El actor estadounidense Matthew Perry murió “accidentalmente” por los “efectos agudos” de la ketamina, una droga con propiedades psicodélicas que se consume de forma terapéutica o por la adicción que genera. Esta es la conclusión a la que llegó la Oficina del Forense de Los Ángeles tras practicar la autopsia pertinente al cuerpo del intérprete, que falleció el pasado 28 de octubre a los 54 años.
La expectación en torno al informe forense era máxima ya que la causa de la muerte no pudo ser determinada en un primer momento. La estrella de Friends fue encontrada inconsciente en el jacuzzi de su casa. Uno de sus empleados fue el que dio la voz de alarma y, aunque él y los servicios de emergencia intentaron reanimarlo, nada pudieron hacer para salvarle la vida.
Perry tuvo en el pasado graves problemas de adicciones. En 2022 contó en un libro que había estado al borde de la muerte por una perforación gastrointestinal producida por el consumo excesivo de opioides. A partir de entonces trabajó para desintoxicarse y, según el forense, llevaba 19 meses sobrio.
La vivienda fue examinada en busca de sustancias que pudieran haber provocado la muerte del actor. No se encontró nada relevante. En la primera exploración del cuerpo no se apreciaron restos de fentanilo o metanfetamina.
Desde la Oficina del Forense también señalan que el ahogamiento, la enfermedad de las arterias que padecía y los efectos de la buprenorfina (un opioide utilizado contra la drogadicción y el dolor) también habían contribuido a la muerte del actor. No obstante, la ketamina y sus “efectos agudos” fueron letales para él.
Este potente anestésico, aprobado en 1970 por las autoridades, se popularizó entre los estadounidenses como terapia alternativa para tratar la depresión, la ansiedad, el trastorno postraumático y otros problemas de salud mental, informa The New York Times, aunque también se extendió su uso de forma recreativa.
En el informe de la autopsia quedó escrito que Perry había estado sometido a una terapia de infusión de ketamin. Sin embargo, tomó la última dosis semana y media antes de morir, por lo que ya no deberían haber quedado restos en su organismo, ya que se depura pasadas “tres o cuatro horas, o incluso menos”.
“Con los altos niveles de ketamina encontrados en sus muestras de sangre post mortem, los principales efectos letales serían tanto la sobreestimulación cardiovascular como la depresión respiratoria”, concluyen los expertos. En abril, un médico del intérprete le valoró que no era necesaria una dosis tan habitual como la que estaba tomando.
En la autopsia no se localizaron restos de alcohol, metanfetamina o cocaína. El actor, según su asistente, estaba tomando buprenorfina dos veces al día por prescripción de su psiquiatra. Además, fumaba dos paquetes de cigarrilloal día y tenía diabetes.