Casi 4 de cada 10 trabajadores en relación de dependencia no estaban registrados en la seguridad social, lo que eleva la tasa de informalidad entre los asalariados del país al 36,7%, y una mayoría de ellos son jóvenes, de acuerdo al último informe del Empleo Asalariado Informal y la Pobreza Laboral. Asimismo, el 40% de los asalariados vive en un hogar pobre, valor que asciende a 63% entre los informales, por lo que seis de cada diez personas asalariadas en condición de informalidad viven en un hogar pobre. Esta cifra se reduce a 27% entre los asalariados formales.
El informe fue elaborado por el Área de Empleo, Distribución e Instituciones Laborales (EDIL), perteneciente al Instituto Interdisciplinario de Economía Política (IIEP) de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires, coordinado por Roxana Maurizio y Luis Beccaria.
De los datos dados a conocer este lunes, se desprende que, en la comparación interanual, se observa un aumento de aproximadamente 1 punto porcentual. Los autores destacan que, en una mirada al largo plazo (desde 2003) ubica a la tasa de informalidad en un valor idéntico al observado en el tercer trimestre de 2008.
En el mismo sentido, destacan que desde ese año (era presidenta Cristina Fernández de Kirchner) hasta la irrupción de la pandemia a comienzos de 2020 (bajo la gestión de Alberto Fernández) la tasa de informalidad se mantuvo en valores de entre 32% y 35,7%, lo que ubica el número del tercer trimestre de 2024 arriba del registrado a lo largo de ese período. Sin embargo, más allá de las fluctuaciones, la tasa de informalidad se mantuvo con relativa constancia y en un valor muy elevado en los últimos 16 años.
Datos clave del informe
Informalidad y pobreza
En el segundo trimestre de 2024, 40% de los asalariados vivían en un hogar pobre. Sin embargo, este valor ascendía a 63% entre los informales. O sea, 6 de cada 10 asalariados en condición de informalidad vivía en un hogar pobre. Esta cifra se reduce a 27% entre los asalariados formales.
Los investigadores explican que cuando se hace la comparación entre el salario mensual y el valor de la canasta de bienes y servicios básicos (línea de pobreza individual) también se observa una gran discrepancia entre ambos grupos de trabajadores. Mientras que el 59% de los asalariados informales recibe un salario mensual inferior al valor de esta canasta, ello sucede en el 8% de los asalariados formales.
A modo de referencia, el salario mínimo promedio mensual del segundo trimestre en términos netos fue alrededor de $190 mil mientras que el valor de la canasta de pobreza promedio de un trabajador asalariado fue de $238 mil. Este panorama era diferente, por ejemplo, en 2017. En ese momento, esos valores eran, respectivamente $6700 para el salario mínimo neto y $3575 para la canasta de pobreza promedio para los trabajadores asalariados, lo que muestra claramente la pérdida del poder adquisitivo del salario mínimo. En definitiva, estas cifras muestran que tener un puesto de trabajo en Argentina no es un reaseguro para vivir fuera de la pobreza.
Más mujeres informales
La tasa de informalidad asalariada total fue 36,3%, siendo 34,2% entre los hombres y elevándose a 38,9% entre las mujeres. En promedio, la tasa de informalidad femenina a mediados de 2024 fue aproximadamente 5 puntos porcentuales más elevada que la tasa masculina. Sin embargo, dada la mayor proporción de hombres en el total del empleo asalariado (54%), éstos dan cuenta del 51% de la informalidad asalariada total.
Los jóvenes lideran el ranking de informalidad laboral
En cuanto a los rangos etarios, los jóvenes experimentan una tasa de informalidad significativamente más elevada que otros grupos etarios, al punto que en el segundo trimestre de 2024, ésta era de casi 64%, 28 puntos porcentuales más elevada que la tasa global, lo que equivale a que algo más de 6 de cada 10 jóvenes trabajadores en relación de dependencia no está cubierto por la normativa laboral y la seguridad social.
En tanto, los trabajadores asalariados de entre 45 y 64 años (60 años en el caso de las mujeres) son quienes experimentan la tasa de informalidad más baja (27,5%). Le sigue en incidencia el grupo de entre 25 y 44 años (34,4%) y el de 65 años (60 años en las mujeres) y más (47,9%).
Diferencias por nivel educativo
Casi 7 de cada 10 mujeres asalariadas de menor nivel educativo trabaja en la informalidad. Ello representa más de 4 veces la incidencia entre hombres de nivel educativo universitario. La brecha de informalidad entre hombres y mujeres casi desaparece en el nivel educativo más elevado. Por el contrario, entre las y los asalariados que no completaron el nivel secundario, esta brecha es de 16 puntos porcentuales, con mayor incidencia en el caso de las mujeres. Mientras que dentro del grupo de hombres la diferencia en la tasa de informalidad entre el grupo de menor nivel educativo y el de mayor nivel educativo es de 35,5 puntos porcentuales, esta diferencia se eleva a casi 52 puntos porcentuales entre las mujeres.
Por tamaño de empresa
De acuerdo al informe, “el poder explicativo del tamaño de empresa se refleja aún más cuando se lo analiza de manera conjunta con el nivel educativo En efecto, las empresas de menor tamaño registran las tasas de informalidad más elevadas, independientemente del nivel de educación alcanzado. De hecho, los asalariados con nivel universitario completo registran en estas empresas una incidencia de la informalidad más elevada que los asalariados de menor capital humano en las otras dos categorías de tamaño consideradas”.
Ello indica que el “poder formalizador” de la educación se reduce fuertemente en los establecimientos más pequeños. Mientras que la tasa de informalidad en el segundo trimestre de este año de los asalariados universitarios trabajando en firmas de mayor tamaño era 8,4%, ésta era de 14,7% en firmas de tamaño medio y alcazaba el 53,6% en las empresas de hasta 5 ocupados.
Por regiones
La menor incidencia de la informalidad en la región patagónica se replica en los tres niveles educativos considerados. Con una tasa de informalidad global de alrededor del 36,3%, la correspondiente a los asalariados de esta región con nivel educativo bajo era del 34,4%, la correspondiente a los asalariados con nivel medio del 18,8% y del 5,1% entre los asalariados terciarios/universitarios.
En el otro extremo, si bien las regiones NOA y NEA exhiben las máximas incidencias de informalidad tanto en el nivel educativo más bajo (con tasas del orden del 66,7%/63,9%) como en el intermedio (45,0%/43,8%), ello no es así entre los universitarios.
En el nivel más alto de educación, las tasas de informalidad más elevadas las registran las regiones Cuyo y Pampeana.
La brecha salarial y desigualdad
Adicionalmente a la falta de cobertura de los derechos laborales y de la seguridad social, los asalariados informales exhiben una “penalidad” salarial respecto de asalariados con similares características personales y del puesto de trabajo pero que se desempeñan en la formalidad.
En promedio, la penalidad por informalidad es del orden del 46%. Esto quiere decir que si un asalariado formal obtiene un salario mensual de $100, un trabajador informal con igual nivel educativo, igual edad, en la misma región, trabajando en la misma rama de actividad y en una empresa de igual tamaño obtendrá una remuneración mensual de $54.
Sin embargo, la brecha salarial global asociada a la informalidad promedia situaciones diferentes entre los diversos grupos de trabajadores.
A modo de ejemplo, el salario promedio de un hombre de entre 25 y 44 años de edad, con secundario completo o universitario incompleto, trabajando como asalariado formal en el sector Comercio y en una empresa de tamaño medio fue de $540 mil en el segundo trimestre de 2024. En promedio, ese salario se reducía a $336 mil en el caso de los asalariados informales con esos mismos atributos y trabajando en ese sector de actividad. O sea, la brecha era de 38%.
La combinación de esta penalidad salarial y de la mayor incidencia de la informalidad entre los asalariados de menor nivel educativo, jóvenes y mujeres (quienes, en promedio, obtienen menores salarios que el resto de los trabajadores) da por resultado una fuerte asociación entre la incidencia de la informalidad y la posición en la escala salarial.
En efecto, en el primer quintil de ingresos laborales (20% de trabajadores con menores salarios) la incidencia de la informalidad supera el 80%. O sea, 8 de cada 10 trabajadores de menores ingresos trabaja en un puesto informal.
En el otro extremo, en el 20% de mayores salarios, la incidencia se reduce a 6%.
La comparación con otros países de la región
La mirada regional permite identificar la posición de Argentina en materia de informalidad en comparación con otros países de América Latina.
En una región caracterizada por la informalidad y la precariedad laboral, Argentina se ubica en una situación intermedia (considerando áreas urbanas de 10 países de la región). • Uruguay, Chile, Costa Rica y Brasil registran tasas de informalidad entre asalariados de entre 9% y 21%. En el otro extremo, Perú y Paraguay tienen tasas superiores al 50%.
Informe elaborado por el Área de Empleo, Distribución e Instituciones Laborales (EDIL), perteneciente al Instituto Interdisciplinario de Economía Política (IIEP) de la Facultad de Ciencias Económicas.
IG