“Todo va a estar más o menos bien”, canta Santiago Motorizado en uno de los hits de su banda de rock platense. Posiblemente esta frase refleje lo que sucede con la industria argentina en general y con el sector metalúrgico en particular: los datos fríos muestran que la actividad aumentó el año pasado más de lo previsto y los datos que tenemos hasta el momento reflejan que la actividad en 2022 volverá a terminar en aumento. Por ejemplo, la actividad metalúrgica representa la quinta parte de la actividad industrial y el año pasado aumentó 18% mientras que desde la Asociación Industriales Metalúrgicos de la República Argentina (ADIMRA) se esperaba un incremento como máximo del 12%. Detrás de estos números fríos hubo durante el año pasado un aumento en el empleo metalúrgico, mayor generación de riqueza y mayor desarrollo en las capacidades locales del entramado productivo.
Ante este escenario, la industria y el sector metalúrgico posiblemente logren terminar el año con dos años consecutivos de crecimiento en el nivel de actividad después de una década. En un país que viene mostrando una elevada volatilidad macroeconómica con grandes saltos cambiarios hace una década, lograr mayor nivel de producción no es un punto menor. El electrocardiograma del nivel de producción metalúrgica, por ejemplo, muestra que en los últimos 28 años en casi la mitad de los años hubo una contracción de la actividad metalúrgica. Esto significa que si una empresa este año festejó 28 años desde su creación, en casi la mitad el promedio de la actividad metalúrgica se contrajo.
Si bien la foto de la producción del sector hoy es positiva en términos generales con respecto a cómo estaba el sector hace uno, dos o tres años, la película de cara hacia los próximos meses presenta algunos signos de interrogación que dependen tanto de factores tanto internos como externos.
Por el lado del sector externo, la CEPAL publicó un documento esta semana analizando el impacto del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania en América Latina. Una de las conclusiones del estudio es el desigual impacto que genera esta situación en los diversos países según cuáles sean las principales “estrellas exportadoras” en cada una. Los términos de intercambio, que miden la relación entre los precios de exportación de un país con respecto a los de importación, en el caso de Argentina van a mejorar este año 2%. Nos va a jugar a favor el aumento de los precios de todo el complejo alimenticio, pero del otro lado se encarecen los precios de la energía. Esta canasta de exportaciones/importaciones de Argentina hace que el impacto no sea tan perjudicial como es en México, pero tampoco como Brasil que se beneficiará relativamente más.
La otra conclusión del informe es que si bien los términos de intercambio van a mejorar, estamos en un mundo de menor crecimiento global y mayor inflación. El termómetro de la actividad mundial preveía en enero un incremento del PBI del 4,4% para este año y ahora se recalculó para el 3,3%. Esta no es una buena noticia ni para Argentina ni para el mundo porque menos crecimiento global significa menos demanda global, menos consumo y por ende más dificultades para lograr colocar productos en el exterior.
“Necesito un poco de plata para que todo siga más o menos bien”, canta Santiago Motorizado en el mismo tema. Si en lugar de plata se hablara de divisas, posiblemente esta oración reflejaría uno de los desafíos que atraviesa la industria en general y la metalúrgica en particular. En un contexto en el cual en el mercado local hay demanda y se visualizan proyectos de inversión, adquisición de equipos, ampliaciones de fábricas, muchas empresas atraviesan dificultades para conseguir los dólares que les permitan comprar materias primas, insumos, partes o piezas que necesitan del exterior. La política de administración de divisas impulsada por el Banco Central representa un desafío para múltiples empresas, principalmente PyMEs, que no cuentan con capacidad y/o poder de negociación para lograr que sus proveedores del exterior les den un plazo de gracia de seis meses.
Esta situación, que es la contracara del desafío macroeconómico que enfrenta el país dado el acuerdo con el FMI para cumplir con la meta de acumulación de reservas, representa posiblemente el techo que tenga la producción este año. Si bien las estadísticas de comercio exterior del primer trimestre reflejan un aumento de las importaciones durante el primer trimestre (impulsado tanto por el incremento en las cantidades como en los precios), las normativas del BCRA se fueron endureciendo en el transcurso de los meses y por eso la quirúrgica administración de divisas será clave para evitar que se detenga el crecimiento económico en un contexto de buen nivel de actividad y con proyectos de inversión en cadenas de valor estratégicas como la energía, minería, alimentación, automotriz, entre otras.
Posiblemente creamos que si la inflación va a ser significativamente mayor a la que preveían todos los economistas y la brecha cambiaria se mantiene estable pero extremadamente elevada, sea difícil encontrar datos favorables. Sin embargo, una variable que muestra un buen desempeño es el crédito pyme. Hoy el crédito a las pymes en términos reales crece más que a las personas físicas. ¿Por qué esto es importante? Porque permite que una empresa pueda endeudarse a tasa competitivas para pagar sueldos, comprar materia prima, ponerse al día con los impuestos o también llevar adelante inversiones productivas como puede ser mudarse a un parque industrial, comprar una máquina de corte láser, o ampliar el galpón. Este dato alentador refleja la capacidad para visualizar e impulsar una agenda que apunte a intentar resolver uno de los principales problemas para las PyMEs que es la falta de crédito. Si bien todavía es mucho lo que falta en este sentido, durante los últimos dos años se ha logrado incrementar el stock de crédito PyME. Según el último informe de análisis del crédito PyME realizado por ADIMRA, el crédito a las empresas más pequeñas aumentó en marzo un 22,4% interanual en términos reales y acumula 24 meses consecutivos de crecimiento interanual.
“Es hora de buscar lo esencial” cierra la canción de una de las bandas líderes del rock nacional. Posiblemente esta oración refleje la importancia de avanzar con aquellos debates estratégicos que pueden definir el crecimiento de la industria metalúrgica durante las próximas décadas, como el desarrollo de la cadena de proveedores del sector minero, el desarrollo de todos los equipos y accesorios que necesita la cadena de petróleo y gas, el impulso a las compras públicas para potenciar la producción local a partir de las adquisiciones realizadas por el Estado, avanzar con la agenda de la industria de la defensa, entre otras impostergables agendas que están en discusión. Si el país logra, a pesar de los desafíos macro que se presenten, impulsar estas agendas, posiblemente cuando analicemos reescribir esta nota en algunos años en lugar de comenzar escribiendo que todo va a estar “más o menos bien” podamos decir con seguridad que “todo va a estar bien”.
DT