“Lo más importante es la canción y luego la puesta en escena, lo demás poco me importa”, asegura Guille Mostaza, quien alcanzó repercusión como parte del dúo de pop Ellos y se ha afianzado posteriormente como productor en su estudio Alamo Shock. Para alguien que ha tenido oportunidad de grabar a distintas generaciones de músicos, de Christina Rosenvinge y Coque Malla a Sara Socas o Cupido, el autotune es “un recurso como cualquier otro” que aplica en sus trabajos “si realza la composición”.
Mostaza ha producido otro tema que se postula a Eurovisión a través de su participación en el Benidorm Fest: Sigues en mi mente, de Marta Sango. “En cuestión de normas” desconocía si estaba permitido el uso del autotune, pero decidió “eliminarlo de la maqueta inicial porque la voz de Marta luce por sí misma y quedaba mejor”. Aunque “no concibe” a Luna Ki sin autotune porque “es parte de su discurso futuristicodigital, sin él su apuesta tendría otro tono”.
En cuanto a la retirada de la cantante, que define como “muy elegante”, cree que el debate debería centrarse en que “si quieres ir a Eurovisión no puedes llevar ese efecto”, hecho comparable a “cuando en una boda te piden que vayas de traje: son las normas, las tradiciones; si quieres ir en pijama, bañador o traje de buzo no es el sitio indicado”. Aun así augura que se trata solo de “cuestión de tiempo, ya que hace décadas que eliminaron a la orquesta y ahora permiten voces pregrabadas”.
Un recurso creativo en manos de los técnicos
Otro productor con gran experiencia, Raúl Pérez, aclara que “el autotune no es simplemente una herramienta de corrección de tono, para eso hay herramientas más precisas, que se utilizan desde hace tiempo”. Por su estudio de grabación La Mina han pasado Kiko Veneno, Pony Bravo o Sen Senra, entre muchos otros, lo que le ha permitido certificar que “su uso es creativo, similar al de otros efectos como distorsión, chorus o phaser”. El autotune, más que “una trampa”, sería “una cuestión de estética”.
Javier Bilbao, cantante conocido como One Path en la escena urbana, no lo utiliza “solo para corregir errores de afinación”. Lo tiene “activado en todo momento” y compone “reaccionando en tiempo real a la respuesta que da el efecto”. El joven, que además de componer también produce, lo usa “de una manera similar a como se concibe en una guitarra eléctrica”, con el efecto “en primer plano, no como un añadido posterior”.
Esta explicación técnica no parece convencer a los eurofans que en Twitter defienden el concurso como un espacio para quienes “cantan bien”. Sin embargo, el sector sí parece apoyar la sorpresiva retirada. Así lo demuestran mensajes como el de la cantante Babi, con quien Luna Ki colaboró en Disney, o el de otra participante en Benidorm Fest, Javiera Mena, para quien “el arte juega, rompe y cambia”. Alizzz aprovechó para adaptar a este debate una conocida frase de C. Tangana: “Dios bendiga el reguetón, Dios bendiga a Daddy”.
El efecto que nació envuelto en polémica
Precisamente uno de los mejores momentos del estreno en directo del proyecto El Madrileño de C. Tangana con su famoso concierto Tiny Desk fue cuando Alizzz ‘tuneó’ su voz durante un inesperado interludio. El productor y cantante no solo homenajeaba un clásico del grupo New Order, Bizarre Love Triangle, también reivindicaba un recurso capaz de abrir nuevas fronteras musicales. Sin autotune, Talkbox, Vocoder o Melodyne, efecto al que se refiere Odi O'Malley en otra interpretación de los hechos, no se entenderían temas tan rompedores como I Thought It Was You de Herbie Hancock o Around The World de Daft Punk, por citar dos ejemplos muy distintos entre sí.
Tal como explica Javier Bilbao, “no todos los efectos de corrección de tono son iguales y el resultado no es bueno automáticamente, hay que saber utilizar las herramientas”. Auto-Tune es la propuesta comercializada por la empresa Antares, pero existen muchas otras y “su sonido no es exactamente igual”. Pérez lo amplía: “Dentro del mundillo hay bastante friquismo incluso con las versiones del propio programa, ya que cada una modula la voz de una manera diferente y el timbre resulta distinto”.
La polémica ha acompañado al autotune desde que se lanzó en 1996. Su creador, el ingeniero experto en prospección geofísica Andy Hildebrand, se vio en la obligación de aclarar que los estudios ya disponían de un truco para “corregir el tono”: grabar cientos de tomas y unirlas a conveniencia con herramientas de edición. Eso no evitó que, a pesar de protagonizar cientos de canciones de éxito, la revista Time lo catalogara como uno de los 50 peores inventos.
La clásica reticencia ante los avances sonoros
“No se suele decir que Jimi Hendrix era un gran guitarrista ‘a pesar de’ usar distorsión”, razona Bilbao, por lo que “debería aceptarse el uso de efectos vocales” que han servido para impulsar hits tan incontestables como la canción Believe. En 1998 Cher popularizó su uso en el mainstream, pero “hay más ejemplos de tecnologías que se explotaron de modo distinto al inicialmente concebido, desde amplificar las guitarras del rock a usar cajas de ritmos y sintetizadores para generar sonidos no realistas en la música electrónica”.
En 1965 Bob Dylan fue recibido con gritos de “Judas” por aparecer con formato eléctrico en el Festival de Newport, dedicado al folk. Otros ejemplos fueron las reticencias iniciales a grabar por pistas en el estudio, usar sintetizadores, modificar el sonido de las guitarras con pedales o simplemente no preocuparse demasiado por 'tocar bien', como las primeras generaciones de músicos indies. En el caso del autotune hay una víctima concreta, T-Pain.
El rapero revolucionó la escena en 2005 con éxitos de inclinación R&B como Bartender, influyendo en el sonido posterior de celebridades como Lil Wayne o Snoop Dogg. Pero también se ganó enemigos del calibre de Jay-Z, quien pronosticó en 2009 “la muerte del autotune” con su legendaria canción D.O.A. (siglas para Death Of Auto-tune), una indirecta pública que mandó la carrera de T-Pain al ostracismo. La semilla, de todas formas, estaba plantada y germinaría hasta convertirse en un elemento diferencial para estilos posteriores.
De Kanye West a Migos: el autotune como estética
Hay infinidad de canciones donde el autotune es fundamental, del TiK ToK de Ke$ha al Boom Boom Pow de Black Eyed Peas, pero quien lo convirtió en la herramienta que definiría el futuro de las músicas urbanas fue sin duda Kanye West. Para la crítica especializada es capital su álbum de 2008, 808s & Heartbreak, que incluía modificaciones vocales extremas en temas como Heartless. Su influencia en la generación posterior, con ejemplos como los de Drake, Future o Travis Scott, es innegable.
El uso del autotune como clave identitaria resulta obvio en el trap. Esta rama escindida del hiphop no se entendería sin códigos como el fraseo en triplets, los ritmos creados con una Roland TR-808 o la ‘robotización’ vocal. Así lo confirmaron las primeras mixtapes de Migos, uno de los primeros grupos de este estilo con éxito global. A día de hoy el autotune está plenamente aceptado en las músicas urbanas, incluyendo a la generación reguetonera contemporánea.
Esta influencia ha permeado a artistas de toda condición. Para cantantes con capacidades interpretativas tan libres de sospecha como Frank Ocean, Rosalía, Bon Iver o James Blake, la modificación vocal es un aspecto inherente a su propuesta. Tal como explica Mostaza, “la gente joven está más abierta a lo nuevo”, aunque le resulte “gracioso pensar que el autotune tiene 25 años”. Esta polémica le recuerda a “la aparición de las primeras reverbs digitales”, que inicialmente fueron una revolución, pasaron a “dar asco” en décadas posteriores y “ahora se han vuelto a estabilizar”.
El desprecio al autotune, ¿una postura reaccionaria?
“Al ser una estética ligada a lo que se hace en los últimos años”, Raúl Pérez usa “autotune, otros efectos vocales y sintetizadores” en producciones de “grupos jóvenes”, siendo “raro que lo pidan bandas clásicas porque cada estilo tiene sus estéticas y sus timbres”. Esta asimilación resulta natural en un proyecto como el de One Path, quien ha crecido “con música que lo usa abiertamente”.
Que todavía haya voces críticas le parece “claramente una posición reaccionaria”. Para Bilbao, “la música y la tecnología avanzan”, y aunque entiende que haya “desconocimiento y desinformación” con respecto a estos asuntos, alude a “una posible componente clasista y racista, ya que son géneros como el rap o el reguetón los que precisamente han popularizado este tipo de voces”. Y plantea una interesante cuestión para el futuro inmediato: “¿Qué pasará cuando las voces sintéticas dominen el panorama?”.