierre del coloquio no contribuyeron a introducir en los empresarios la idea de que, tal como viene siendo ejecutada, la estrategia oficial marcha por el carril correcto o que es al menos suficiente para tender un puente hacia el recambio electoral de 2023. Frente al pedido de shock, el Presidente trató de avanzar con el razonamiento opuesto: los invitó –casi que los obligó– a valorar los resultados de su estrategia gradualista.
Mostró datos: la reactivación de la economía post pandemia, el crecimiento de las exportaciones (que este año, según dijo, terminarán cerca de los US$100.000 millones), el aumento del empleo. “Ahí tienen los datos, miren. ¿Vieron que todas las curvas van para arriba? ¿No les parece que son datos elocuentes para pensar que el vaso está medio lleno?”, dijo. Fastidiados, en las mesas los empresarios cruzaron miradas.
De todos modos, el éxito de un plan de estabilización depende en gran parte de que se pueda ejecutar y cuando se incluyen dentro del combo ideas como el congelamiento de precios, los empresarios se retraen. El evento coincidió con la disparada de un rumor acerca de la intención del Ministerio de Economía de avanzar con una estrategia de este tipo a partir de noviembre y, consultados en los pasillos, distintos ejecutivos se apuraron a decir que no cuenten con ellos.
“No la veo ni ahí. Cuanto mucho podríamos congelar un par de productos, no mucho más”, resumió el líder de una alimenticia. Su buena voluntad –se defendieron algunos hombres y mujeres de negocios– ya está depositada en Precios Cuidados, un programa en el que participan con sus marcas emblemáticas.
Aracre, que hace algunos días anunció que dejará el mundo corporativo para volcarse a la política o los medios (a “la discusión pública”) le hizo honor a su fama de rara avis. “En ese tipo de medidas de shock yo no creo mucho en los consensos, creo en las articulaciones de medidas técnicamente sólidas, que se anuncien centralizadamente por un gobierno y tengan incluidos en esos decretos penalidades para quienes las incumplen”, dijo a elDiarioAR.
Por otra parte, varios empresarios coincidieron en la gran fortaleza institucional que se necesitaría para hacer cumplir un programa semejante. “¿Con qué autoridad podrían aplicar un programa así? ¿Quién es el garante político de eso? ¿Es Massa, es Alberto, es Cristina?”, lanzó una mujer de la industria.
Si bien hubo empresarios que no disimularon los buenos ojos con que miran la gestión entrante del ministro Sergio Massa, la presencia oficialista fue deslucida. Tuvieron mayor protagonismo los políticos opositores –en el panel de gobernadores, Horacio Larreta y Gerardo Morales, coordinaron discurso y recolectaron más aplausos que los tres peronistas con los que compartieron escenario– y, sobre todo, los más radicalizados.
Javier Milei fue uno de los invitados al Sheraton y participó de un almuerzo con empresarios; allí mismo refrendó su aversión al Estado, al que llamó “monstruo inmundo”. También llegó con el recibimiento propio de una celebridad la presidenta del PRO, Patricia Bullrich. Fue la personalidad que más interés suscitó y, dentro del supuesto de la institucionalidad, también mantuvo su línea rupturista. Incluso más rupturista de lo que algunos hombres de negocios esperaban. Les dijo en privado que las pymes deberán prepararse para competir y, si no lo logran, convertirse en oficinas.
La postura informal de los empresarios fue articulada –y aplaudida– en el escenario por distintos economistas de buenos vínculos con el sector. “Hace falta un programa de estabilización que contemple las reformas estructurales”, resumió la economista Marina Dal Poggetto, titular de la consultora EcoGo. La acompañaba en el panel Martín Redrado, director de Fundación Capital, que coincidió. “La Argentina necesita un programa de estabilización y crecimiento”, dijo. “La sociedad argentina transpira una crisis de confianza que no se supera con una regla fiscal. Necesita una visión de shock de leyes que puedan dar vuelta las expectativas, y que sean votadas con mayorías especiales”.
Redrado coincidió con Hernán Lacunza, también compañero de panel, en las bases de su optimismo hacia el futuro. “Ya no hay manera de financiar este gasto. Se acabó la plata; llegó la hora de la verdad”, dijo Redrado. “No hay más, ¿qué vamos a hacer? Por eso soy optimista, por la escasez”, dijo Lacunza. El exministro de Economía de Mauricio Macri aseguró que, en este marco, “un nuevo gobierno tiene más chances de resetear, de hacer un cambio de régimen. No se puede seguir con más de lo mismo; ya es vox populi, hay una demanda de cambio”, señaló.
DT