Ya sea por liberar ansiedad, por culpa, por economía, por una virtud recién descubierta, o una mezcla de todo lo anterior, muchos estamos cambiando nuestros hábitos. Transformamos el pan duro en pan rallado, convertimos las cáscaras de manzana en vinagre y nos emocionamos al mirar cómo crecen nuestras plantas o germina una cebolla en el minihuerto de la cocina. No es casual que muchos departamentos se hayan convertido en auténticas junglas urbanas.
La buena noticia: podés sumar estas dos ventajas, y reducir tu montaña de basura mientras que cuidás de tu pequeña selva privada. Ayudás al clima, porque evitás que muchos kilos de comida acaben enterrados en el basurero y liberen metano, un potente gas de efecto invernadero.
Además, hacer tu propio fertilizante es el mejor alimento que podés darle a tus plantas: es sencillo, se aprovechan los restos de comida y no ocupa tanto espacio.
¡Plantitas, a comer!
Los jardineros utilizan los fertilizantes para acelerar el crecimiento de las plantas, para animar su floración o lograr que los frutos crezcan más, sobre todo cuando el cultivo es en maceta. Algo que puede interesarte, por ejemplo, si planeás cultivar tomates o frutillas en casa. Pero también si querés que tus orquídeas florezcan.
De todas formas, fertilizar las plantas no siempre es necesario. A veces, “es más importante cuidar el suelo y asegurarse de que las plantas tienen acceso a los nutrientes que ya están presentes en la tierra.
Lección número 1: el compost no es fertilizante
Pero lo acabará siendo. Se trata de materia orgánica, o humus, que mejora la estructura del suelo y con el tiempo le proporcionará fertilidad.
Mientras que tus macetas pueden necesitar este aporte de alimento, ya que solo cuentan con lo que les aportes, a las plantas que crecen en un bancal o en un jardín puede bastarles con los nutrientes que ya hay en el suelo, si está bien cuidado. Hay otros cultivos que pueden beneficiarse de un fertilizante regular: los frutales, las verduras u hortalizas, así como las plantas que crecen en bancales cerrados; sobre todo en primavera y verano, que es su periodo de crecimiento.
Coloca un recipiente en la terraza o balcón
Para generar fertilizante para tus macetas, lo primero es colocar una caja o recipiente de unos 15 litros en la terraza. Si no tenés terraza, no te preocupes: “Si solo echas restos vegetales y lo aireas bien, no huele”, apunta Llobera. En principio, podés colocarlo también en tu cocina y hay quien lo tiene debajo del sillón.
El material del recipiente no importa: lo que tengas a mano. O usa dos botellas de cinco litros de agua: abrilas por arriba para poder echar la mezcla y agujerealas para que entre aire. Por lo demás, es como cocinar. Pero empezá solo con verduras y frutas crudas, lo más sencillo. La clave reside en usar las proporciones adecuadas, aportar variedad y mezclar con ingredientes complementarios secos, como hojas, aserrín o trozos de corteza, cuanto más triturados mejor.
La receta básica: por cada kilo de verduras o frutas añadí 300 gramos de material seco, es decir, el 30% de su peso. Y mezclalo bien antes de echarlo al recipiente. Podés llenarlo cada día o cada siete. Pero una vez a la semana, dale un buen volteo para mezclar todo bien porque si no, se pudre.
Si tu recipiente tiene dos tapas, lo giras. Si usas un barril, hacelo rodar. O si es una caja, removelo con un palo o un aireador, una varilla similar a un sacacorchos. Y regalo. Recordá que estás criando microorganismos, si les falta agua, se mueren, y si están encharcados, se ahogan. Igual que tus plantas.
Pasalo a la “barrica”
Si de verdad querés hacer un buen fertilizante, necesitas dos recipientes: en el primero, tu mezcla reposa un mes. Es lo que tarda la fermentación más activa, y se reduce mucho el volumen. Después, pasa la mezcla a un segundo recipiente, llamado “barrica de compost”, donde se terminará de hacer. Esto es: un cajón como el anterior que también tendrás que cuidar y regar como si fuera tierra (que es en lo que se acabará convertido), para mantenerla fresquita.
Lo que tus plantas necesitan es, sobre todo, nitrógeno, fósforo y potasio, y la mejor manera de obtenerlo es dejar esta mezcla entre cuatro y seis meses en la barrica, cuanto más tiempo, mejor. Si lo cuidás, y lo regás, podés tenerlo listo en cuatro meses. No te olvides de mirarlo, removerlo y regarlo, si lo necesita, al menos una vez al mes.
Y diluílo: ¡ya tenés tu fertilizante!
El resultado final es un humus o abono que podés añadir mezclado a tus macetas. Y es muy recomendable. Pero si querés un fertilizante rápido para que tus plantas florezcan o los tomates maduren, necesitas diluirlo.
Dejalo en agua durante 48 horas: ¡y ya tenés tu fertilizante casero o té de compost! No solo tiene nitrógeno, fósforo y potasio, sino también otros nutrientes también importantes, como calcio. Como con los buenos vinos, para lograr un buen fertilizante casero para tus orquídeas no hay que tener apuro. Y una vez que te pongas, cuidado, que engancha. Es un aviso.
E.S.M.