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¿Alguna vez has tenido una fuerte necesidad de comer justo después de la cena? ¿Te despiertas en medio de la noche para hacer pequeñas pero repetidas ingestas de galletitas, un vaso de leche o una feta de jamón?
Puede ser normal querer comer algo durante la noche. Pero, para algunas personas, hacerlo puede convertirse en un comportamiento repetitivo con consecuencias.
Cuando esta necesidad no puede controlarse es posible que estemos ante la presencia del síndrome del comedor nocturno, que recoge el Manual de Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5).
El mismo lo define como un trastorno alimentario no especificado que se caracteriza por un retraso circadiano en la ingesta de alimentos, la falta de apetito durante las horas de la mañana y el aumento de apetito durante la tarde y la noche.
Un problema escondido más allá del atracón y de la bulimia nerviosa
El síndrome de alimentación nocturno es un tipo de trastorno alimentario en el que la persona se despierta con una fuerte necesidad de comer; es más, algunos incluso pueden tener dificultad para volver a dormir si no comen nada antes.
Estas personas a menudo reconocen tener falta de control sobre sus hábitos alimenticios, lo que puede llegar a generar sentimientos de culpa. Este trastorno a menudo es poco reconocido.
Y aunque involucra síntomas que se encuentran en algunos trastornos del estado de ánimo, el sueño y otros trastornos de la alimentación, es una afección única. Los criterios diagnósticos que se utilizan para diagnosticar este síndrome son:
- Aumento significativo de la ingesta después de la cena o durante la noche: aquí se incluyen criterios como la ingesta de al menos el 25% de la ingesta calórica diaria de alimentos después de la cena (hiperfagia nocturna) o dos ingestas nocturnas semanales como mínimo.
- Deben cumplirse al menos tres de los siguientes síntomas: ausencia de apetito matinal y no desayunar al menos cuatro veces a la semana; intensa necesidad de comer entre la cena y la hora de ir a dormir o durante la noche; dificultad para dormir o insomnio al menos cuatro veces por semana; pensar que tiene que comer para conciliar el sueño; estado anímico depresivo, el humor empeora sobre todo durante la noche.
- Aumento de ansiedad y estrés que provoca disfuncionalidad psicosocial.
- El patrón alterado se mantiene durante al menos tres meses.
No debe confundirse con la bulimia nerviosa porque, a diferencia de esta, el momento de la ingesta solo es por la noche, no hay acciones compensatorias como vómitos y la ingesta nocturna consiste pequeños tentempiés en cada ocasión, más que un atracón.
La persona con síndrome de comedor nocturno apenas come durante el día y concentra, como hemos visto, la ingesta alimentaria por la noche, lo que diferenciaría este trastorno del atracón, con el que la persona busca en la comida el placer en la comida en cualquier momento del día.
Distinto de los trastornos alimentarios relacionados con el sueño
El síndrome de comedor nocturno también suele confundirse con los trastornos alimentarios relacionados con el sueño. Pero son distintos. El principal criterio diferencial es la naturaleza y el componente de la alimentación nocturna.
Mientras los que se relacionan con el sueño se caracterizan por hábitos alimentarios involuntarios durante el sueño, el síndrome de alimentación nocturna se hace manera consciente, la persona está despierta y puede recordar lo que ha comido.
Características o síntomas del síndrome del comedor nocturno:
- Dificultad para conciliar el sueño sin comer
- Síntomas depresivos que empeoran por la tarde
- Se da sobre todo en personas con sobrepeso u obesidad, aunque no es exclusivo de ellas
- Suelen darse preferencia a los alimentos “prohibidos”, menos sanos, como bollería o altos en grasas
Aunque no se han establecido con exactitud cuáles son las causas de este síndrome, parece que hay una modificación del patrón neuroendocrino (cortisol, adrenal, melatonina o leptina) que tiene un papel en la función reguladora de los ritmos circadianos que modulan las funciones metabólicas y psicológicas.
Cuáles son las consecuencias del síndrome del comedor nocturno
El desorden, una alimentación desequilibrada y poco saludable y concentrar casi toda la ingesta de alimentos por la noche influye en el hecho de que las personas con síndrome del comedor nocturno presenten obesidad o tengan mayor predisposición a sufrirla, un factor de riesgo para otras patologías como la hipertensión y enfermedades cardiovasculares.
Algunos estudios sugieren también que trasladar la ingesta de comida a la noche tiene efectos negativos en la flexibilidad metabólica y se altera el metabolismo de la glucosa. Esto provoca una mayor resistencia a la insulina y, por tanto, un aumento de grasa corporal y un mayor riesgo de sufrir diabetes.
Este síndrome también se ha relacionado con un mayor índice de depresión, estrés post-traumático, baja autoestima y otros problemas de salud mental. Además, los despertares nocturnos interrumpen el ritmo normal de sueño, lo que aumenta el riesgo de sufrir insomnio.
¿Cómo se trata el síndrome del comedor nocturno?
Antes de tratar este síndrome por un especialista es necesario realizar un diagnóstico lo más exacto posible. En la mayoría de los casos suele hacer a través de herramientas como Night Eating Questionnaire (NEQ) y Night Eating History and Inventory (NESHI), encaminados a hacer un registro de las horas a las que se consumen alimentos y qué se ingiere para detectar posibles irregularidades.
El tratamiento suele ser multidisciplinar para ofrecer atención orgánica, nutricional y psicosocial para llegar a conseguir hábitos de alimentación saludables y un cambio en los trastornos del sueño.
En la mayoría de los casos será necesario abordar el problema no solo desde el punto de vista nutricional sino también psicológico para tratar problemas asociados como la ansiedad.
Además del tratamiento farmacológico con antidepresivos inhibidores de la recaptación de serotonina y antagonistas de melatonina, también se incluyen terapias cognitivo-conductuales para tratar la necesidad de tener que comer algo para poder dormir.