La directora ejecutiva de la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses), la camporista Fernanda Raverta, impulsa otorgar un bono a los jubilados y pensiones que cobran los haberes más bajos para compensar el alza de la inflación en el primer trimestre de 2022, antes y después de la guerra de Ucrania. Aún no hay una decisión tomada, pero Raverta está trabajando en esa línea porque considera que, al subir la inflación, debe proponer políticas para que los haberes de los jubilados y pensionados no queden tan atrás, comentaron en sus oficinas. Por eso, anoche se juntó con el ministro de Economía, Martín Guzmán, para evaluar el bono y avanzaron en ese sentido, según fuentes oficiales.
Por la fórmula de movilidad jubilatoria que impulsó el gobierno de Alberto Fernández, que se basa en la evolución del salario y de la recaudación tributaria, en diciembre pasado se produjo el penúltimo aumento del 12,11% y este permitió que los haberes subieran 52,7% interanual frente a una inflación del 50,9%, según calculó el secretario general de la Anses, Santiago Fraschina. Pero el nuevo incremento de marzo del 12,28% quedaría rezagado respecto de un índice de precios al consumidor (IPC) que amenaza con acumular un 14% en el primer trimestre del año. Por eso, es que las autoridades analizan compensar a los jubilados y pensionados con bonos, como ya hizo en 2020 y 2021.
Pero esta vez el Gobierno se encuentra bajo el corset del acuerdo que el ministro de Economía, Martín Guzmán, firmó con el Fondo Monetario Internacional (FMI). En el informe del staff del organismo que aprobó el pacto está escrita una recomendación, no obligación, contra ese tipo de bonos: “Deben evitarse las subas discrecionales de las jubilaciones y pensiones ya que pueden socavar las metas fiscales y la sostenibilidad del sistema”. No obstante, Guzmán apoya la propuesta de Raverta.
En el informe de FMI está escrita una recomendación, no obligación, contra ese tipo de bonos: 'Deben evitarse las subas discrecionales de las jubilaciones y pensiones ya que pueden socavar las metas fiscales y la sostenibilidad del sistema'
Carlos Martínez, experto previsional de la Universidad de General Sarmiento, advierte que de la inflación de marzo debería ser menor al 3,25% para que las jubilaciones no pierdan. “El problema es que ese 3,25% es imposible porque la inflación en febrero 2022 fue de 4,7% y en marzo todo indica una aceleración, por lo que no sería menos de un 5,7%. De ser ese el escenario, con el aumento de marzo, la jubilación mínima habría perdido igual un 2,3% del poder de compra que tenía en diciembre. La dificultad adicional radica en que no va a haber más aumentos hasta junio, por lo que, a esa pérdida, habría que adicionarle la inflación de abril y de mayo. No voy a realizar predicciones, sino solamente plantear escenarios. Uno muy optimista y uno neutro-negativo. El primero sería con una inflación en marzo de 5,7%, en abril de 4,7% y en marzo de 3,7%. El segundo con valores de 5,7%; 5,8% y 5,9%, respectivamente. En ambos casos, la pérdida a marzo sería de 2,3%, pero a abril resultaría de un 6,7% en el optimista y de un 7,7% en el pesimista. Mientras que a mayo sería de un 10% en el optimista y de un 12,8% en el pesimista. Dado que en junio toca nuevamente movilidad, siguiendo con un escenario muy optimista (2,7% de inflación en junio) y una 'neutropesimista' (6% de inflación en junio), en el primer caso haría falta que esa movilidad resulte de 11,51% para que en junio 2022 la jubilación no sea menor que en marzo de 2022 y de 14,17% para que no sea más baja que en diciembre 2021 y en el segundo caso, que sea de 18,77% para mantener el poder de compra de marzo 2022 y de 21,6% para volver al de diciembre 2021. En resumen, sin bonos, los jubilados van a cobrar en mayo entre un 10% y un 15% menos que en diciembre. Y para que en junio cobren lo mismo que en diciembre la movilidad debería ser de un 20%-25% en ese mes”, sentenció Martínez.
El abogado previsional Adrián Tróccoli analiza que “el bono, si se lo dan a algunos significa que los que sí aportaron, los de haberes medios y altos, son los que sufren todo el impacto”. “Además, si no pasa a formar parte del haber siguen todas las jubilaciones atrasadas, solo emparcharán uno o dos meses. Otro tema es que ya vienen atrasadas desde 2017, que acumulan dos cambios de leyes (2017 y 2020) y una suspensión de la ley (2019) que acumularon pérdidas, además de que ahora perdimos la guerra contra los demonios”, ironizó Tróccoli sobre las expresiones de Alberto Fernández sobre la lucha contra la inflación. “Lo más grave de todo esto es que los jubilados perdieron en los últimos años un 30% contra la inflación y no tiene vista de mejorar. Perdieron plata en enero, más en febrero, un poco menos en marzo. Suponiendo que en marzo la inflación sea del 5%, en lo que va del año el IPC (índice de precios al consumidor) da 14,22% y las jubilaciones 12,12%, es decir perdieron un poco, el problema es que el deterioro en los próximos meses va a ser mucho hasta el próximo aumento. Ahora, si mirás la canasta básica del Indec (Instituto Nacional de Estadística y Censos), que tiene mayor influencia en el gasto de los jubilados, la cosa es más grave. Para este trimestre, es de 23,8%: eso da una pérdida del 10,4%”, remató Tróccoli.
Frente a quienes sostienen que al Gobierno le conviene mayor inflación para licuar su principal gasto, el de jubilaciones, pensiones y asignaciones, el profesor Oscar Cetrángolo, de la Universidad de Buenos Aires (UBA), advirtió que no es así en un reciente artículo en el blog Alquimias Económicas: “La nueva fórmula de movilidad previsional determinará una mejora fiscal cuando caigan los salarios reales de la economía (tomando como referencia la inflación de un trimestre posterior) o, mucho más claro, cuando se produzca una redistribución del ingreso regresiva”.
AR/CC