La Argentina asume este miércoles la presidencia Pro témpore del Mercosur en un escenario donde la vocación por la flexibilización que comparte el resto del bloque aparece matizada con respecto al año pasado, pero viva. El mandato, que recibe de Uruguay y durará seis meses, buscará alejar el horizonte con la inclusión de otros temas en la agenda, como la ratificación de Bolivia como miembro pleno y el impulso al Foro Empresarial como mecanismo de articulación. Habrá, sin embargo, dos asuntos ineludibles: la revisión del Arancel Externo Común (AEC) y el futuro del acuerdo con la Unión Europea.
La videoconferencia de la Cumbre de Presidentes comenzó hoy a las 11 de la mañana. Además de los presidentes de Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay están presentes Luis Arce y Sebastián Piñera, por Bolivia y Chile, entre otros. La presidencia Pro témpore tendrá vigencia hasta el 30 de junio de 2021.
En el comunicado conjunto difundido luego de la reunión, los cuatro países se comprometen a avanzar en la revisión del Arancel Externo Común “con vistas a impulsar la competitividad del bloque y una mayor integración a las cadenas regionales y globales de valor” y en la negociación de acuerdos comerciales con la Asociación Europea de Libre Cambio (EFTA), Corea del Sur, Canadá y Líbano, entre otros, además de la ratificación del acuerdo con la Unión Europea, que hoy se encuentra frenado por las políticas medioambientales de Brasil.
Son esos dos asuntos –la revisión del AEC y la negociación de acuerdos con otros bloques y países– los que mayor preocupación le generan a la Argentina. El primer caso se definirá en las rondas técnicas. Por ahora, cada país presentó una lista con propuestas. El gobierno está abierto a una revisión del Arancel pero que sea gradual y negociada sector por sector. “Los aranceles externos comunes deben ser una herramienta de negociación. La política comercial común está vinculada al consenso político”, dijo Felipé Solá durante la reunión de cancilleres del bloque, que se llevó a cabo ayer. El objetivo es evitar una reducción brusca y en todos los niveles, como había propuesto el gobierno de Bolsonaro el año pasado.
En el segundo caso, el gobierno confía en que la pandemia demore las negociaciones comerciales y ratifica la posición de avanzar en “dos velocidades”. Argentina por un lado y el resto del bloque por el otro. “Los Estados Partes coincidieron en resaltar la potencialidad del MERCOSUR como plataforma común de inserción económica y comercial internacional, atendiendo al mismo tiempo a la necesidad de un diálogo constante orientado a la exploración de caminos para atender los diferentes intereses y sensibilidades de sus miembros”, se puede leer en el comunicado preliminar.
Con respecto al acuerdo con la Unión Europea, el bloque reafirma “su máxima voluntad para proceder a la firma (...) instando a sortear los desafíos que han impedido la finalización de un proceso de más de 20 años de esfuerzo conjunto por un acuerdo amplio, equilibrado y ambicioso”. Hoy, para Europa, y Francia particularmente, el máximo escollo son Jair Bolsonaro y sus políticas medioambientales, que no cumplen con los estándares del Acuerdo de París. Argentina puede aprovechar la presidencia Pro témpore para buscar consenso entre Brasil y Europa –algo que, por otro lado, le sumaría créditos a la relación con el país vecino– o postergar el asunto con la certeza de que, en última instancia, la culpa es de Bolsonaro. El gobierno ratificó ante Europa el apoyo al acuerdo, pero no es una novedad que lo ve con preocupación.
Para Andrés Malamud, investigador de la Universidad de Lisboa, es en el acuerdo con la Unión Europea donde Argentina puede marcar la diferencia. “La presidencia del Mercosur podría colaborar con la presidencia portuguesa de la UE para ablandar a Brasil con el daño ambiental y ablandar a Francia sobre la amenaza brasileña. Por una carambola de la historia, Argentina y Portugal son países estructuralmente significativos para Brasil, y sus gobiernos ‘progresistas’ moderados son particularmente significativos para Macron”, dijo a elDiarioAR.
El ingreso de Bolivia
Uno de los objetivos de la presidencia Pro témpore será completar con el proceso de incorporación de Bolivia como miembro pleno del Mercosur. De no haber cambios en el comunicado, este reafirmará la voluntad del bloque de avanzar con la tarea.
El último paso que queda para que Bolivia sea miembro pleno es que el Congreso de Brasil lo ratifique. Hoy se encuentra en plenario de Diputados, pero los ojos están puestos en el Senado. La oposición del gobierno de Bolsonaro al partido de Evo Morales, al que reclama principalmente el apoyo a Maduro, no es un secreto, pero es la cámara alta, donde Bolsonaro no tiene una bancada propia, la que tiene que avanzar con la aprobación. El gobierno argentino estudia la complementariedad energética que puede existir entre ambos países para que Brasil tenga incentivos para avanzar –y confirmar– el proceso. “Vamos a trabajar muy fuerte”, dicen desde Cancillería.
El futuro del bloque
La composición ideológica del club no ha variado: Brasil, Uruguay y Paraguay comparten una vocación por flexibilizar el bloque que Argentina no. El escenario de ruptura (en los hechos) que se manifestó el año pasado hoy está desactivado, pero el proyecto regional sigue a la deriva.
Para Alejandro Frenkel, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Nacional de San Martín, el bloque sufre una crisis de identidad. “No se sabe cual es el proyecto de integración. Hoy está apuntando a que sea una plataforma para firmar acuerdos con otros bloques, pero eso no es el Mercosur, va en contra del Tratado de Asunción”, dijo ante la consulta de elDiarioAR.
Los motivos se encuentran principalmente en la relación entre Argentina y Brasil, el motor del bloque, donde el comercio entre ambos no sólo se ha reducido en términos de cantidad sino calidad. Ambos exportan cada vez más productos primarios y miran más a China que al vecino. “Los industriales que venden al Mercosur son cada vez más minoritarios en el establishment económico brasileño. El interés en mantener al bloque con una idea proteccionista ha perdido adeptos en Brasil, y tiene muchos menos en Paraguay y Uruguay”, explicó Frenkel.
La buena señal para Argentina se da en el plano político: Bolsonaro moderó su discurso para con la relación bilateral en el último tiempo y la llegada de Biden a la Casa Blanca puede reconfigurar la política exterior de Brasil. Pero la cuestión estructural excede a Bolsonaro, que es más bien un emergente de los cambios en la estructura productiva brasileña, donde los sectores del agronegocio aparecen empoderados.
Si hoy Argentina preguntara cuál es el sentido del bloque, la respuesta que obtendría por parte de los miembros restantes no sería favorable a sus intereses. Estaría más cerca de la idea de Mercosur como plataforma para comerciar con el resto del mundo que con la de mercado y proyecto regional. Por eso, se trata de postergar las preguntas existenciales, avanzar en terreno común y reducir los daños. Una tarea compleja, pero no imposible.