La inflación del mes pasado dio otro salto, fue del 8,4%, el mayor nivel mensual desde abril de 2002, cuando alcanzó el 10,4%. Claro que aquel hito marcó un pico por la explosión de la convertibilidad (la equivalencia uno a uno entre el peso y el dólar) a partir del cual comenzó a descender el índice de precios al consumidor (IPC) bajo la conducción de Roberto Lavagna como ministro de Economía.
Ahora, en cambio, se baten máximos mes a mes y hay un riesgo de que mayo sea peor. Por más que el hijo del ex ministro, Marco Lavagna, asesore a Sergio Massa en el Palacio de Hacienda, el abogado tigrense parece resignado a que la batalla contra la inflación está perdida, no se logró el 3% mensual con el que soñaba para abril y, por tanto, sólo le queda enfocarse en el control de daños. Ya lo dijo este martes en la cumbre anual de la Cámara de Comercio de Estados Unidos (Amcham, por sus siglas en inglés) en la Argentina: cuando le preguntaron por el alza de precios, llamó a combatirla pero sin afectar la actividad económica ni el empleo y con recomposición de los ingresos. No hay margen para un plan antiinflacionario de shock cuando faltan dólares por la sequía, según la visión de Massa y sus economistas. Menos cuando falta un mes para que se oficialicen las precandidaturas presidenciales, quizás la de él mismo. Sin embargo, este sábado el ministro anunciará medidas puntuales contra el alza de precios.
Con la suba del IPC de abril, el indicador interanual se elevó del 104% en marzo al 108,8%, el mayor nivel desde septiembre de 1991, cuando fue del 115%. Claro que entonces la tendencia no iba en ascenso como ahora sino que comenzaba a desandarse la hiperinflación que el gobierno de Carlos Menem había heredado del de Raúl Alfonsín. Si se tiene en cuenta que una híper significa sobrepasar el 50% mensual, el último mes que la hubo en la Argentina fue en marzo de 1990, con 95%. A partir de abril de 1990 comenzó a bajar, al 11,3% mensual, pero aún llegaba al 530% anual. Sólo un año después, en abril de 1991, con el plan de convertibilidad, la inflación iniciaría una baja consistente, empezando por un 5,5% mensual y 267% anual ese mes. Para 1993, el IPC fue de sólo 7,3% anual. La baja inflación duró hasta 2002, cuando la convertibilidad saltó por los aires en pleno colapso económico, social y político.
En el primer cuatrimestre, el IPC acumula un incremento del 32%. Entre los rubros que más impulsaron la inflación en abril figuran ropa y calzado (10,8%), alimentos y bebidas (10,1%) y restaurantes y hoteles (9,9%). Lo más preocupante es el encarecimiento de los alimentos porque agrava la pobreza, que en 2022 alcanzaba al 39% de la población. Las comidas que más subieron de precios fueron las galletitas (10%), el arroz (11%), pollo (26%), merluza (19%), queso (10%), manteca (12%), huevo (20%), tomate (63%), azúcar (21%) y champú (10%).
Las diversas corrientes económicas señalan diversas causas de la inflación actual. Si se las enumera todas juntas figuran desde la emisión monetaria para financiar el déficit fiscal y el cuasifiscal (el del Banco Central, que emite pesos para pagar las Letras de Liquidez, Leliq, y otros instrumentos) y para la compra del dólar agro a $ 300, la inercia que lleva a que todo se actualice a partir del dato de inflación del mes pasado; la falta de reservas de la autoridad monetaria, que se agravó por la sequía; los aumentos de tarifas y otros precios regulados, pero sobre todo el salto de los dólares blue y financieros (MEP y CCL) a mediados de abril. Este incremento, a su vez, fue una reacción a la cifra del IPC de marzo, del 7,7%.
Habrá que ver cómo reaccionan los inversores del mercado de los dólares paralelos ante el porcentaje de abril. No se sabe si el Central responderá subiendo o manteniendo la tasa de interés. De parte del Gobierno, se resignan a aceptar la inflación como está porque un plan de shock implicaría un ajuste inicial que deterioraría la actividad económica y las condiciones sociales antes de los comicios y sin suficientes reservas para contener el tipo de cambio oficial, hoy a $ 238.
Para empezar la campaña electoral, apunta, en cambio, a poner en valor ante la sociedad que el crecimiento del PBI y del empleo continuó al menos hasta el primer trimestre de 2023, antes de la cosecha de soja y maíz en el segundo cuarto del año, y que los salarios hasta entonces vinieron parejos con la inflación. Claro que se trata de un promedio de los sueldos: los formales no pierden poder de compra, incluso los estatales están recuperando algo de lo perdido en el gobierno de Mauricio Macri, pero los informales retroceden. No por nada anida allí el voto de descontento contra la actual administración y también contra la anterior, lo que empuja a Javier Milei, admirador de Menem, en las encuestas.
Pensando en ese sector social más empobrecido, el secretario de Comercio, Matías Tombolini, negocia por estos días crear una canasta de Precios Justos para supermercados chinos y almacenes, donde consumen dos tercios de los argentinos, sobre todo los de bolsillo más flacos, y donde no rige el acuerdo que contiene las remarcaciones en las grandes cadenas comerciales. Por lo pronto, Massa formulará este sábado anuncios.
AR