Precios Justos, el programa que lleva la estampa de Sergio Massa, cierra su primera etapa el 28 de febrero próximo y ya está en marcha la negociación por una segunda vuelta. Desde la semana pasada la Secretaría de Comercio mantiene reuniones con ejecutivos de las principales empresas de consumo masivo para renovarlo por otros cuatro meses y, en el mismo movimiento, dar una señal que permita atribuirle cierto éxito.
Según pudo saber elDiarioAR de fuentes diversas, se busca acordar una pauta de aumento inferior a la inicial. En las primeras conversaciones con las compañías el secretario de Comercio, Matías Tombolini, habló de un 3% o 3,2% de ajuste tanto para los 1.800 productos que permanecen congelados como para los que quedaron por fuera pero con un corset de suba mensual del 4%.
El Gobierno busca instalar la idea del “sendero de desaceleración de la inflación” para lo que resulta central mostrar que los porcentajes de remarcación, aunque sea lentamente, se achican. En las empresas presumen que será una constante en la agenda de discusiones de 2023; anticipan que el programa se prolongará al menos hasta diciembre, momento en que habrá un recambio de Gobierno.
En la negociación se contempla la posibilidad de que los productos que están “matados en rentabilidad” o con mayor problemas de abastecimiento sean reemplazados por otros, tal como sucedía en los programas de precios previos, con listados dinámicos. Durante las próximas semanas continuará esta conversación de ida y vuelta entre el Ministerio de Economía y las compañías, propuestas y contrapropuestas.
A diferencia de lo que ocurría con Precios Cuidados, esquema en el que las empresas se comprometían a participar con ciertos productos pero tenían libre disponibilidad para manejar el resto de su oferta, Precios Justos abarca todo. Hay un grupo de bienes congelados y el resto está sujeto a una pauta de aumento. “Eso es lo difícil de este programa, no te permite jugar con el mix de productos y te deja sin margen de reacción o compensación”, apuntan en una multinacional que participa de distintas categorías y segmentos.
El último monitoreo de la Secretaría de Comercio, correspondiente a la primera quincena de enero, arrojó un 67% de cumplimiento en lo que refiere a stock, 77% en la señalética que debe acompañar a los productos y 100% en precios. El rubro de productos de almacén y bebidas era el de menor menor cumplimiento y el de “frescos y congelados”, el de mayor cumplimiento.
En una de las grandes multinacionales proveedoras admiten que el porcentaje de abastecimiento puede no ser el esperado por el Gobierno, pero explican que no se puede analizar esa situación sin considerar la antesala del programa. Es decir, los problemas que tuvieron las firmas para importar insumos a finales del año pasado.
“Todavía hay cola de faltantes de materias primas y eso no es un problema solo nuestro sino de nuestros proveedores. Tombolini sabe que en noviembre y diciembre cada dos días frenábamos una línea de producción por este tema y el Gobierno avanzó con el programa aun conociendo el riesgo”, argumentan. En efecto, una de las prendas de negociación del secretario fue garantizar la disponibilidad de dólares para importaciones y su ingreso fluido, algo que no terminó de normalizarse.
Por otro lado, las firmas mencionan la ralentización de la producción que suele llegar con el verano: vacaciones del personal, paradas técnicas de mantenimiento, limpiezas programadas, etcétera. También señalan que no se puede asimilar directamente la situación de despachos desde los depósitos de las fábricas con la situación de la góndola. En el medio, hay otras instancias y factores que intervienen.
Fuentes del sector señalan que los productos que ingresaron el Precios Justos aumentaron alrededor de 40% su demanda, lo que puede producir faltantes. Además, supermercados aseguran que los pequeños almacenes y mercados chinos arrasan con el stock para proveer sus propios comercios.
“La verdad es que estan abasteciendo muy por debajo de la demanda”, asegura una fuente de supermercados regionales. “Los proveedores aceptan participar del programa, pero no les conviene y entonces ponen limites. Uno es que en general solo le venden a las grandes cadenas y luego les entregan la mitad de lo que les piden. Al resto le venden al precio real, más caro”, agrega. Esa situación genera un desplazamiento de la demanda hacia las grandes cadenas en perjuicio de los comercios más pequeños, que no adscriben al programa por la sospecha de no poder cumplir.
Algunas de las grandes empresas proveedoras directamente niegan el desabastecimiento y atribuyen los faltantes a las instancias posteriores. “Nosotros estamos entregando el doble de algunos productos y el cuádruple de otros en comparación con el año pasado. Después están las limitantes físicas y logísticas que pueden tener las cadenas para reponer y la rotación mayor de los productos del programa”, apunta un ejecutivo.
En otra firma, también líder a nivel nacional y con operaciones en todo el mundo, señalan que hay un abastecimiento en línea con el promedio histórico de los programas de precios o incluso superior, pero que existe una demanda del Gobierno de que “crezca el programa” y se vuelque un mayor volumen de mercadería. “El abastecimiento comprometido inicialmente está cubierto, tenemos reuniones esta semana para ver si se amplía”, señalan.
DT