Más de cuatro siglos pasaron de la primerísima composición musical para ser llevada a escena mediante el canto con acompañamiento instrumental, que dio en llamarse ópera en su patria de origen, Italia. Género este que se difundió inicialmente por países europeos y abarcó distintos períodos: barroco, clásico, romántico, hasta llegar al moderno y el contemporáneo.
Muy lejos de replegarse, en pleno siglo XXI, la ópera que apela a ese virtuosismo al límite vocal llamado bel canto, ha conquistado a casi todo el mundo. Entonces, un género que comenzó siendo muy popular en aquel país, ha trascendido fronteras enamorando a públicos cada vez más numerosos: se calcula que anualmente se producen unas 250 mil representaciones operísticas en el planeta, con relecturas aggiornadas en muchos casos (este año se ofreció una versión del Fidelio de Beethoven trasladada al XXI, y lo propio sucedió con el Nabucco verdiano en una muy elogiada puesta realizada en Düsseldorf).
Como dice Marie-France Castorade en su entusiasta ensayo El espíritu de la ópera (Paidós), “las voces de la pasión nos incitan al goce: he ahí todo el secreto de este género. (…) Si nos abandonamos a ella, la música nos arrebata como un mar, nos transporta, nos devuelve a un mundo donde solo cuentan las emociones. (…) El cortinado que se corre, los cortes entre acto y acto que nos retrotraen a la realidad, la caída final del telón, el saludo de los intérpretes, son pasos de una ceremonia que conduce a la exaltación de las pasiones, que cada persona puede conectar con su mitología personal”.
En este siglo, vale remarcarlo, a buena distancia de cualquier forma de elitismo o esnobismo, sin necesidad de acicalarse para asistir a una función, solo hacen falta oídos bien abiertos y el corazón presto a ensancharse…
Madre e hija, artífices de un proyecto cultural
Más allá del personal administrativo, de los artistas que participan, de los músicos integrantes de la orquesta y sus directores; de escenógrafos, vestuaristas, asistentes y de más personas que, cada una en su oficio, contribuyen a sostener la Fundación Juventus Lyrica y su actividad ininterrumpida a través de 25 años, dos mujeres –madre e hija– son las cariátides que sostienen este edificio cultural que, además de la representación de óperas, trabaja en la inclusividad de diferentes modos.
Ellas son Ana D’Anna y María Jaunarena. La primera dirigió muy joven un grupo de teatro en Pergamino, tuvo su etapa de cantautora (Mercedes Sosa, Eduardo Falú entonaron sus temas), y ya en Buenos Aires con su hija muy chiquita, empezó a estudiar canto lírico, luego teatro con maestros del nivel de Hedy Crilla y Augusto Fernandes; su maestra de canto, María Kallay, le sugirió dedicarse a la dirección escénica, consejo que la llevó a seguir la carrera de régie en el Colón. Se recibió en 1997 y con su marido Horacio Jaunarena se reunieron con el gran director de orquesta Antonio Russo y fundaron Juventus Lyrica. En 1999 largaron con la pieza maestra de Mozart Don Giovanni, y ya nada ni nadie los pudo parar. D’Anna, por su lado, gestionando, haciendo dirección de escena y poniendo mucha energía en trabajar –específicamente– en la difusión del género lírico.
Desde niña, María Jaunarena se relacionó con las artes visuales y se formó en danza. En algún momento, cursó teatro con su madre y otros destacados maestros. Muy pronto, empezó a trabajar en JL sucesivamente como coordinadora y directora ejecutiva; hasta que se animó a ser asistente de régie de Ana; estudió gestión cultural en Londres, becada por el British Council e hizo una pasantía en la English National Opera. Ya de regreso, se dedicó a Juventus en dirección ejecutiva, diseño de vestuario, y en 2008 creó el Programa de Desarrollo de Audiencia (que implica la invitación gratuita a funciones de preestreno al alumnado de escuelas secundarias de Caba, en compañía de docentes que los inician con una guía preparada por el equipo de la Fundación).
“Desde 2013”, memora María Jaunarena, “Juventus tomó la decisión de formar coros infantiles –cuando las óperas así lo requerían– integrando también a chicos provenientes de barrios en situación vulnerable, que reciben entrenamiento vocal antes de subir por primera vez a un escenario, por caso en La Bohème y en Carmen, donde participaron niños de los barrios Padre Ricciardelli (ex villa 1-11-14) y Fátima. Desde 2020, articulamos junto al Centro Solidario Argentino un programa de becas para jóvenes que comprende formación en técnica vocal, canto coral y caracterización teatral”.
A la vez, desde sus orígenes, la Fundación apostó a artistas jóvenes, otorgándoles becas de aprendizaje y oportunidades de trabajo en sus producciones. A partir de 2020 y con el apoyo de la Fundación Williams este programa se implementa de manera presencial y también virtual, con docentes de primer nivel nacionales e internacionales, incorporando así a 18 provincias argentinas y 11 países de Latinoamérica.
Asimismo, Juventus viene ofreciendo en espacios paralelos al Teatro Avenida óperas, de contenido apropiado, adaptadas para público infantil. Por sus producciones, la entidad ha recibido siete Premios de la Asociación de Críticos Musicales de la Argentina, cuatro ACE, tres Konex y otros importantes galardones.
Bodas de Plata con el bel canto, a toda orquesta
En la anunciada Gran Fiesta de la Ópera que se brindará en cuatro funciones “habrá mucho de lo que hicimos estos 25 años, con algunos cantantes históricos y otros más recientes”, detalla Jaunarena. “Para ponerte apenas un ejemplo, estará el último Don Giovanni, Alejo Álvarez Castillo, de 25, que actuó en nuestra versión de 2024, con sus dos Zerlinas, Natacha Nocetti y Sol Rise, entre otros intérpretes de distintas versiones de esa ópera. Habrá un repertorio muy variado, un vasto recorrido por nuestras producciones, con mucho Puccini por su aniversario, también otras obras clásicas, operetas. Y algunas sorpresas con algo del repertorio que nos gustaría encarar en el futuro”.
Para cerrar, dice María Jaunarena que “lo que ha sostenido el trabajo de Juventus es la fe y el profundo amor por la ópera, así como el apoyo incondicional del grupo artístico que nos ha ido acompañando a través de los años. Claro que hemos sorteado muchas crisis, no solo la actual… Se nos han estrechado algunos límites, pero esos escollos nos han servido de motor de creatividad, nos hemos ido adaptando con flexibilidad y mucho empeño. Sí, lo nuestro es un poco circense, haciendo equilibrio y malabares, pero son el sostén de la mística, de la convicción inalterable del valor de nuestra tarea en lo relativo a la sagrada ceremonia del teatro musical para los intérpretes, para el público que ama el género lírico. Casi nada comparable al placer de percibir la felicidad de nuestros artistas rindiendo su potencial en joyas de la ópera, del público asistente, de los adolescentes de la secundaria que descubren por primera vez estas expresiones del arte, que ‘debutan’ con el teatro en general. En fin, contribuir en nuestra medida a levantar el horizonte cultural. Porque el teatro musical favorece la escucha, la atención, la empatía, la buena convivencia, estimula la cohesión social, ayuda a pensar y a entender al otro. En definitiva, genera valores ciudadanos cada vez más necesarios”.
La Gran Fiesta de la Ópera, en el Teatro Avenida
Funciones: viernes 11 y 18 de octubre a las 20 horas. Domingo 13 a las 17,30.
Entradas (desde $ 5000) en Juventus Lyrica, Callao 1016, lunes a viernes de 11 a 16. En boletería del Avenida, Av. de Mayo 1222, martes a domingo de 13 a 19. Por www.ticketek.com.ar
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