Cuando Chris Hemsworth entra en la habitación, impone. Es alto, corpulento, tiene la voz grave y ha interpretado solo a tipos duros en numerosas películas de acción. No es raro que Marvel se fijara en él para interpretar a un dios nórdico cachas en la saga de Thor y Los Vengadores, ni que los mismos responsables de varias de esas películas —los hermanos Russo— confiaran en él para levantar una saga de acción en Netflix (Tyler Rake, que este jueves estrena su segunda parte) donde el centro de la historia es verle a él repartiendo mamporros a diestro y siniestro. Detrás de los músculos de Thor hay un tipo amable, que saluda a todos los periodistas que le esperan y que lo hace en español (que aprende a trompicones por su relación con la actriz Elsa Pataky).
El actor ha pasado por Madrid para presentar la segunda parte de la franquicia, Tyler Rake 2, un filme que tiene lo que se le pide a todas las secuelas. Es más grande, más espectacular y más impresionante. Sigue siendo una película de acción donde la historia es lo de menos, y lo de más ver qué se sacan de la manga para epatar al espectador. Aquí hay un plano secuencia imposible de 21 minutos en donde el protagonista entra en una cárcel y sale tras pasar por numerosos escenarios y reventar cientos de enemigos. Una coreografía imposible que muestra de dónde viene su director, Sam Hargrave, antiguo especialista de escenas de acción y ahora director que apuesta por poco efecto especial y mucho realismo (dentro de la fantasmada que se presupone a una película de estas características).
Tyler Rake 2 comienza donde acababa la primera, con el protagonista moribundo tirado en el mar. Poco le dura la calma, porque pronto le reclutará un misterioso personaje (Idris Elba) para sacar a un niño y a su madre de una cárcel georgiana que parece sacada de las peores pesadillas del guionista. A partir de ahí, se desencadena un torbellino de set pieces para que Hemsworth muestre que reparte sopapos como nadie.
Al actor no le importa seguir anclado en el prototipo de héroe de acción, y hasta explica cómo varía su cuerpo de un papel a otro, incluso alertando de que lo que se ve en pantalla no es tan atractivo como parece. “Cada personaje requiere algo diferente de ti. En esta película acababa de salir de Thor, que es un personaje que requería que yo estuviera más grande de lo que hubiera preferido estar. O al menos mucho más grande que como estaba en la primera película de Tyler Rake, así que gran parte de mi entrenamiento se convirtió instantáneamente en funcionalidad, movimiento, flexibilidad y artes marciales, mientras que Thor es entrenamiento de culturismo. El cuerpo tan voluminoso de Thor se ve muy genial en la pantalla, pero es bastante restrictivo para la vida”, cuenta.
Un filme que, por la forma en la que está rodado, apostando por los planos secuencia, sin cortes cada segundo e intentando sustituir los efectos especiales, hizo que “prácticamente no haya dobles ni pantallas verdes”. “Está ese plano secuencia que ya es famoso y que ha sido muy exigente, porque el problema está en que si algo falla es un estrés, porque hay que volver a empezar. Antiguamente, lo que se hacía en estos planos es que utilizaban cuatro o cinco cámaras y si un plano fallaba, utilizaban otro. Aquí no. El director solo utiliza una cámara. Creo que eso se aprecia en la espontaneidad y el realismo de todas las imágenes. Creo que el público está muy hastiado de la postproducción. Esto se podía haber grabado en Los Ángeles estando cómodo y calentitos, pero no, lo que hicimos fue ir a la República Checa con 300 extras y explosiones por doquier. Incluso yo mismo acabé con el brazo en llamas y lo tuve que apagar yo mismo”, añade.
Espero que la huelga de guionistas se solucione lo antes posible, porque también tengo muchos amigos que son parte del equipo técnico y esto les va a perjudicar ya que se van a ver en el paro
La película se estrena en medio de un momento complicado para la industria del audiovisual en EEUU: los guionistas siguen en huelga ante la negativa de las plataformas y las majors a ceder, los directores han llegado a un acuerdo y los actores se encuentran en medio de la tormenta perfecta siendo preguntados por su posicionamiento en esta guerra. Hemsworth sabe que es “una situación muy compleja”. “Necesitamos que todas las partes sean escuchadas y que todo el mundo consiga llegar a un acuerdo con el que se sientan cómodos. Espero que se solucione lo antes posible, especialmente el tema de los guionistas, porque también tengo muchos amigos que son parte del equipo técnico, que trabajan con los cables, con las grúas y esto les va a perjudicar ya que se van a ver en el paro. Así que espero que se solucione pronto y que todas las partes estén contentas con las soluciones”, asegura sin mojarse mucho, pero poniendo el foco en una parte de la industria donde no se está mirando, los técnicos.
Como experto en franquicias de larga duración, cree que en cada película hay que “tratar de aportar algo diferente”, y siente la presión por lograrlo: “Hace unos años, cuando hice mi primera serie, sentí un poco la ansiedad y la presión por tratar de conectar con el público, y esa motivación es un objetivo constante que no hay que perder de vista. Uno trata de adaptarse al público, y también tener en cuenta la tecnología, que crece exponencialmente a una velocidad de vértigo. Tenemos el cine, las plataformas, las series… y tratamos de adaptarnos y ver hacia dónde estamos yendo. Cuando leo un guion, creo que la primera intuición es la más importante y creo que es de la que hay que fiarse. Lo que yo trato de ver en esa lectura es si es algo que conecta conmigo, si es algo que me parece distinto a lo que he hecho antes y si conecta con el público. Luego ya empiezan a entrar en juego otro tipo de cosas, pero creo que hay que fiarse de esa primera lectura”. Un instinto que, en el futuro, le llevará a otra saga, la de Mad Max, y a un biopic —todavía sin director— de un personaje donde seguirá explotando su físico, el de Hulk Hogan.