La inflación galopa al 46,3% interanual, pero no todos los productos y servicios se encarecen por igual. Por las restricciones de actividades en la pandemia, se consumen y aumentan de precio algunos bienes en detrimento de servicios que no se pueden adquirir, como los turísticos o recreativos. Además, los controles del Gobierno no apuntan a todos los sectores por igual. Economistas como Gabriel Rubinstein y Andrés Borenstein advierten que no necesariamente los rubros que más remarcaron son los ganadores de la inflación porque quizás les subieron mucho los costos, pero otros como Marina Dal Poggetto advierten que “si subiste los precios el doble que el IPC (índice de precios al consumidor) es porque mejoraste los márgenes”.
En un informe especial de mayo de la consultora de Dal Poggetto, Eco Go, se advierte que “no todos los precios suben por igual” e identifica aquellos que en los últimos 12 meses se incrementaron bastante por encima del IPC y que a la vez también superaron con amplitud el nivel general del primer cuatrimestre de 2021, del 17,6%, es decir, que aceleraron en los últimos tiempos. En esa condición ubica los rubros de prendas de vestir y calzado (que se encarecieron 84% en un año), materiales de la construcción (84,6%), autos (74,8%), mantenimiento y reparación de la vivienda (más del 70%), carnes y derivados (64,7%), medicamentos y equipos para la salud (54,2%) y combustibles y lubricantes (50,6%). También por encima de la inflación interanual, pero con menos ritmo de alza en 2021 aparecen las computadoras y equipos audiovisuales (más del 75%), frutas (69,3%) y equipamiento y mantenimiento del hogar (54%).
Dal Poggetto y Borenstein, de la consultora Econviews, coinciden en que, pese a que la pandemia redujo los encuentros sociales, las personas consumen más ropa nacional por las restricciones a la importación y a los viajes al exterior, en los que muchos argentinos de ingresos altos y medios altos se vestían de pies a cabeza. Los empresarios textiles señalan los aumentos internacionales de las materias primas, fenómeno que está afectando a las industrias de todo tipo, y al alza de los alquileres. “No se puede decir que el comercio o la industria de la confección se beneficiaron con las remarcaciones”, advierte Borenstein, que concuerda con Dal Poggetto en que las cuarentenas llevaron a que las personas compraran menos servicios y más bienes de consumo durable y semidurable, lo que explica no sólo el encarecimiento de la ropa y el calzado sino los de los materiales de la construcción, autos, computadoras y electrodomésticos, aunque en estos rubros también influyen otros factores como la suba del dólar y el boom mundial de precios de los insumos básicos. Otro colega suyo, Hernán del Villar, del estudio Alpha, agrega: “Los bienes le ganan claramente a los servicios. Excluyendo a los regulados, que son los que menos subieron, los precios de sectores que mantuvieron su actividad en la pandemia son los que más subieron”.
Los materiales de la construcción tuvieron su salto cuando se amplió la brecha cambiaria en octubre pasado porque algunos ahorristas aprovecharon para cambiar sus dólares en el mercado paralelo y pagar las obras en pesos. De todos modos, la paz cambiaria actual no ha tranquilizado los valores, aunque sí ha enfriado un poco el boom constructor. La economista de Eco Go advierte que la secretaria de Comercio Interior, Paula Español, está más enfocada en controlar los precios de los alimentos, centrales en la canasta básica, que los de los insumos de la construcción, la ropa, el calzado, los autos o los remedios. Existen acuerdos de precios de materiales de la construcción y los medicamentos, pero menos estrictos que los de la comida, mientras que los sectores textil, de zapatos y zapatillas y vehículos remarcan a discreción.
El caso de los coches es curioso porque aumentaron mucho más en el IPC (74,8%) que en el índice de precios internos al por mayor (IPIM, un 53,6%). Pese al encarecimiento del acero o la escasez de chips en el mundo, no es en la fábrica sino en la concesionaria donde se remarcó más. Borenstein y Dal Poggetto coinciden en que faltan vehículos en los locales, se entregan con demoras de tres meses, hay incertidumbre sobre el precio de reposición y la alta demanda lleva a que quien paga más se lleva antes el producto. También influyó el alza de impuestos internos a los autos.
En el caso de la carne, el analista de Econviews advierte que no necesariamente mejoraron los márgenes porque subió el precio internacional del maíz, con el que se engordan vacas, pollos y cerdos. Pero no todo el ganado bovino se alimenta sólo con el cereal: alrededor de la mitad lo hace con pasturas, aunque en otoño e invierno y al final del periodo de engorde sí recurre a ese insumo. En los precios de la carne vacuna ha influido más el “tirón exportador a China, que te compra toda la vaca”, según describe Dal Poggetto. No por nada, el pollo, que se alimenta 100% con maíz, aumentó menos (44,2%) que el asado (81,5%) o el matambre (76,6%), cortes que se empezaron a exportar desde que el gigante asiático empezó a demandar hace dos años. En cambio, el lomo, que siempre se exportó a Europa, se encareció menos, el 62,5%, según datos del Centro de Economía Política Argentina (CEPA).
Los combustibles, a su vez, aumentaron por el precio internacional del petróleo y por la decisión política de autorizar alzas que contribuyan a mejorar el balance de YPF, según Dal Poggetto. En cambio, el Gobierno aprobó subas mucho menores en gas, luz, telecomunicaciones o prepagas.
“Lo preocupante es que transporte, mantenimiento del hogar y vestimenta son rubros sensibles para personas en situación de vulnerabilidad”, opina Iván Cachanovsky, de la Fundación Libertad y Progreso. “Desde luego que los alimentos son lo más sensibles para ellos, pero tampoco tenemos buenas noticias ahí porque están en un nivel similar a la inflación”, admite Cachanovsky. Así como carnes y frutas aumentaron más que la inflación, el pan y los cereales se elevaron 33,8%; los lácteos y los huevos, 34,9%; aceites y manteca, el 39%; verduras y legumbres, 32,7%; azúcar y golosinas, 19,8%; café, té, yerba y cacao, 37,9% y aguas, gaseosas y jugos, 20,8%.
No sólo deben analizarse qué rubros remarcaron más los precios al consumidor. También hay que revisar qué pasó con los mayoristas, que subieron más (61,3%) que los minoristas. Es decir, hay comercios e industrias que no han podido trasladar a los clientes finales la suba de los costos, entre la presión del Gobierno y la demanda de un mercado que se recupera pero que está muy debilitado en términos históricos. Entre los rubros mayoristas que más remarcaron están el petróleo y el gas (110,3%), maderas y productos derivados excepto muebles (104,7%), productos de caucho y plástico -que son derivados del crudo- (79%), aparatos eléctricos (78,5%), productos metálicos excepto máquinas (75,7%), papel y derivados (68,1%), productos textiles (67%), muebles (66,7%), prendas de materiales textiles (65,4%), máquinas (64%), productos agropecuarios (62,2%) y metales básicos (61,7%).
AR/WC