La inflación de mayo fue del 7,8%, no tan alta como se temía tras el 8,4% de abril pero demasiado elevada para sostener el nivel de vida

Después de que a mediados del mes pasado se conociera el dato de inflación de abril, un elevadísimo 8,4%, se temía que mayo diera peor, 9% o 10%, que se acelerara aún más. No es que se haya desacelerado ni que haya comenzado una tendencia positiva, pero al menos bajó a 7,8% el mes pasado. Quizá lo festeje en privado el ministro de Economía, Sergio Massa, pero la cifra sigue castigando el nivel de vida de la población. La estabilización del dólar paralelo tras el salto de fines de marzo y principios de abril y la leve moderación de los saltos de los precios estacionales, como frutas y verduras, antes afectadas por la sequía explican el dato de mayo.

En los primeros cinco meses de 2023, el índice de precios al consumidor (IPC) ya acumula un aumento del 42,2%. En los últimos meses del año llega al 114,2%. Es el nivel más alto desde septiembre de 1991, cuando alcanzaba el 115%.

Los rubros que más se encarecieron en mayo fueron los de vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles (11,9%), por la quita de subsidios de energía al 35% que más tiene; restaurantes y hoteles (9,3%), al calor de un turismo extranjero que bate récords; y salud (9%). La comida esta vez fue de lo que menos subió: 5,8%. Entre los alimentos, los que más se incrementaron de valor estuvieron pan francés, galletitas dulces, arroz blanco, fideos secos, salchichas, queso, manteca, dulce de leche, tomate, arvejas, azúcar, yerba mate y jabón.

AR