Entrevista

Gabriel Katopodis, ministro de Obras Públicas: “El Gobierno tiene una sola línea divisoria: quienes apuestan a la producción y quienes apuestan a la timba”

Gabriel Katopodis llega tarde, con trancos largos, casi corriendo, por el pasillo del piso 11 del edificio de Irigoyen y Balcarce, que comparte con Martín Guzmán y Mario Meoni. Saluda, se disculpa, pide mate, ofrece café, pregunta. Es desde hace un año, un mes y 25 días, ministro de Obras Públicas, una cartera con claroscuros: es vista como motor del despegue económico, bala de plata del gobierno de Alberto Fernández tras un 2020 dramático y, a la vez, está cruzada por una saga de ex funcionarios denunciados o presos, una causa taquillera y el fantasma de la cartelización.

Por su despacho pasan más gobernadores o alcaldes que empresarios. Es un doble mensaje sobre su perfil y sus métodos. Para el 2021, se duplicó el presupuesto de Obras Públicas y Katopodis se envalentona con los datos del cierre del año: la construcción marcó una suba de 27,4% contra el mismo mes de 2019, lo que muestra a la actividad del sector muy por encima de los niveles anteriores a la irrupción del Covid-19. 

De estirpe albertista en el árbol geneaológico del Frente de Todos, defiende que los matices del oficialismo se expresen en público: “No hay cultura de coalición política en la Argentina, ni en el peronismo”, apunta. Señala que los pulseadas del FdT son abordados con una mirada “infantil” y anticipa que la disputa electoral del 2021 se debatirá entre los cuatro años de Macri y el año de Fernández. En diálogo con elDiarioAR, enumera las prioridades del Gobierno y acusa a Juntos por el Cambio de “exacerbar la irritación de una sociedad que está angustiada”.

La expectativa del Gobierno es que éste sea el ministerio que traccione la reactivación durante 2021, de hecho le fue asignado el doble de presupuesto que en 2020. ¿Cómo planea hacerlo? 

Tres datos importantes. Primero, hay señales de recuperación en la economía en los últimos cinco, seis meses, que se afirman centralmente en el empleo industrial y en la actividad de la construcción y eso tiene que ver con decisiones que tomó el Gobierno para proteger y apuntalar a estos sectores durante todo el 2020. Con el ATP, con el IFE, con una política de administración del comercio exterior mucho más rigurosa en términos de importaciones, con incrementar la inversión de obra pública. 

Hay una segunda decisión que es incrementar el presupuesto en el 2021, pasar de 1,1% a 2,2% del PBI y, en términos más conceptuales, poner menos recursos en el pago de los intereses de la deuda y más recursos en materia de inversión pública. Y el tercer elemento tiene que ver con el sentido federal con el que estamos trabajando desde el primer día los 24 gobernadores de los 2.600 municipios. Un despliegue territorial que hace que hoy, en todo el país, el 90% de las localidades están ejecutando obra pública.

Construyeron 12 hospitales modulares en tiempo récord pero de los 19 centros modulares prometidos en los grandes centros turísticos para la temporada todavía no hay ninguno activo. ¿Por qué?

El retraso tiene que ver básicamente con que todos estos procesos que por la situación de emergencia podríamos haber contratado de manera directa, porque así lo asiste la ley de obra pública, nosotros decidimos tanto en la construcción de hospitales modulares, como en la construcción de centros sanitarios, hacerlos por licitación. Y fue una decisión personal, mía, que fue garantizar un marco de transparencia, de participación muy abierta y competitiva de la mayor cantidad de oferentes.

¿Qué lugar espera que tenga la obra privada este año? ¿Las empresas están dispuestas a invertir?

El proceso de recuperación es de todo el sector de la construcción, que ya está en los niveles prepandémicos. Refleja todo lo que viene haciendo la obra pública y, de manera un poco más incipiente, lo que desde finales de 2020 y fundamentalmente principios de 2021 hace la obra privada. El pico de nivel de actividad de la construcción que fue en 2014, 2015, tuvo un nivel de ocupación en términos de empleos y mano de obra aproximadamente 500.000 puestos de trabajo, de eso dos tercios era sector privado y un tercio era sector público. Hoy según el Indec están en 290.000 los puestos de trabajo, pero la proporción varió: hoy la mitad es obra pública y la mitad privada. Llegar a los niveles de 2014, 2015, me parecen un poco ambiciosos, pero vamos en ese camino, por lo menos tenemos esa meta: volver a poner a la obra pública y a la construcción en esos niveles. Recordemos que la inversión de la obra pública entre 2015 y 2019 cayó el 61%. Y la inversión de la obra pública en esos cuatro años en CABA creció el 2.592%. Ahora la duplicación del presupuesto nos permite ser optimistas.

Llegar a los niveles de construcción de 2014, 2015, me parecen un poco ambiciosos, pero tenemos esa meta

¿Cómo está la relación del Gobierno con los grandes jugadores de la obra pública, con Techint, Roggio, Caputo? Al principio de la pandemia el Presidente los llamó “miserables” porque estaban desvinculando personal.

El Gobierno tiene una decisión muy clara que es una sola línea divisoria: quienes tienen decisión, vocación, de consolidar un modelo de trabajo y de producción, y quienes apuestan a la timba y a la especulación financiera. En esa división, se nos juega un poco el destino del país. 

A partir de la causa de los Cuadernos, en que muchos de los grandes contratistas quedaron implicados, se abrió como un debate todavía no saldado respecto de la relación que tiene que tener el Gobierno con esas empresas implicadas en casos de corrupción, de las que en algún punto también depende para hacer grandes obras. ¿Cuál es su mirada?

Con esas empresas y con todas las empresas que tengan que rendir cuentas y dar explicaciones en la Justicia, será la Justicia la que resolverá, y nosotros por supuesto en el marco de las normas y del registro de la construcción. Dejamos atrás la etapa en que se hacía uso político de la Justicia. Nosotros no nos vamos a entrometer en ningún proceso judicial y vamos a tener un vínculo y relación con todo el sector privado. El Gobierno tiene una voluntad y una vocación de trabajo con el sector privado, pero queda claro que es el Gobierno el que define las prioridades.

Respecto de las PPP hubo una idea general, no sólo de que además de no haber logrado el objetivo tuvieron un procedimiento discutible en su confección. Lleva un año en el Ministerio, ¿qué evaluación hace sobre los cuatro años anteriores?

El 10 de diciembre de 2019 encontramos $35.000 millones de deuda, el 70% de obras paralizadas y el negocio de las PPP como bombas a desarmar. En general,  fuimos desarmando un esquema de concepción que tenía el macrismo de este ministerio y de la obra pública donde claramente primaba la colonización de esos intereses privados sobre los intereses públicos. Dos ejemplos: PPP y administración de los corredores viales y de las autopistas. Y no hay duda que ahí hubo, funcionario de los dos lados del mostrador, no hay duda de que ahí hubo intereses privados por sobre los públicos, no hay duda de que hubo ahí un negocio financiero para garantizar que algunos se llenen los bolsillos.

El Gobierno tiene una voluntad y una vocación de trabajo con el sector privado, pero queda claro que es el Gobierno el que define las prioridades.

En el caso de las PPP se rescindieron los seis contratos “de común acuerdo” y el punto caliente era qué iba a pasar con el dinero de las garantías, que las empresas exigieron que les sea devuelto. ¿El Estado va a exigir algún tipo de resarcimiento por parte de estas empresas?

No porque en realidad lo que hicimos fue desarmar esa bomba de tiempo. Hay que explicar en dos palabras como era el modelo. Suponía la inversión privada para realizar obras y la operación de esos corredores para ir reparando y amortizando esas inversiones. La realidad es que nunca llegó ese  financiamiento. Después de casi dos años largos de modelo PPP el estado de avance de las obras fue de apenas el 2%, y si hubiesen garantizado el financiamiento, igual hubiésemos terminado pagando tres veces el valor de cada kilómetro. Nosotros acordamos y se logró una rescisión de común acuerdo de una manera que evita la posibilidad de que cualquier de estas empresas contratistas puedan realizar cualquier tipo de presentación judicial en tribunales nacionales, extranjeros y particularmente en el Ciadi (Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones), con contratos que estaban escritos para que ellos ganen  cualquier disputa. El otro dato importante es que las 70 obras que estaban previstas en el modelo PPP, hoy están en cabeza de la Administración Nacional de Vialidad, se están empezando a licitar las primeras 20, con lo cual también es importante mencionar que desarmamos las PPP pero vamos a llevar adelante el plan de obras que estaba previsto en función de esos corredores, porque son en general rutas importantes, de mucha conectividad en la Argentina. 

Fuimos desarmando un esquema de concepción que tenía el macrismo de este ministerio y de la obra pública donde claramente primaba la colonización de esos intereses privados sobre los intereses públicos.

Desde fines del año pasado se registraron faltas de varios insumos para la construcción y también un aumento de precios muy marcado. ¿Qué planean hacer desde el Gobierno para que esto no sea un obstáculo en la marcha de la reactivación?

Es una preocupación la situación de los precios y la cuestión inflacionaria, en todos los rubros, particularmente en el sector alimentario por el impacto que tiene en los sectores de medios y bajos recursos. Pero también en este caso en la construcción, por lo que puede implicar y generar como obstrucción a que este proceso de reactivación se vaya concretando. Me parece que hay distintas causas. Algunas se fueron resolviendo, sobre todo aquellas que estaban vinculadas al cuello de botella producido por una reactivación en la obra y una dificultad en la producción y en el abastecimiento de los insumos y hay otros elementos vinculados con la volatilidad del dólar y la especulación. Pero está claro que hay una decisión del gobierno que encabeza el Ministerio de Producción y la Secretaría de Comercio que es revisar y controlar, transparentar toda la estructura.

Hay una idea general de que al Gobierno, aún en un año y pico de gestión, le costó arrancar, lo que tendría que ver con su propia composición política: una alianza del gobierno que a veces hace que tomar decisiones se vuelva más engorroso. ¿Es así, funciona así? 

Primero, está claro qué país recibimos: endeudado, quebrado, patas para arriba donde pusiéramos la lupa y a los 90 días de haber asumido llegó la pandemia. La crisis excepcional más extraordinaria e importante en la Argentina y el mundo en los últimos 200 años. Segundo, no hay cultura de coalición política en la Argentina, y ese es un proceso en el que tenemos que ir aprendiendo y desarrollando. La cultura de coalición política y el peronismo también tienen que ir desarrollando ese ejercicio. Tercero, tiene las tensiones de una fuerza política que gobierna, lo que sí creemos es que tenemos que poner en discusión algunas miradas infantiles y de poca veracidad de qué son las construcciones políticas y cómo se construye la política en la Argentina.

¿Qué quiere decir con infantil?

Impostadas. Dejamos atrás una etapa en la que el macrismo tenía puestas en escenas cuidadas, amigables, guionadas, pero cuando uno golpeaba era todo cartón pintado. A mí me tocó estar en la inauguración del Metrobus de San Martín donde había un spot televisivo y se preparó un acto para contar una Argentina que no existía, que no tenía un correlato con la realidad. La nuestra es una fuerza política que discute de cara a la sociedad y discute de cara a su militancia. Tiene dos personalidades fuertes como la de Alberto y Cristina, que hablan fuerte y claro. Es una fuerza política que tiene la decisión de avanzar en función de todos los matices y diferencias, que fueron los matices y diferencias que nos permitieron ganar y gobernar. Pero en la orientación general, qué intereses representamos, a qué venimos y a dónde vamos con este país, no hay discusión.

¿Le parece bien que esas tensiones internas sean públicas? 

Sí, absolutamente. Además no tenemos ninguna otra construcción que la que ejercemos todos, desde el último militante hasta Alberto Fernández, como fuerza política. No recibimos ningún tipo de orientación entonces por supuesto que las discusiones son abiertas, son públicas. Tema dos, está claro que siempre se puede mejorar la gestión de las políticas públicas y el funcionamiento del Estado y esa es una condición que nos ha establecido el Presidente desde el primer día, como todos los días mejoramos nuestra capacidad de respuesta. La demanda de un Estado presente pero también de un Estado mejor.

¿También es consciente de que posiblemente en esas áreas no exista esa dinámica? Y que esté a veces cruzado por este componente de los famosos “ministerios mestizos”.

Me parece que es la dinámica del contexto. La oposición quiere que nosotros analicemos una realidad en condiciones de normalidad. No, no son condiciones de normalidad. Es la tragedia más profunda, grave y extraordinaria que sufrió la Argentina, y en esta tragedia este gobierno tomó 20 decisiones por semana y no ahorró un solo esfuerzo para cuidar la salud de los argentinos y cuidar el empleo y el ingreso de las familias. Solo dos prioridades, todo lo demás al final de la lista. Nosotros tenemos en claro cuales son las prioridades y el Presidente y el Jefe de Gabinete nos marcan muy claro cuál es esa agenda y cuál es ese foco. Sí hay una oposición que pretende enloquecer a los que ya están enloquecidos, que pretende enojar a los que ya están enojados, que pretende exacerbar la irritación de una sociedad que está angustiada. Nosotros, en un clima de tanto ruido que propone la oposición, tenemos que hablar claro y fuerte de estas dos que son nuestras dos prioridades. Todo lo demás, militantes y funcionarios nuestros que se distraigan en otra cosa son librepensadores que no interpretan la gravedad de la situación y el foco que tenemos que tener, las prioridades que tenemos que tener. Este es un gobierno, además, que vino a cambiar las prioridades en este país. Y en función de esas prioridades es que tenemos que tener muy claro cual es la agenda de laburo.

Dejamos atrás una etapa en la que el macrismo tenía puestas en escenas cuidadas, amigables, guionadas, pero cuando uno golpeaba era todo cartón pintado.

¿Cuánto impacta el resultado electoral del 2021?

Está claro que es un año político y electoral y está claro que vamos a pedir el voto de confianza de la gente, nuevamente. Y que ese voto de confianza va a ser puesto en el sentido de la salida de la crisis. Es el voto que necesita el gobierno de Alberto Fernández para terminar de poner en marcha la reconstrucción de la Argentina. Y no hay dudas de que en ese sentido, siempre una elección se pone en clave comparativo, y acá se van a poner en juego dos liderazgos: el de Mauricio Macri, con los cuatro años de gobierno y cómo gobernaron, y el de Alberto Fernández y lo que venimos haciendo en términos de un Estado con instancias de protección y de cuidado. De un lado los que vacunamos, los que cuidamos la salud y el ingreso de las familias. Tenemos la responsabilidad de garantizar progresivamente que se vaya ordenando esta vida desordenada que tienen los argentinos, por imperio de los cuatro años del macrismo y por la pandemia. Del otro lado, los que especulan y van buscando todo el tiempo exacerbar la preocupación y la angustia de los ciudadanos. Han recorrido un abanico desde el primer día. Primero fue la libertad de los presos, después fueron los sueldos de los funcionarios, después fue la toma de tierras, después fue la vacuna, después fue la cuarentena. Siempre buscaron exacerbar, angustiar. El mérito fue de la sociedad, del ciudadano de pie que logró tener templanza y sabiduría y nunca prenderse a esas situaciones.

Hay un debate en torno a la amnistía a los llamados presos políticos, el caso de Boudou, la situación de De Vido...

Ya dije, no vamos a hacer de la Justicia el uso político que ellos hicieron. Tenemos en claro que ha habido procesos absolutamente discrecionales y arbitrarios. Nosotros tenemos un ejemplo que es vialidad nacional y cómo ellos construyeron un sistema para construir causas y presionar funcionarios, que en gran medida se va poniendo en evidencia en el juicio que está en marcha y punto.

¿Está pendiente desde el año pasado la famosa idea de que Alberto Fernández se convierta en el presidente del PJ? ¿Hay una fecha?

La prioridad es cómo ampliamos la coalición, cómo articulamos nuestra fuerza militante, cómo garantizamos que desde el último militante hasta Alberto Fernández estemos todos comprometidos, como garantizamos mayor cohesión política y fundamentalmente como vamos generando y consolidando una idea de salida de la crisis, como vamos conectando con lo singular, personal y básico de cada ciudadano y cada ciudadana. Que los cuatro años de macrismo fueron incesantes e intensos en golpear y dañar la cotidiana, la de todos los días. A cada argentino por debajo de la puerta le llegaba un papelito. Un día era la factura de luz, otro día el telegrama de despido y otro día era el precio de los remedios. Bueno, nosotros tenemos que conectar con esas que son las preocupaciones cotidianas de la gente, con lo singular y básico y generar esperanza. Vamos a ayudar a los que menos tienen ahora. No es una promesa de futuro. En el peronismo siempre las promesas son realizables, son ya, nos organizan. No es el macrismo en función de pedir un sacrificio para tener un futuro mejor. El peronismo no pide sacrificio, pide esfuerzos. Al esfuerzo de la gente le tenemos que poner la fuerza de la militancia con rigurosidad, con entusiasmo, con claridad y al mismo tiempo la decisión de un gobierno y un Estado para que ese esfuerzo tenga frutos.

¿Vale lo mismo respecto a la situación de Máximo Kirchner como presidente del PJ?

Yo ya me expresé en que es importante la figura de Máximo liderando esta etapa del peronismo en la Provincia de Buenos Aires. Tiene las condiciones, reúne los consensos y estamos seguros que con el conjunto de los intendentes del peronismo y en buena parte de la militancia, podemos desarrollar en esta nueva etapa del peronismo nuevos horizontes.

Y que sea ahora en marzo, abril...

Me parece que puede ser una etapa de inicio aunque, de vuelta, no son estas nuestras preocupaciones, sino cómo sacudimos un sistema político institucional que dio una cantidad de respuestas, pero no dio todas las respuestas que demanda la sociedad y que genera claramente frustración. Genera frustración porque además lo que está en discusión es quien conduce estos procesos: si los conduce la economía y el sistema financiero o los conduce la política. ¿Y entonces qué hace el sistema financiero y el sistema de medios? Ponen en cabeza de la política la respuesta a esas demandas, y hay una ciudadanía que tiene una sobreexpectativa de la capacidad que tiene la política para resolver sus demandas y sus problemas. Pero muchas veces la política y el Estado no tienen las herramientas entonces patina el piso enjabonado y se produce un proceso de frustración. En ese proceso de frustración lo que gana es la apatía y la anomia. Lo único que está claro en cabeza de Alberto Fernández es que no es el mercado el que puede organizar esta sociedad. No vamos a dejar la gestión de la salud pública en manos del mercado y del sector privado y que vamos a abordar todos los problemas de la Argentina con un sentido de equidad, tanto a la hora de repartir respiradores y camas de terapia intensiva como a la hora de pensar en una reconstrucción y reactivación económica que tiene que ser uniforme. Cada empresario, cada comerciante tiene que sentir que parte de esta reactivación le toca, le corresponde, le toca su balance o su bolsillo. Esta crisis puso en evidencia que lo único que queda de pie cuando ocurren estas situaciones es el Estado. Aquellos que idolatran al mercado se dieron vuelta en el peor momento de la pandemia y se aferraron al Estado. Que es el Estado el único que deliberadamente puede organizar una comunidad.

PI / DT