María Migliore lleva un anillo de coco que le dieron en un retiro que le dieron en la Casa de Jóvenes Hermano Francisco, en Lomas de Mariló, Moreno. “Es un signo de la alianza con las causas populares”, decía de este tipo de anillo Pedro Casaldáliga, obispo de la Teología de la Liberación que nació en España y vivió la mayor parte de su vida en Brasil. La ministra de Desarrollo Humano y Hábitat del gobierno porteño comenzó a militar en lo social desde el colegio católico al que asistió en Bella Vista. De 35 años, casada y madre de dos hijas, ahora se enfoca en la crisis social que se agravó con la pandemia y en la construcción de La Popular, la corriente política que impulsa el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, en villas y asentamientos.
¿Qué está haciendo la ciudad ante la crisis social que agravó la pandemia?
La estrategia que pusimos en marcha en particular y focalizada sobre todo en los barrios populares para detectar casos de coronavirus, aislar, evaluar y en esta etapa también, por suerte, vacunar. Tenemos cinco vacunatorios en los barrios populares, casi 30 postas de información y difusión. Hay una línea de asistencia alimentaria: reforzamos mucho lo que tiene que ver con las raciones de comida tanto en los comedores como en un sistema de complemento alimentario en los distintos barrios donde la demanda no lo requería. Eso fue una línea fuerte que arrancó con la pandemia que todavía se sigue sosteniendo. Y después, yendo a una línea más estructural, para nosotros hay dos líneas que son como fundamentales dentro del ministerio: la integración y el desarrollo. Por integración entiendo los proyectos que fuimos poniendo en marcha durante los últimos años para la integración de los barrios populares. Hemos hecho una inversión en infraestructura muy significativa. Son procesos que han arrancado y que les falta tiempo de profundizar. Nuestro compromiso político es poder profundizar todo eso. Obviamente, en el marco de la pandemia, algunas de las obras se han dilatado por el parate de los últimos meses. Y como parte de esos procesos de integración, siempre decimos que la mejor política social es el trabajo y desde ese lugar estamos trabajando para que la política social esté cada vez más vinculada a la productiva. En diciembre sancionadas una ley de economía social y popular, ya fue reglamentada y ya están en marcha algunos capítulos de la misma. Por ejemplo, hace 15 días inauguramos el registro de unidades productivas para que a partir de que se registren empiecen a percibir los beneficios que da esta ley.
Usted dice que se reforzó la asistencia a comedores, pero organizaciones sociales dice que está escaseando…
Triplicamos la asistencia alimentaria desde que arrancó la pandemia…
¿En cantidad o en plata?
En cantidad. El diálogo es constante con todos los grupos. Con lo cual, en caso de que en algún lugar haya una demanda que no está siendo alcanzada, por supuesto que la fortalecemos. Hay una vocación de que a nadie le falte un plato de comida.
¿El retraso en las obras en barrios populares entonces no es por el recorte de fondos de la Nación sino por la pandemia?
Todas las obras que teníamos proyectadas se van a realizar. Por ejemplo, en la (villa) 20 son 1700 viviendas comprendidas en esta primera etapa. Ya mudamos 1.000 y estamos terminando la construcción de los otros dos módulos. Eso el último tiempo estuvo retrasado por cuestiones obvias de la pandemia. La obra de infraestructura troncal, que teníamos proyectada para 2020, ya está en marcha. Obviamente un recorte de fondos, como es el de público conocimiento, ha hecho que obras nuevas por ahí tengan que demorarse más tiempo.
Un alto funcionario del gobierno de la ciudad me decía en la campaña de 2019 que no podían destacar mucho lo hecho en los barrios populares porque irritaban a sus propios votantes. ¿Cómo lo analiza usted?
En la realidad se ven nuestras prioridades. La única verdad es la realidad. Y la realidad muestra que desde que volvió la democracia somos el gobierno que más invirtió en términos de infraestructura social. Eso es objetivo, lo podés medir, ver y desde ahí se muestran cuáles son nuestras convicciones. Y ese es el camino que vamos a seguir recorriendo para tener cada vez más confianza de los vecinos de los barrios en que esta alternativa realmente pone primeros a los que están últimos.
¿Cómo marcha La Popular, la corriente interna que usted impulsa en los barrios populares?
Viene muy bien. Estamos muy motivados también con la construcción de La Popular. Creo que es necesario amplificar las voces de quienes viven en los sectores populares dentro nuestro espacio político y tener más voces que creen que la política está para transformar y la principal transformación es hacer que los que están peor puedan vivir mejor.
Hay dirigentes de organizaciones sociales que están con el gobierno nacional pero que elogian su gestión.
Tengo una convicción de que los problemas de la Argentina se solucionan si todos los actores se sientan a la mesa, con lo cual tengo una profunda vocacional al diálogo y al consenso de tratar de construir desde desde ese lugar. Yo reivindico mucho el rol y el aporte de las organizaciones sociales. Yo trabajo en temas sociales desde que era muy chica, antes de estar en el gobierno, y me consta desde distintos lugares que es importantísimo el rol que llevan adelante, con lo cual todo lo que podamos trabajar en conjunto para potenciar y sobre todo para solucionar los problemas concretos de quienes viven acá lo voy a hacer. Creo que hay un desafío en la política, que es encarnar a fondo lo que uno cree. Yo realmente creo en el diálogo. Entonces me propuse que, como sello de mis acciones políticas, eso iba a ser como uno de los distintivos más grandes. Con todo el equipo hemos mostrado mucha vocación de construir procesos que son abiertos y que se construye, con legitimidades, la diversidad. Es lo que hice cuando me tocó ser gerenta general del Instituto de la Vivienda y eso es lo que estoy tratando de hacer como ministra de Desarrollo. La gestión de la pandemia mostró también esa vocación de apertura que tenemos y que es importantísima para construir política pública de largo plazo.
Esas mismas organizaciones sociales también tienen sus quejas. Una es por la gente en situación de calle, que ha aumentado con respecto a hace dos años. Ustedes hablan de cambio de metodología, pero las organizaciones sociales dicen que hay más.
Así como valoro muchísimo a las organizaciones sociales, su trabajo, y tenemos una vocación al diálogo de las dos partes, también tenemos diferencias y creo que eso es lo sano de la discusión y de la vida en la democracia. Hay acuerdos, hay desacuerdos y tenemos que administrar eso. Con lo cual, me parece atendibles todos los puntos que plantean. El tema del censo de las personas en situación de calle es recontra importante. Desde diciembre pasado arrancamos una mesa de trabajo conjunta con distintas organizaciones que son muy representativas en la problemática y el trabajo con personas en situación de calle. Para mí. ese proceso fue súpervalioso. Primero porque hubo un intercambio, pudimos comparar metodologías. A partir de ese intercambio, incorporamos cosas valiosas en nuestra metodología censal, como la cantidad de cuadrículas en que se divide la ciudad, la hora de salida de los recorridos, incorporamos preguntas cualitativas que ellos habían sugerido y así varias cosas más. También quedó de manifiesto que, cuando distintas partes hacen esto, estamos mirando cosas distintas. Nosotros tenemos un objetivo que es poder ver cuántas personas están en situación de calle a la noche. ¿Para qué? Para poder profundizar nuestra política de atención de la emergencia, que es que todas las noches nuestros equipos salgan a recorrer para encontrarse con personas en situación de calle e invitarlos a nuestros centros de atención. Vemos así la cantidad de camas disponibles, la cantidad de asistentes sociales para acompañarlos. El censo para nosotros es una foto para planificar nuestra política pública. Por eso lo hacemos en una noche y en un horario, después de las 7.30 de la noche. Las organizaciones lo hacen en varios días. Nosotros tenemos algunas diferencias respecto a cómo podés garantizar que no se está duplicando la gente, si vos tenés en cuenta que hay casi un 40% de las personas en esta situación que cuando te acercas no te dan ningún tipo de información. Más el nivel de rotación de esa población. Además, hay distintas actividades que suceden durante el día en la calle de la ciudad, es muy importante entenderlas, pero no para el objetivo que tenemos nosotros. Pero seguimos trabajando con consenso. De hecho, la semana pasada hubo una reunión de trabajo para el tema de los subsidios habitacionales y la idea es poder seguir intercambiando opiniones.
Las organizaciones sociales reclaman que se ponga en marcha la compra directa de la ciudad a las cooperativas y se quejan de que tienen que endeudarse con el Banco Ciudad.
Lo que hicimos es la ley de economía social y popular, que habilita un régimen de compra especial por el Estado y la posibilidad de que, ante una compra, el Estado salga de garante ante el Banco Ciudad para que ellas puedan recibir un crédito. Porque muchas veces lo que te pasa es que la cooperativa tiene la capacidad productiva, pero no tiene el capital para comprar, por ejemplo, en una textil toda la tela que necesita. Entonces la ley se sancionó en diciembre, está reglamentada, hace 15 días se dio de alta el registro, en el cual todas estas unidades se pueden inscribir, ya está operativo el mecanismo de compra del Estado, ya pueden ser dados de alta en el registro como proveedores del Estado, y tenemos que habiltar en los próximos 20 días el convenio con el Banco Ciudad para que pueda otorgar los créditos. O sea que están en el proceso que estaba planificadode implementación y puesta en marcha.
Las organizaciones también critican un ajuste en el presupuesto de tratamiento de las adicciones.
Nosotros seguimos trabajando con las becas que damos para garantizar la política pública. Realmente no hay ningún recorte en el presupuesto de adicciones, con lo cual no sé puntualmente a qué se refieren.
Los nuevos contratos de alquileres aumentan 70%, mientras persiste un alto déficit de viviendas. ¿Cómo se solucionan ambos temas?
En lo que tiene que ver con los barrios populares, la política más grande es la de integración que venimos llevando adelante. Respecto a lo que tiene que ver con el alquiler, el año pasado nosotros sancionamos una ley de alquileres en la ciudad para que sobretodo para que a los inquilinos les fuera más accesible ingresar y romper algunas barreras. En este momento estamos profundizando en la interpretación de esta ley.
¿Cuántas viviendas sociales están construyendo?
En la integración de barrios populares hacemos construcción de viviendas nuevas y mejoramiento de viviendas existentes. En los últimos años hemos construido más de 7.000 viviendas. La cuestión de los alquileres es algo que tenemos que trabajar desde la ciudad, pero también desde la política nacional.
Entre muchos votantes de Juntos por el Cambio se oyen críticas a que haya familias que cobren al mismo tiempo el Potenciar Trabajo, la tarjeta Alimentar y la asignación universal por hijo. ¿Cómo lo ve usted?
Yo creo que el Estado está en estos sectores justamente para garantizar derechos y generar oportunidades. Entonces, desde ese lugar, yo creo que, sobre todo en contextos de crisis como los que estamos transitando ahora, es sumamente importante que el Estado se haga presente con políticas como las que pudo haber sido el IFE (Ingreso Familiar de Emergencia) el año pasado. Ahora, creo que la discusión no tiene que agotarse en eso. Todos tenemos que volver a reconstruir una Argentina donde el esfuerzo valga la pena, donde todo el esfuerzo que hacen las personas que viven en estos sectores, que trabajan muchísimo y se rompen el alma todos los días, pueda significar poder estar mejor de manera estructural. Creo que ese es el desafío más grande y por eso insisto tanto con esta idea de que la política social tiene que estar vinculada a la política productiva y a la política de trabajo, no en oposición a la asistencia. La asistencia es una realidad necesaria en contextos como el que estamos. Pero sí creo que es un desafío muy grande de poder dar un paso más.
¿Y está dándose ese paso con el plan Potenciar Trabajo, que reconvirtió los de capacitación que dio el gobierno de Mauricio Macri?
Hay una conversación en todos los sectores políticos sobre cómo hacer realidad esta traducción de política social a política de trabajo. Reconocer a la economía social y popular es un primer paso muy necesario en este sentido. Así como hace unos años no había un acuerdo generalizado en términos de integración urbana, hoy yo celebro el consenso político en torno a este tema, con la ley del Renabap (Registro Nacional de Barrios Populares), con las distintas experiencias que tenés acá en la ciudad y en otras jurisdicciones de que el camino es por ahí. Después vos podés tener matices de implementación, acentos específicos, pero hay una una congruencia fuerte de todo el arco político de que es por ahí. Pero el próximo desafío del que tenemos que construir un gran consenso es sobre la economía social y popular, en reconocer el trabajo que todos los días hacen compañeros y compañeras para realmente formalizarlo, poder integrar los sistemas y potenciarlo al final del camino.
Tanto a usted como a la ex ministra de Desarrollo Social de Mauricio Macri, Carolina Stanley, se las critica no por su gestión sino porque viene a asistir a los pobres que provoca un modelo económico…
Yo creo que para resolver estructuralmente la pobreza son necesarias varias cosas. Por un lado, una política macroeconómica con reglas claras que permita un ciclo de desarrollo sostenido. Por otro, una política micro y desde lo sectorial que también genere incentivos para que la economía popular pueda incorporarse, no que sea contemplada solamente desde el gasto social sino que sea mirada desde la potencialidad productiva. Y esto tiene que ser complementado por una política de abajo hacia arriba, una política social que esté totalmente vinculada a lo productivo, que levante los pisos mínimos y desde ahí reducir la brecha. Esto combinado puede dar lugar a un ciclo transformador y necesario, y desde ahí que nosotros estamos pensando toda la política social.
AR