La inflación repuntó a 4,2% en agosto por los tarifazos y una inercia que no afloja

El presidente Javier Milei no pudo festejar del todo este miércoles. Los diputados aliados le ratificaron el veto al aumento jubilatorio para mantener la disciplina fiscal, pero el Instituto de Estadística y Censos (Indec) informó que el índice de precios al consumidor (IPC) del mes pasado fue del 4,2%, por encima del 4% de julio, sin lograr perforar ese piso desde enero de 2022, pese a la motosierra al gasto público y a la emisión monetaria. La inflación interanual, que había alcanzado el 289% en abril, ahora descendió al 236,7%. En lo que va de 2024 acumula un 94,8%.

Los rubros que más aumentaron sus precios en agosto fueron los de vivienda, agua, luz y gas (7%, por los tarifazos en los servicios), educación (6,6%, por la suba de las cuotas de los colegios privados) y el transporte (5,5%, por fuertes alzas de los boletos).

Dentro de los alimentos, que subieron 3,6%, se encarecieron más la papa (39%) y la batata (24%) y se abarataron la harina un 2,6%; el arroz, 0,6%; la naranja, 2,2%; la banana, 2,1%; el cebolla, 1%; la lechuga, 12%; el tomate, 21%; la yerba, 0,7%; el detergente, 0,3%; la lavandina, 0,6%; y los pañales, 2,9%.

Más allá de los tarifazos, la inflación núcleo, la que corre por fuera de esas subas puntuales y las variaciones de estación, se resiste a ceder: creció 4,1%. En parte tiene que ver con la inercia inflacionaria. Por otro lado, con un tipo de cambio oficial que sube al 2% y con la falta de dólares que empuja las expectativas al alza pese al deseo de Milei de bajar del 4% mensual.

“¡Qué sorpresa! Creo que se esperaba un poco menos, pero son siempre décimas que tiene más impacto político y psicológico por lo mediatizado que en lo concreto del metro cuadrado de la gente”, observa el economista Juan Miguel Massot, investigador de la Universidad del Salvador. “Lo que sí parece ya más consolidado es que es difícil llegar pronto al 2% mensual hacia fines de año”, advierte Massot.

Su colega María Castiglioni, de C&T Asesores Económicos, reconoce: “No es un gran número. Malo no es, es marginal el cambio versus julio y tiene que ver con servicios, regulados y otros. Por eso la núcleo subió contra julio.  Y hubo algo de aumento de alimentos, si bien por debajo del promedio”. En cuanto a los motivos, Castiglioni concluye: “Toda la movida de deuda del Banco Central al Tesoro generó en el camino liquidez, lo que provocó un ruido. También lo generó el salto de los tipos de cambio financieros en julio, lo que impactó en precios de bienes y servicios. Además sigue habiendo ajustes de tarifas. Todo eso llevó a un combo por el que, después de que la inflación bajó fuerte (desde el 25% de diciembre), quedó en torno al 4%. Esto no quiere decir que no pueda bajar más adelante, pero es un bache en el proceso, no es tan lineal, no es tan fácil. Hay precios que venían atrasados en tarifas y colegios”.

AR