La Reserva Federal (FED) de Estados Unidos decidió pausar las subidas de las tasas de interés por segunda vez, aunque no descarta otro aumento en lo que queda de 2023. La Fed se tomó un primer descanso en junio y después las retomó en julio. Así, este miércoles, el Banco Central norteamericano dejó el 'precio' oficial del dinero en el rango entre el 5,25 y el 5,5%, el máximo de los últimos 22 años.
La FED empezó el ciclo de incrementos del 'precio' del dinero en marzo de 2022 en el 0%-0,25% para luchar contra la inflación. Haber comenzado 4 meses antes que el Banco Central Europeo (BCE) condicionó la agresividad de la institución que preside Christine Lagarde. El BCE, la semana pasada, decidió su décimo aumento consecutivo desde julio, sin descanso. En su caso, ya va por el 4,5%.
La inflación interanual en Estados Unidos repuntó ligeramente en agosto al 3,7%, y se alejó del objetivo del 2%, tras caer hasta el 3% en junio y subir al 3,2% en julio. En estos mismos meses, en el conjunto de la eurozona, permaneció muy alta, en el 5,5%, 5,3% y 5,2%, respectivamente.
La lucha de los bancos centrales contra la inflación consiste en ahogar la economía con el encarecimiento de la financiación para moderar las subidas de precios. Una estrategia que asume el riesgo de recesión económica y de aumento del paro. El frenazo de la actividad ya es evidente, pero el mercado laboral resiste.
“Los indicadores recientes sugieren que la actividad económica se fue expandiendo a un ritmo sólido. La creación de empleo se desaceleró en los últimos meses, pero sigue siendo fuerte, y la tasa de desempleo se mantuvo baja. La inflación sigue elevada”, resume el comunicado de la Fed de este miércoles.
“Es probable que las condiciones crediticias más estrictas para los hogares y las empresas pesen sobre la actividad económica, la contratación y la inflación. El alcance de estos efectos sigue siendo incierto”, admite la institución monetaria.
Este miércoles, además actualizó sus previsiones económicas, con una expectativa de crecimiento del PIB del 2,1% en 2023, el doble que en junio, cuando esperaba un avance del 1%. Según su cuadro macroeconómico, el crecimiento será del 1,5% en 2024 y del 1,8% en 2025.
Por otra parte, sus economistas limitan la subida del paro al 4,1%, desde la proyección previa de un máximo del 4,5%. Eso sí, no ven la inflación normalizada hasta 2025.
Riesgos bancarios
La austeridad monetaria también asume la amenaza de dañar la estabilidad financiera, como se vio con los colapsos bancarios en Estados Unidos y en Suiza en primavera. “El sistema bancario estadounidense es sólido y resistente”, viene reiterando la Fed.
El ciclo de aumentos del 'precio' del dinero fue el más agresivo en 40 años. Y las consecuencias más graves hasta ahora fueron la caída del Silicon Valley Bank, del First Republic Bank y del Signature Bank, que en total exigieron 20.000 millones de dólares, 13.000 millones y 2.500 millones, respectivamente, en rescates públicos para garantizar los depósitos.
Los tipos de interés en Estados Unidos y el euro
La política monetaria de la FED condiciona al BCE porque funciona como una aspiradora de dinero hacia el dólar. Al haber subido las tasas de interés más y desde hace más tiempo incrementó también más la rentabilidad que ofrece la deuda de Estados Unidos, considerado el activo más seguro a nivel internacional. Es decir, muchos euros se intercambian por dólares para conseguir ese mayor rendimiento.
La depreciación del euro, que a mediados del año pasado llegó a caer por debajo de la paridad con la divisa norteamericana, es inflacionista para la eurozona porque automáticamente encarece la factura de petróleo o gas de los países, porque precisamente se comercian en dólares. Tanto cae el euro respecto al dólar, tanto suben en bruto la mayoría de materias primas. Este efecto del tipo de cambio obliga al BCE a perseguir a la FED, al margen de su propia estrategia.