En primera vuelta, Ecuador decidió el domingo que el balotaje presidencial se disputará entre la hija política de Rafael Correa la también economista Luisa González, y el empresario Daniel Noboa, hijo del también empresario millonario Álvaro Noboa, cinco veces candidato presidencial. En segunda vuelta, Guatemala dio el mismo penúltimo super domingo de agosto la presidencia de la República al político y académico Bernardo Arévalo, hijo del ex presidente centrosocialista Juan José Arévalo, que venció a su contrincante la empresaria derechista Sandra Torres, ex esposa y viuda del ex presidente Álvaro Colom.
La izquierda guatemalteca en debut cosmopolita
En los dos casos de Ecuador y de Guatemala, las cuatro figuras rivales son de familias políticas cuya presencia recubre el entero siglo XXI, y en el caso de Arévalo, se remonta al corazón del siglo XX, y aun más hacia atrás. En los dos casos, son del mundo empresarial privado las dandidaturas de la derecha, y son académicas las candidaturas de la izquierda. Pero el monopolio de la novedad está en Guatemala: por primera vez en tres cuartos de siglo no habrá en el Palacion Nacional de la Cultura (sede del Ejecutivo) un presidente democrático que no responde a las antiguas derechas tradicionales autoritarias.
De candidatura menospreciada en las encuestas, Bernardo Arévalo vino a erigirse el domingo 20 de agosto en gran pasmo nacional e internacional, llegado a su desembocadura el proceso electoral guatemalteco. El también sociólogo y doctor en Filosofía candidato del partido Movimiento Semilla ya había quebrado todos los pronósticos cuando ingresó al balotaje para disputarle la presidencia de su país a la rutinaria favorita de los sondeos, la mujer de negocios y candidata de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), Sandra Torres. También los sondeos vacilaron, antes de la segunda vuelta presidencial, sobre cual rival saldría triunfante. Sin embargo, esta vez, el segundo de la primera vuelta fue el primero de la segunda. Arévalo había vencido, la izquierda había ganado. Lo que es más, computado el 99,8% de las mesas electorales, y considerando el total de votos emitidos, un 58,04% daba a Arévalo veinte puntos de superioridad sobre Torres.
Guatemala 1944-2023, y 2024-2028
Cuando el actual gobernante Alejandro Giammattei, otro empresario derechista más, pero repudiado como ningún otro al fin de su período, entregue el mando al vencedor del balotaje del domingo, Guatemala tendrá otro presidente Arévalo, que gobernará el país por cuatro años. La historia de la familia Arévalo tiene raíces profundas en la historia de Guatemala. Juan José Arévalo, padre de Bernardo, fue el militar, elegido democráticamente para ejercer la presidencia del país de 1944 a 1951, como candidato designado por la Junta Militar emergente de la revolución que derrocó al general Jorge Ubico.
Arévalo padre completó su mandato y su gobierno de un socialismo benigno, que evitaba cualquier alineación con el comunismo, en aquellos tiempos de caliente Guerra Fría. Tras el derrocamiento orquestado por la CIA del sucesor y correligionario Jacobo Árbenz, en 1958 Juan José Arévalo se vio obligado a permanecer en el exilio en Uruguay, donde nació Bernardo, quien regresaría a Guatemala en la década de 1970 con toda su familia.
Diez años después, Bernardo ingresó a Cancillería. Su carrera en la diplomacia lo llevó a ser viceministro entre 1994 y 1995, además de embajador en España. Tras su labor diplomática, trabajó en organizaciones de distintos continentes y fue asesor en diversos temas en las ONU y en instituciones de políticas públicas y académcias en EEUU.
Cuando pasó de la vida diplomática y académica a participar en la pólitica activa, Arévalo integró el movimiento social de protesta que en 2015 se puso al frente del reclamo por la renuncia del entonces presidente guatemalteco, Otto Pérez Molina, cuyas causas de corrupción, y sobre todo aquella corrupción que quedaba a salvo del procesamiento judicial, secuestraban mente y cuerpo de la opinión pública movilizada. Fue entonces cuando formó, junto a otras figuras intelectuales, la dirigencia del flamante partido, de doctrina socialdemócrata, ecologista y progresista, el Movimiento Semilla.
Con el nuevo partido, Arévalo fue precandidato presidencial, pero declinó su candidatura para promover a la exfiscal Thelma Aldana, quien finalmente no pudo participar de las elecciones de 2019. Fue elegido diputado al Congreso, donde su actuación se dirigió principalmente a temas y problemas relacionados con la Seguridad, las RREE, y los DDHH.
Ideológicamente, Arévalo se ubica como un candidato de izquierda moderada y ha centrado su mensaje al electorado en la necesidad de combatir la corrupción en su país con la creación de un Sistema Nacional Anticorrupción. Arévalo pretende atender el problema de seguridad en Guatemala con un fortalecimiento de la Policía Nacional Civil y el control de las cárceles.
En la letra, ni uno solo de esos objetivos de gobierno faltaban en la plataforma y las arengas hoy caducas de su contrincante vencida y distanciada. Tras su victoria electoral, Arévalo le aseguró a la rival que venció en el balotaje, favorita en el interior rural del país asistido por un denso y personalista sistema clientelar, y a toda la ciudadanía, que él trabajará por el respeto a sus derechos y la atención de sus necesidades. Un elemento clave, sin embargo, faltaba en el plan de Sandra Torres, mientras que es cimero en el programa 2024-2028 del presidente electo Bernardo Arévalo: la generación de empleo mediante la inversión de obra pública.
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