Aún con timidez, las expectativas del sector privado sobre el rumbo de la economía empiezan a mejorar. Por primera vez desde el inicio de la pandemia la Encuesta de Expectativas de Ejecutivos de la organización empresarial IDEA, que se realiza de manera semestral, mostró que los hombres y mujeres de negocios anticipan el inicio de una “incipiente reactivación”. Sin embargo, se espera que la recuperación no sea homogénea entre sectores—como no lo fue el golpe derivado de las restricciones— y que también muestre diferencias por tamaño de las empresas. Las pymes, por ejemplo, se postulan como las protagonistas en el terreno del empleo.
La encuesta, que se realizó en julio a 250 ejecutivos socios de IDEA, mide las expectativas que tienen los empresarios para el semestre siguiente y, al mismo tiempo, compara las expectativas previas con la evaluación concreta del semestre transcurrido. Así, aparecen momentos de mayor alineación entre ambos elementos y otros de fuerte disociación.
En la serie presentada se advierte que en 2018 hubo una brecha profunda entre las expectativas y la evaluación del período, relacionada con la crisis cambiaria de ese año. Una distorsión similar se vio en 2020, con el inicio de la pandemia, donde además la evaluación efectiva del período estuvo en niveles muy bajos, solo equiparables con la crisis de 2001. Sin embargo “toda la crisis de 2001 fue más corta que este período de distorsión que se inició en 2018”, reflexionó el consultor Eduardo D'Alessio, a cargo del relevamiento, en una conferencia de la que participó elDiarioAR.
Las variables empezaron a alinearse hacia 2021 y ahora el estudio relevó una mejora de las expectativas para la segunda mitad de este año, lo que traza un cambio de tendencia. La encuesta mostró que los ejecutivos ven un “punto de inflexión” y auguran para el próximo semestre un “incipiente estadio de reactivación”.
D’Alessio y el economista Santiago Bulat, que también participó de la presentación de los resultados, advirtieron que la recuperación será muy heterogénea y dependerá en gran parte del sector al que pertenezca cada empresa y de su tamaño. En la medida que se relajen las restricciones vinculadas a la pandemia, los servicios (más golpeados por la crisis sanitaria) tendrán una mejora más fuerte.
“Todavía es incierto el rumbo de esta recuperación, que durante los últimos meses se vio que empezó a estancarse. Además, si crecemos el 7% del PBI que se espera para este año todavía estamos muy lejos del pico de 2017; todavía faltaría mucho para recuperar”, matizó Bulat.
¿Cuáles son los factores en que los ejecutivos basan su mejora de expectativas? En primer lugar, consideran que se tocó el piso de la caída de ventas y el 62% de los encuestados estima que habrá estabilidad de ventas o aumentarán el el próximo semestre, lo mismo que esperan para las exportaciones.
En cuanto a la inversión, la expectativa es mejor que en el relevamiento anterior, pero se mantiene en terreno negativo. También se ve desaceleración de la expectativa negativa en lo relativo al empleo, donde las pymes son las que se ubicaron a la delantera de las previsiones de contratación. “No hay diferencia entre los que van a aumentar la dotación de personal por sector, pero sí hay más empresas pequeñas dispuestas a tomar personal que de las grandes. El saldo neto sigue siendo negativo, pero menos que antes”, aclaró.
Como propuestas para mejorar este punto, los empresarios mencionaron incentivos fiscales pero, sobre todo, cambios en las condiciones de contratación. Según recapituló Bulat, en 2008 se tocó el pico de empleo privado en relación de dependencia formal, que superó el 24% del empleo, porcentaje que actualmente bajó al 19%. “Tenemos la misma cantidad de puestos de trabajo formal privado que hace 13 años, con una población que crece y demanda más empleo, lo que genera más informalidad, precarización y desempleo”, añadió.
En 2008 se tocó el pico de empleo privado en relación de dependencia formal, que superó el 24% del empleo, porcentaje que actualmente bajó al 19%
En la consulta sobre la rentabilidad esperada en sus empresas se repitió esa tendencia de reducción de las perspectivas negativas. En cambio, el factor de la inversión estimada de las empresas sobre su facturación anual mostró un claro deterioro. Según la encuesta, el dato bajó de un 15% en 2020 al 10% en 2021.
Si se mira en qué tienen planes de inversión las empresas, se advierte que el 95% de las empresas señalaron transitar un proceso de digitalización, que no significa simplemente actualizar maquinarias sino que impacta en la visión global de negocios. Los analistas detallaron que el factor de la brecha cambiaria contribuyó a que los empresarios adelanten la compra de los equipamientos importados necesarios para la conversión. Este apresuramiento, vinculado a las posibilidad de una devaluación futura que encarecería los insumos, tendrá un efecto positivo: “La salida [de la crisis] nos debería encontrar con un entorno más competitivo que el actual”, apuntó D’Alessio.
Consultados por los factores que podrían mejorar la competitividad del país, los ejecutivos volvieron sobre cuatro demandas recurrentes: reforma impositiva y laboral, bajar la inflación y previsibilidad institucional y jurídica. En el mismo sentido, para mejorar la inversión consideraron necesario un contexto de estabilidad institucional, así como una revisión del marco impositivo y laboral.
Pandemia y estrés
Solo el 3% de las empresas consideraron que cuando termine o se aminore la pandemia “nadie hará teletrabajo”. En cambio, más del 90% respondió que avanzarán hacia una política “híbrida” (el 28%, “solo para quienes puedan continuar con su trabajo en casa”). Estas proyecciones explican, en parte, la avidez de las firmas por la transformación digital y la inversión enfocada en modificar sus dinámicas de trabajo diario.
Por otra parte, la encuesta reveló que el 75% de los ejecutivos considera que su personal está afectado por el estrés, lo que relacionan con varios motivos. Principalmente con la dificultad de equilibrar el trabajo con la vida familiar, pero también con la incertidumbre hacia el futuro en términos de su situación laboral, económica y personal. Aparece también el “aislamiento” como un factor a considerar.
“El teletrabajo soluciona una cantidad de cosas, pero genera otras. Sobre todo entre los más jóvenes, que tienen hábitats más chicos y niños a cargo”, apuntó D’Alessio. En este sentido, aseguró que se empiezan a escuchar propuestas para construir oficinas dentro de los edificios de viviendas, así como hay bauleras y cocheras. De este modo, los trabajadores tendrían un lugar para trabajar en un lugar aislado de su vivienda, pero en el mismo domicilio.
Otro punto consultado a los titulares de firmas fue si tienen políticas de diversidad, a lo que el 80% respondió que sí. El 76% tiene políticas vinculadas al género, y el 41% alguna destinada a personas con discapacidad. El resto de las propuestas son muy marginales y tienen como eje orientación sexual, etnia o la inserción de ex convictos.