El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, comenzó este martes su campaña para la reelección con un acto de masas en el que agitó el fantasma del “comunismo” contra su mayor rival, el exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva. En el acto también intervino su esposa, Michelle Bolsonaro, que se sumará a la campaña a fin de intentar reducir el rechazo que el mandatario tiene entre las mujeres, que representan cerca del 53 % del padrón electoral. Ferviente evangelista, Michelle pidió la “ayuda del buen Dios” y la “protección del cielo, del amor y la paz” frente a “un enemigo que sólo quiere robar, matar y destruir”.
En el nombre de Dios
En el impeachment de 2016, 52 de los 513 diputados federales brasileños que votaron en el proceso de destitución de la presidenta constitucional Dilma Rousseff declararon que lo hicieron en nombre de Dios y por motivos religiosos. Dos años después, el candidato de extrema derecha Bolsonaro se benefició de un fuerte apoyo de líderes evangélicos conservadores y obtuvo la presidencia del Brasil definido en su Constitución como país laico. Católico que reza un Padrenuestro diario para que el “pueblo brasileño nunca experimente el dolor del comunismo”, bautizado en el río Jordán – homologando al Mesías del cristianismo- por un pastor neopentecostal, había adoptado como lema en su anterior campaña “Brasil por encima de todo. Dios por encima de todos”, y titulado su programa de gobierno “el camino de la prosperidad”, en referencia directa a la “teología de la prosperidad” profesada por los pastores neopentecostales.
Si bien este apoyo fue decisivo para la victoria electoral de Bolsonaro, los evangélicos no actuaron como bloque detrás de su candidatura. Muy por el contrario. Dentro de las distintas ramas del evangelismo y en particular entre los feligreses de las iglesias neopentecostales se reflejó la sociedad de Brasil, dividida entre posiciones sociales y políticas distintas, caracterizada por un racismo y una violencia institucional que evidenció un proceso de creciente polarización después de las protestas de junio de 2013 que incrementaron la división de la sociedad brasileña en posturas marcadas por un rechazo radical del campo político adverso.
Sin embargo, esta polarización de la sociedad brasileña no actúa sólo entre las diferentes afiliaciones religiosas sino dentro de cada una de ellas donde el factor de quiebre se asienta en los neopentecostales. La fuerte movilización de sus propios líderes religiosos y políticos detrás de Bolsonaro, quien cuenta con las redes sociales, la experiencia y el apoyo material de las iglesias conservadoras, incluyendo el tercer canal de televisión más importante de Brasil, TV Record del obispo Edir Macedo fundador y líder de la Iglesia Universal del Reino de Dios, también sugiere una falsa unicidad entre creencia y pertenencia.
Conservadurismo vs progresismo
Al movimiento religioso progresista identificado como el “cristianismo de la liberación” ha correspondido otro movimiento conservador y reaccionario, que ha cobrado fuerza en Brasil y en varias regiones del mundo, tanto entre los evangélicos como entre los católicos. Hasta el inicio de los años 2000, las corrientes católicas conservadoras tuvieron un protagonismo mayor que los neopentecostales en la vida social y política brasileña. Durante los 90’, los representantes neopentecostales operaron como fuerza de apoyo hacia los católicos conservadores en torno a causas comunes, como la oposición al aborto.
A la vez, no todos los evangélicos son conservadores. Los feligreses luteranos, metodistas y presbiterianos que forman la mayoría de los “evangélicos históricos” se han involucrado en corrientes progresistas, como la teología de la liberación, en proporciones similares a la de los católicos en Brasil. Varios representantes de estos “evangélicos históricos” eligieron no unirse al influyente “frente evangélico” o “bancada evangélica” que reagrupa parlamentarios y senadores evangélicos conservadores de distintos partidos.
La batalla entre actores religiosos conservadores y progresistas atraviesa la Iglesia católica y evangélicas. De la misma manera, el giro conservador en el Vaticano, que se fortaleció bajo Juan Pablo II, se tradujo en una lucha en contra de la Teología de la Liberación junto a una marginación de los sacerdotes y obispos cercanos a esta corriente en la Iglesia católica brasileña y latinoamericana.
Sin embargo, el aumento numérico de evangelistas y el impacto político creciente de las iglesias pentecostales y neopentecostales parecen un factor clave del creciente protagonismo de estos actores en la arena política.
La lección de política mayor de los neopentecostales
La raíz principal del cambio en la influencia política de los neopentecostales se encuentra menos en el cambio cuantitativo que representa el creciente número de feligreses que en un cambio cualitativo: una nueva manera de interpretar las Escrituras, que se traduce en un cambio de la relación entre la religión y el mundo, en particular en los asuntos económicos y políticos. Cuando el protestantismo invitaba a los creyentes a huir de los valores mundanos para ganar su salvación en la vida eterna, nuevas interpretaciones de las Escrituras surgieron en las iglesias pentecostales y neopentecostales en Brasil y tomaron fuerza a partir de los años 1990, como fue antes en EEUU. Por un lado, “la teología de la prosperidad” que no insta a los feligreses a rechazar los valores mundanos y ve en el éxito material los signos de la bendición divina y la recompensa por los actos virtuosos (y el cumplimiento con el pago del diezmo a su iglesia). Dios a cada uno de sus creyentes le da una “bendición total” desde la salud hasta los éxitos profesionales y su situación económica. Por el otro lado, “la teoría del reino” invita a los creyentes “a trabajar activamente para la restauración del reino de Dios en la tierra” Los feligreses deben contribuir a la transformación de la sociedad en su conjunto y no sólo de la comunidad de creyentes, como es el caso de las comunidades evangélicas históricas, según lo explica el obispo Macedo en su influyente libro Plan de poder. Dios, los cristianos y la política (2008).
La llegada de Bolsonaro a la presidencia de Brasil con el apoyo de varias iglesias neopentecostales y evangelistas conservadoras fue la culminación de un largo proceso que comenzó en los años 1980. En las dos últimas décadas del siglo xx, los neopentecostales se involucraron gradualmente en la esfera pública. Y en las últimas cuatro décadas, los actores religiosos conservadores, y en particular los neopentecostales, mostraron una extraordinaria capacidad de adaptación al sistema político brasileño y a los cambios sucesivos de las relaciones de fuerzas en el escenario político del país.
Bolsonaro en campaña: “La lucha del Bien contra el Mal”
El presidente Bolsonaro en su carrera por la reelección, trata de repetir el apoyo del electorado cristiano y conservador que recibió en 2018 cuando casi el 70% de los votos evangélicos según datos del Instituto Datafolha, fueron decisivos para el triunfo en segunda vuelta. No solo los evangélicos -que suman más del 30% de población-sino también los católicos están en el radar del presidente.
En los últimos meses, Bolsonaro ha estado asistiendo a eventos evangélicos casi semanalmente. La táctica se repite, aunque en menor proporción, entre el electorado católico. El 16 de julio, Bolsonaro leyó pasajes bíblicos y habló junto a un sacerdote en Natal (RN) bajo el lema “Dios, patria, familia y libertad”. El lema es similar al de Ação Integralista Brasileira (“Dios, patria y familia”), un movimiento ultranacionalista de extrema derecha creado en la década de 1930 bajo la inspiración del fascismo italiano.
En su discurso de lanzamiento a la reelección, a fines de julio, Bolsonaro, pronunció siete menciones a Dios y su esposa, la evangélica Michelle Bolsonaro, que lo invocó otras 27 veces, presentó a su esposo como un “elegido de Dios” que tiene un “proyecto de liberación para nuestra nación”, aconsejó a los asistentes a no negociar con el mal y celebró con “aleluya”.
La entrada de la primera dama en la campaña se produce en un contexto de rechazo a Bolsonaro por parte del electorado femenino. La antropóloga Jacqueline Moraes Teixeira, profesora del Departamento de Sociología de la Universidad de Brasilia, sostiene que entre las mujeres evangélicas hay un sentimiento de expectativas incumplidas con respecto a Bolsonaro, exacerbado por la pandemia y la crisis económica. Y la entrada de la primera dama aparece como una especie de garante del presidente. Michelle, cuyo poder persuasivo se atribuye a su propia historia de vida, es vista como “una mujer que no abandona a su familia, se convierte, supera las dificultades y se casa con un hombre imperfecto, comprometiéndose a transformarlo en un gran líder”, señala Teixeira “Para estos votantes, al votar por Bolsonaro, es como si votaran por ella”, explica la antropóloga.
Victor Araújo, politólogo e investigador principal de la Universidad de Zúrich autor del libro ¿La religión distrae a los pobres? El voto económico de rodillas por la moral y las buenas costumbres (2022) sostiene que los pentecostales tienden a ser mucho más conservadores y ven a los candidatos de izquierda como una amenaza a la familia ya los valores tradicionales. “Para esta parte del electorado, cuestiones relacionadas con la moral, esta guerra cultural, espiritual, todo eso importa mucho más que la inflación, la proyección económica y el PIB”, argumenta Araújo.
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