Gustavo Idígoras es el presidente de la Cámara de la Industria Aceitera Argentina (Ciara), responsable del 48% de las exportaciones del país. Por el ángulo en que se sienta en la mesa de reuniones de un piso 9 en el edificio de la institución, donde funciona también el Centro de Exportadores de Cereales (CEC), de cuyo board es el director, le queda detrás una esquina del Luna Park. A diferencia de lo que pasaba en la primera mitad del siglo XX, en el estadio donde se oficiaron las peleas más importantes de la historia del boxeo argentino, el directivo intenta no meterse en los escándalos del momento —que prefiere denominar “sucesos”— de las últimas semanas del gobierno de Javier Milei. No piensa que el criptogate vaya a impactar en el mundo de los negocios, pero le preocupa la designación de jueces de la Corte Suprema por decreto, porque influye en la “condición de defensa de las inversiones”.
Durante más de una hora de charla con elDiarioAR, dice que “está generando cierta angustia esperar todos los días un posible acuerdo con el Fondo (que el Gobierno anunció que autorizará por DNU, aunque no dio a conocerlo)” y piensa que en los próximos días habrá una definición. Aplaude el saneamiento de las cuentas del Banco Central y la baja de la inflación, pero jerarquiza la liberación del cepo como condición sine qua non para lograr una mayor inversión.
Habla de la situación del campo y reconoce el esfuerzo fiscal que implica la quita temporal de los derechos de exportación, pero pretende convertirla en una ley que las determine en forma permanente y gradual, para no generarle problemas al fisco. Pide celeridad para la licitación de la Vía Navegable Troncal: “En septiembre deberíamos ver quienes son los ganadores y perdedores de la licitación”.
—¿Cómo ve al Gobierno a poco más de un año de gestión?
—El Gobierno agarró una situación extremadamente compleja en el marco económico y logró contener el gasto estatal y el financiamiento que el Tesoro y el Banco Central le hacían al Estado. Eso fue positivo, así como también la curva inflacionaria descendiente. Son, claramente, los dos valores que hoy tiene el Gobierno para validar electoralmente. Ahora, una vez que exista un fortalecimiento de las reservas del Banco Central, el levantamiento del cepo es una condición fundamental para el crecimiento. Ninguna inversión puede venir a la Argentina si no sabe bajo qué condiciones entra y sale.
El levantamiento del cepo es una condición fundamental para el crecimiento
—¿Cómo debe seguir el camino?
—Si realmente queremos un flujo legítimo, hay que levantar el cepo. Sabemos que es un gran desafío, y que para eso hay que tener muchas reservas. Debe ser inminente el acuerdo con el Fondo. Nos está generando cierta angustia esperar, pero las negociaciones no son fáciles. Nosotros como Cámara tenemos buena relación con la gente del Fondo y suponemos que en marzo podría haber algún tipo de anuncio. Al FMI les sirve mucho la perspectiva de cosecha, precios, volúmenes de embarques, que genera la Bolsa de Cereales, porque todavía la Argentina sigue dependiendo de la capacidad exportadora industrial como garantía de pago de su deuda.
—¿Cómo impactan la estafa de la criptomoneda $LIBRA y la designación de los dos jueces de la Corte por decreto al presidente?
—El criptogate, si bien tiene un enorme impacto social y político en la Argentina y en el resto del mundo, en términos de decisión de inversión en general no tiene influencia alguna. El proceso de decisión por decreto es distinto, porque es la condición de defensa de tu inversión. Si el poder judicial en su máxima expresión tiene un tipo de cuestionamiento, eso puede implicar debilidad. Así que, si bien es un hecho legítimo, tendría que ser validado por el Congreso en algún momento. Porque, efectivamente, lo judicial es un aspecto muy analizado para las inversiones de largo plazo.
Nos está generando cierta angustia esperar, pero las negociaciones no son fáciles
—¿Qué expectativas tenés hacia adelante?
—El camino de la estabilidad macroeconómica es imprescindible en Argentina. Que podamos vivir como un país normal es algo que hace muchos años no experimentamos. Ahora bien, esa estabilidad tiene que venir acompañada en algún momento de un crecimiento económico fuerte y sostenido. Eso todavía hoy no se está reflejando de una forma genuina. Entonces, la expectativa que uno tiene es que después de este programa económico empiece a haber determinado tipo de políticas a favor de la producción que permitan ese crecimiento: financiamiento, estrategia de negociación de apertura de mercados internacionales, entre otros.
—Eso a nivel empresa. Y la parte social, ¿cómo la ves?
—Yo creo que la post-estabilidad macroeconómica tiene que llevar a políticas activas que generen el crecimiento económico necesario para que haya una recuperación del empleo. No puede haber éxito empresarial con falta de empleo y un salario digno.
Que podamos vivir como un país normal es algo que hace muchos años no experimentamos
Los números y las perspectivas del sector cerealero
—¿Cuál es el panorama general de 2025 para el sector agropecuario?
—Para el 2025, la campaña final de verano está dando resultados positivos. El trigo, que empezó en diciembre y ya lleva más de 6 millones de toneladas de exportación, calculamos que podemos estar cerca de las 10 millones este año. La campaña de cebada tiene alrededor de 3 millones de toneladas. Los calores de enero afectaron al maíz temprano que se cosecha en marzo, así que puede ser un mes menos activo en términos de divisas. Para la campaña gruesa, que es la mayor dadora de divisas en Argentina (NdR: los cultivos de la campaña fina valen alrededor de U$S200/tn, y dentro de la gruesa el maíz y la soja valen U$S400.El 85% de la soja en Argentina se transforma en harina o aceite y vale U$S1100/tn) por precio y volumen, va a cerrar 2025 en 37m de toneladas de maíz, 28m de harina de soja y 5m de aceite. Son valores de años “normales”.
—Eso en volumen, ¿y en cuánto a precios?
—Los precios internacionales hoy están extremadamente afectados por la geopolítica cambiante mundial. Dependen de cómo se levante Trump. Los aumentos de las tarifas de aranceles hacia China, México y Canadá van a tener mucho impacto. En principio, se perderá la referencia del tablero de Chicago - que va a sufrir una baja de precios por la baja demanda- donde se reflejan los precios internacionales de granos. Además, las guerras comerciales implican una fuerte caída de los precios internacionales. Finalmente, va a haber un desvío de comercio: algún país deberá sustituir lo que históricamente Estados Unidos le vendía a China.
—¿Tiene Argentina posibilidades de ocupar ese lugar?
—Lo cierto es que hoy Brasil está en mucha mejor situación para ser el gran ganador en ese sentido, porque es uno de los principales proveedores de China, le abastece el 60% de la soja que compra frente al 4% que aporta Argentina. El precio de exportación de Argentina es más caro, porque hay mucha demanda interna de la industria para transformar el grano en aceite; y además la calidad Argentina es menor que la de Brasil. La proteína, por una cuestión de clima, es menor y los chinos compran proteínas para darle a los cerdos, los pollos, etcétera. Brasil va a ser el ganador en soja, nosotros podemos competir en trigo, maíz y carne vacuna. Un efecto colateral podría ser México, que es un importador de todos los commodities desde Estados Unidos. México es un mercado fenomenal al que históricamente Argentina intentó entrar y no pudo porque tiene a Estados Unidos al lado presionando. Ahora bien, esto es el análisis lineal, económico y comercial. Falta la política. Si nuestra posición política es multilateral, no debería haber inconveniente. Si tenemos un alineamiento pleno a Estados Unidos, probablemente tengamos también medidas de restricción contra estos países.
Si nuestra posición política es multilateral, no debería haber inconveniente
—En los últimos informes de liquidación de divisas, incluso antes de la quita de retenciones, se ven aumentos interanuales por encima del 35%. ¿Por qué, si el campo sigue liquidando divisas, el Banco Central no acumula reservas?
—Hubo un aumento de ingresos, porque seguimos comparando con un año de sequía. Pero, al mismo tiempo, los años anteriores el país tenía un régimen de licencias de importación automáticas ultra regulado que impactaba fuertemente sobre los flujos de pago de importaciones. La normalización del flujo de importaciones y los servicios turísticos al exterior me parece a mí que son la principal razón por la cual el Banco Central no tiene la capacidad de acumular reservas.
—¿Qué opinas de la relevancia que va tomando el sector petrolero en la matriz productiva de Argentina? ¿Le quita poder de negociación al campo?
—No, al contrario. Argentina debería generar otros proveedores de divisas. Si bien es cierto que el año pasado la industria petrolera celebró haber logrado un superávit, en números ese superávit es menor a un mes del sector cerealero oleaginoso. Así que le falta bastante para crecer. Nosotros como industria creemos que en Argentina es mejor perder espacios de poder para crecer. Yo siempre digo que el futuro de la vaca viva es que Vaca Muerta sea un éxito. Porque el día que el sector petrolero, gasífero y minero puedan generar en Argentina un saldo superavitario de más de U$S1.000 millones es el día que la política en Argentina se va a olvidar del campo y le va a dejar crecer.
—El año pasado dijiste que, en estas condiciones, el sector agroexportador podría desaparecer en cuatro años ¿Esta baja temporaria de los derechos de exportación alcanza para revertir esa proyección?
—Es claramente una señal positiva. El Gobierno ha asumido un sacrificio fiscal hasta el 30 de Junio, y nos han dado a entender que no lo pueden extender todo el año, porque necesitan cumplir metas fiscales: el superávit es innegociable y hay compromisos con el Fondo Monetario Internacional. Pero para salir de este enorme estancamiento que yo planteaba el año pasado, nos está faltando aún una ley de baja de retenciones. Gradual, y con un esquema de varios años, nosotros propusimos diez, que le dé tranquilidad al agro de que hay un camino a transitar y no cause un daño fiscal. Eso va a reflejar rápidamente un crecimiento productivo. Con ese esquema, Argentina generaría un incremento exportador de U$S17.500 millones anuales. Sabemos que eso hoy es poco factible, pero es el camino.
—Eso es lo que le van a pedir al Gobierno a partir del primero de mayo cuando venza el esquema actual
—Al Gobierno ya se le pidió la extensión de la medida, pero el Ministro Luis Caputo fue muy contundente en el no.
—El tipo de cambio, ¿está atrasado en Argentina?
—No es tan importante el valor del tipo de cambio en nuestro mercado, sino la estabilidad. Porque somos tomadores de precios internacionales, y la volatilidad hace que el mercado de granos se paralice. Además, si existen brechas entre el tipo de cambio oficial y los paralelos es muy difícil que un productor venda sus granos, porque el productor tiene que comprar nuevamente insumos para seguir invirtiendo.
—Un tipo de cambio atrasado. ¿No les perjudica a ustedes en la actividad?
—Sí, un tipo de cambio como el actual, tiene impacto. Porque uno, en definitiva, vende un producto en dólares, pero su estructura de costos está en pesos a un determinado tipo de cambio que hace que se encarezca en dólares. Sin embargo, un movimiento de tipo de cambio para darle más competitividad a la Argentina genera inestabilidad y es absolutamente rechazado por el Gobierno. En muchas reuniones de trabajo con el Ministerio de Economía nos han dicho y ya le hemos creído, que devaluar es meter el problema de la baja productividad de Argentina bajo la alfombra. Por eso reaccionan de una manera tan vehemente cada vez que se menciona una intención de devaluación. A la vez, la productividad es un proceso paulatino que necesita años para ganarla. Y el tipo de cambio es un proceso automático de corrección al que estamos acostumbrados.
—¿Cómo les impacta a ustedes el parate de la obra pública, teniendo en cuenta el déficit en infraestructura, que siempre mencionan como uno de los obstáculos contra la productividad del sector?
—Hemos estamos explorando modelos diferentes al tradicional, cuando presentabamos el plan de obras que requeríamos al ministerio de turno. Hemos logrado sustituir parcialmente la gran obra pública de infraestructura y estamos yendo a estos casos testigos. Trabajamos con Gobiernos locales en obras estratégicas y con licitación privadas. Un caso testigo es la autopista Rosario-San Lorenzo. A Rosario ingresan mil camiones por día y genera no solamente ineficiencia económica, sino problemas de seguridad, con los vecinos, etcétera. Con el Gobierno de Santa Fe nos pusimos de acuerdo sobre las obras estratégicas en etapas, el Gobierno provincial sacó un decreto, las licitó, las asignó, las adjudicó y después fue al mercado privado y comercializó un bono a tres años para pagarlas. Nosotros compramos los bonos. Entonces se generó un círculo virtuoso. Ahora se está planificando la segunda etapa. Esto podría ser replicable en otras partes. El problema que tenés es que puede funcionar con provincias fuertes como Córdoba, Santa Fe, Buenos Aires, Mendoza, pero es más difícil para provincias con menos recursos y eso puede generar una asimetría en el desarrollo.
Hemos logrado sustituir parcialmente la gran obra pública de infraestructura
Vía navegable troncal, la obra más importante
—¿Qué lectura hacés sobre el proceso de licitación de la Vía Navegable Troncal?
—Para nosotros es nuestra autopista, es la obra de infraestructura más importante para la Argentina y hace 15 años está estancada, se le hace solo mantenimiento y ningúna ampliación. Pensemos que es como si tuviéramos una Panamericana asfaltada y bien mantenida pero que tuviera una sola mano. Ese básicamente es el objetivo actual de la VNT, que es pasar de 34 pies a 40 pies porque es la profundidad que requieren los barcos hoy a nivel mundial. Hoy Argentina regala carga a Brasil, salen los barcos con el 50 o 60% de carga y se van a Brasil a terminar carga por el calado. Además, hay que agregar tecnología.
—¿Qué error cometió el Gobierno?
—Nosotros como privados, decidimos hace tres años formar un consorcio de usuarios junto con la Cámara de Acero, Siderar, Techint, la UIA, la Bolsa Comercio Rosario, la Cámara de Puertos, para hacer propuestas. Queríamos una licitación a riesgo empresarial, sin subsidio del Estado con un dragador que venga, ponga la plata y que se haga cargo de cobrar un peaje. Estuvimos de acuerdo con el Gobierno en eso. Cuando estábamos a punto de terminar un estudio integral con propuestas, el Gobierno se anticipó y publicó el llamado a licitación en el entendimiento que querían hacerlo en 2024. Eso nos sorprendió. Celebramos, por supuesto, que la hicieran pero cuando analizamos las 2.000 páginas, encontramos que había muchos puntos de mejora. Entonces como usuarios nosotros hemos defendido, pero nuestro acompañamiento también estaba limitado a unas cantidad de aspectos que no fueron incluidos y que no nos daban tranquilidad. En forma paralela hubo una pelea mundial de los dragadores sobre la Hidrovía, porque es la principal licitación del mundo en los próximos diez años en la materia.
Hoy Argentina regala carga a Brasil
—Ahora viene una segunda etapa.
—Queremos celeridad, no esperar a 2026, queremos que se ejecute en 2025 y sea un proceso abierto y transparente de aportes. El Gobierno nos anticipó que va a crear una mesa política donde escuche a diputados, senadores, gobernadores, etcétera, que hagan sus aportes y una mesa técnica donde nosotros llevemos estos pedidos. Hablamos de un esquema de tres más tres, que son tres meses de trabajo y tres de presentación de sobres. Serían seis meses totales desde marzo hasta septiembre, mes en el que ya tenés el análisis final de los sobres. El Gobierno va a trabajar sobre esa base.
—¿Qué tiene que ser diferente para que no vuelva a pasar otra vez?
—El Gobierno tiene que ver la forma en la cual favorecer la competencia de dragadores, y que lleguen al menos tres a la ronda final para que sea el sobre económico el que determine quién va a dragar. Para eso el Gobierno va a tener que ver la forma de hacerlo más atractivo y flexibilizar algunas líneas del sobre técnico.
—¿Por qué crees que Jan de Nul no se presentó?
—Es uno de los temas que todavía el día de hoy no nos queda claro. Entendemos que estaba listo, porque lo había expresado al igual que otra empresa de origen holandés que se había expresado que se iba a presentar. Y sin embargo no lo hicieron ninguno de los dos. Si fue solo el ruido político, asumieron un riesgo grande al no presentarse, porque el Gobierno podía seguir adelante con la licitación por treinta años y la empresa se tenía que ir del país.
NR/JJD