El Ministerio de Transporte pagó esta semana una última cuota de $500 millones y terminó de liberar así un subsidio excepcional de $2.500 millones para las empresas de colectivos de larga distancia, que estuvieron siete meses sin operar y estiman que, pese a la apertura, esta temporada no llegarán a cubrir el 25% de los servicios que realizaron el año anterior. La ayuda fue mirada con recelo por las aerolíneas privadas; pese a su insistencia, no recibieron ayuda de parte del Estado, que por su “estructura financiera” las considera en mejores condiciones para enfrentar la abrupta reducción del tráfico que generó la pandemia.
El servicio de transporte terrestre de pasajeros interurbano e internacional se suspendió el 20 de marzo de 2020 y se habilitó recién el 14 de octubre pasado. Según la resolución 306/2020 publicada ayer en el Boletín Oficial, esa decisión afectó profundamente a las empresas del sector que, por otra parte, “no recibían asistencia del Estado Nacional”.
En efecto, en 2014 la gestión del entonces ministro de Transporte Florencio Randazzo eliminó gran parte de los subsidios que recibía el sector de transporte terrestre de larga distancia. Sólo quedaron algunas compensaciones que fueron eliminadas totalmente en febrero de 2017, ya con Guillermo Dietrich —artífice de la “revolución de los aviones”— en el cargo.
El 26 mayo de 2020 el Ministerio de Transporte estableció una compensación “de emergencia” de $500 millones para las empresas del sector. El 7 de julio se dispuso otra, de $1.000 millones, que en octubre fue aumentada al doble: $2.000 millones en cuatro cuotas iguales. La última de esas cuotas fue autorizada ayer.
“Si bien la ayuda fue pensada para sostener otros costos, las empresas terminaron usándola para pagar los 16.000 salarios del sector. Esta última cuota va a ir destinada a aguinaldo”, dijo a elDiarioAR Gustavo Gaona, vocero de la Cámara Empresaria de Larga Distancia (Celadi).
Actualmente los servicios de larga distancia están disponibles para 1.000 destinos de la Argentina (sobre un total de 1.600) y se acerca al 15% de la operación regular. Según detalló Gaona, el principal problema son las restricciones a la cantidad de ingresos y egresos que permite cada destino.
En la Ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, hasta la semana pasada existía un límite de hasta 200 servicios semanales. Actualmente se expandió a 135 servicios diarios, lo que sigue siendo muy bajo en relación con los 1.500 que se realizan habitualmente para esta época del año. Eso, sumado a la obligación de limitar la capacidad de los coches por protocolo sanitario, reduce la oferta y la posibilidad de vender tickets. “No creemos que en toda la temporada superemos el 25% de los servicios que realizamos el año anterior”, resumió Gaona.
Las aerolíneas privadas que operan en el país, que también sufrieron los efectos de la parálisis que generó el Covid-19, tomaron nota de los subsidios motorizados por el Gobierno a los servicios terrestres. En junio le enviaron de manera conjunta una carta a las autoridades de Transporte solicitándole asistencia, pedido que repitieron en numerosas oportunidades incluso a través de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA).
“Nuestra industria no tiene ningún tipo de ayuda ni aliciente. Pedimos algún tipo de baja de costos de operaciones aerocomerciales, de alquileres, de tasas y no recibimos nada”, señaló una fuente de una cámara del sector. Las empresas aéreas todavía insisten con el pedido y, según pudo saber elDiarioAR, solicitaron reuniones con los ministros de Transporte, Mario Meoni, y de Turismo, Matías Lammens, para volver a discutir el tema.
“Estamos atravesando la peor crisis de la historia y el túnel se alarga y la luz que parecía estar cerca se volvió a alejar con la posibilidad de la segunda ola. Son muchas las líneas aéreas que dejaron de operar en el último año y medio”, se quejó una fuente del sector.
En el Ministerio de Transporte explicaron que la decisión de respaldar a los colectivos de larga distancia y no a las aerolíneas se funda en sus “estructuras económicas”. “Las aerolíneas tienen grupos financieros muy grandes atrás, que les dan otra espalda y que contemplan dentro de sus reglas del juego las pérdidas anuales, más allá de que esta es una situación excepcional”, apuntaron.
Además, cerca de Meoni destacaron que, a diferencia de las aerolíneas, la gran mayoría de las firmas de colectivos de larga distancia son empresas familiares, con base en las distintas provincias del país y de capitales nacionales. Por otro lado, señalaron el rol que cumplieron durante la pandemia en el traslado de personal esencial en la ruta y de repatriaciones internas.
Como elemento de contexto, en Transporte aseguraron que son excepcionales los casos en el mundo en que los Gobiernos socorren a aerolíneas privadas. Cuando otorgan ayudas, suelen volcarlas a las aerolíneas de bandera, como ocurre en el país con Aerolíneas Argentinas, que percibe un respaldo constante del Tesoro Nacional.
DT