Ansiedad y cierta angustia: esos son los síntomas que relatan los electores brasileños, estos 12 días que faltan hasta la segunda vuelta el domingo 30 de octubre. Sobran razones para dudar de cuáles serán los resultados finales: si saldrá victorioso el ex presidente Lula da Silva o el triunfo coronará a Jair Messias Bolsonaro, que se ilusiona con continuar otros cuatro años en el Palacio del Planalto. La distancia entre ambos candidatos se redujo, tal como revela la última encuesta de Ipec: Lula tiene 50% de las intenciones de voto y Bolsonaro 43%; una diferencia de 7 puntos que en pesquisas anteriores llegó a 10%.
El comité de campaña del líder petista, que reúne representantes de los 10 partidos de la Coalición de la Esperanza, expresó su preocupación con un fenómeno que puede afectar al candidato, al punto de revertir la actual preferencia.
En la primera vuelta llegó a 20,9% del total de ciudadanos en condiciones de votar, el mayor porcentual desde el retorno de la democracia. En términos numéricos representa la ausencia en las urnas de 32 millones de brasileños, que se reparten en forma desigual según sus ingresos familiares: los de más bajo nivel económico tienen mayor tendencia a faltar. Por eso, la inasistencia reveló ser superior en las ciudades donde ganó el ex mandatario. En la primera vuelta, la mayor parte de los brasileños que no fue a votar pertenecía a los segmentos de menor escolaridad y muy baja renta.
Esa conclusión fue puesta en evidencia a través de un mapa de las zonas electorales elaborado por el lulismo. Allí se vio, además, que el Nordeste del país acusaba los mayores índices de ausentismo.
Para conjurar esas dificultades, el ex presidente estuvo en los mayores estados nordestinos y pidió a gobernadores e intendentes aliados que faciliten el transporte gratuito. Y hoy, en una reunión del comité, sus miembros alertaron sobre los inconvenientes. Cuatro de ellos: la gaúcha Manuela D´Avila, el senador Randolfe Rodrigues, el diputado Guilherme Boulos y el diputado André Janones, coincidieron en señalar que “a menos de dos semanas de los comicios, hay que dar un fuerte impulso a la comunicación con los electores a través de las redes sociales” y sugirieron que es preciso “acudir a los comunicadores que son nuestra infantería (en esta guerra)”. Para ellos, se está “delante de un enemigo poderoso que utiliza una super especializada estructura de fake-news”. Para todos, “no sólo se trata de una elección. Más que eso, están en juego los valores civilizatorios”.
Para el bando contrario, hay también mucho por hacer en esta semana y media que resta si se quiere realmente recolocar a Bolsonaro en el Palacio del Planalto. En el cuartel general del jefe de Estado también suena la alarma abstencionista. Ocurre que hay un feriado el 2 de noviembre y las clases medias “medias y altas”, donde el bolsonarismo cosecha más cantidad de votos, tienden a tomarse vacaciones los cinco días que median entre el sábado anterior a las urnas y el miércoles posterior. El domingo de los comicios queda justo en el medio. Por eso, los asesores de la campaña por la reelección pidieron a gobernadores aliados, en aquellos estados provinciales donde ganó el presidente, que incentiven a la gente a votar. “Tienen que concientizar a los electores” dijeron. Diputados y senadores que se reunieron con la dirección del Partido Liberal (al que pertenece JMB) señalaron que ahora hay una consigna clave para los electores: “Eviten viajar, pues la abstención puede perjudicar más a Bolsonaro que a su oponente”.
Algunos expertos sostienen que hay una tasa de abstención que daría mayores chances al actual presidente: “Si el nivel de ausentismo supera 24%, aumentan las posibilidades de Bolsonaro” sostuvo Mauricio Moura, director del Instituto Idea y profesor de estadística en George Washington University. Otros consideran que para
¡vencer en esta elección, Bolsonaro también tendrá que luchar por dar vuelta a muchos de los votantes del adversario. La tarea no parece tan simple ya que 93% de quienes estarán en los comicios dicen que la decisión está tomada y no la van a cambiar.