“¿Cuánto me cobraste esto?”: papa y cebolla, el salto abrupto de dos alimentos básicos que encarece la olla familiar
Son elementos infaltables de la dieta e históricamente baratos. En los últimos días superaron los $400 y $500 por kilo y los productores señalan que habrá que esperar hasta 2023 para tener mayor oferta y mejores precios.
“¿Disculpame, cuánto me cobraste esto?”, pregunta un hombre en una verdulería de Chacarita mientras señala una bolsa de papas negras que la cajera acaba de pasar por la balanza. “$720”, le responde. El hombre, que lleva además algunas mandarinas, no se queja pero respira hondo y busca en un fajito de billetes uno de $1.000. El billete de mayor denominación de la Argentina, entregado a cambio de dos bolsas pequeñas de verdulería.
La papa y la cebolla son productos base de muchas de las comidas más populares de la Argentina. Ingredientes que permitían, hasta hace muy poco, hacer una comida sustanciosa con poca plata. En las últimas semanas, ambas verduras pegaron un salto: con variaciones, el kilo de cebolla se vende por encima de los $500 y el de papa, por arriba de los $400 en supermercados. Precios que se explican, según productores, por una escasez de producto generada por la menor superficie sembrada este año y por los malos rindes de la cosecha.
En diálogo con elDiarioAR Nicolás Gulli, productor y comercializador de papas, dice que esta semana fue el “pico” de precio y que en los próximos se “empezará a acomodar”. De todos modos, aclara que los precios se mantendrán más altos de lo habitual por lo menos hasta mitad de enero, cuando comience a entrar la nueva cosecha de la provincia de Buenos Aires.
Para el productor, un precio razonable sería que la bolsa de papa de 20 kilos en el Mercado Central se ubique entre los $2.000 y los $2.500 (en la última semana llegó a los $3.500). “Eso es un poco más de $100 el kilo mayorista, $180 el kilo en la calle”, calcula.
Gulli, que junto con su familia siembra 1.000 hectáreas de papa en San Luis, Córdoba y provincia de Buenos Aires, asegura que los productores vienen de cinco años de muy mala rentabilidad. Este año, con buenos precios de los cereales y la soja y con el encarecimiento del arrendamiento de los campos, los productores que tienen la posibilidad de diversificar se volcaron a otros cultivos como la alfalfa, lo que achicó la producción.
“A un pequeño productor se le hace imposible, porque todo lo que ganó lo tiene que volver a poner en la siembra. Es todo en dólares: agroquímicos, tractores, alquiler del campo. La siembra cuesta al menos US$3.000 o US$4.000 por hectárea, depende la zona, y no todos tienen la espalda. Más que con la papa no tenés un precio de un commodity”, precisa.
A esto se le sumaron factores climáticos, con una fuerte helada en Córdoba, una de las zonas de fuerte producción. La cosecha del primer semestre se concentra en la provincia de Buenos Aires y luego empieza a subir en el mapa por otras provincias. Así, debería haber cosecha de papas todo el año, aunque a veces se necesita importar algo de Brasil. La segunda mitad de octubre y noviembre –ahora– es la época en que Tucumán abastece a todo el país.
Por la escasez en la producción este año se venden también los descartes y las papas chicas, que generalmente se tiran. Además se agrava algo que, de todas maneras, sucede siempre: se ofrece, a esta altura del año, papa remanente de la región del sudeste de la provincia de Buenos Aires, con fecha de cosecha entre enero y julio. “Por cuestiones bromatológicas no debería hacerse, porque es papa que ya tiene un año abajo de la tierra”, explican.
A los productores les molesta que la atención de los medios y los consumidores se pose en estas verduras cuando el precio está alto y que no sea noticia cuando un kilo de papas cuesta lo mismo o menos que un yogurt individual. “Hay que hacer un promedio del precio del año y no mirar solo lo que pasó esta semana”, dice Gulli. “Me parece importante decirlo porque ahora creen que los que producimos papa nos llenamos de plata y no, o ahora capaz que sí, pero los últimos cinco años perdimos sin poder renovar maquinaria y echando gente para subsistir”.
Según un informe de seguimiento de la inflación de la consultora LCG, verduras fue la categoría dentro de alimentos que más subió en la segunda semana de octubre: 4,9% en la semana y 12% en el último mes.
Este relevamiento se hace en grandes supermercados, donde estuvo vigente hasta el 7 de octubre un programa de la Secretaría de Comercio para ofrecer una canasta de frutas y verduras a precios económicos. Ya entonces era difícil encontrarlo en las góndolas, pero el programa preveía que el kilo de papa se ofreciera a $63 y el de cebolla a $105; valores que hoy están más de 400% por encima de los valores reales que encuentran las familias argentinas a la hora de hacer las compras. Consultados por este medio, en la Secretaría que conduce Matías Tombolini señalaron que se está “negociando” la nueva etapa de este programa, por el momento en suspenso.
Leandro Busacca, de Patagonions, una empresa de cultivo, empaque y comercialización de cebolla ubicada en Pedro Luro, cuenta que la situación de la cebolla es similar a la de la papa.
“El año pasado la cebolla no valió nada y eso hizo que muchos productores chicos no tuvieran para volver a sembrar este año, o sembraron menos. Además, este año no fueron buenos los rindes por problemas climáticos, por la falta de agua”, explicó. Se juntaron dos factores que, incluso por separado, alcanzan para signar un “año malo”.
Las cebollas chiquitas que se ven en muchas verdulerías son la evidencia de ese bajo rinde. A esta altura del año, provienen sobre todo de Santiago del Estero porque, del mismo modo que la papa, la temporada de cosecha es distinta en cada provincia. Buenos Aires recolecta y vende entre enero y agosto y por eso es posible que sea necesario esperar hasta 2023 para volver a tener mayor cantidad y mejores precios.
En los comedores comunitarios la suba de la papa y la cebolla encarece y hace todavía más escaso el guiso. Si antes entre los colaboradores juntaban plata de sus propios bolsillos para sumarle carne o pollo a la olla, ahora el esfuerzo comunitario también se destina a las las verduras elementales, que ya no están garantizadas.
DT
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