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A días de las elecciones, la crisis energética de Ecuador sigue sin soluciones a la vista

Isabel Alarcón

11 de abril de 2025 13:44 h

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Las linternas y velas se convirtieron en artefactos indispensables en los hogares ecuatorianos durante el segundo semestre de 2024. Un año después de los primeros apagones, la crisis energética de Ecuador empeoraba. Los cortes de energía programados, puestos en marcha debido a la grave sequía que afectaba a la principal fuente de electricidad del país —las centrales hidroeléctricas— habían aumentado de dos a 14 horas diarias.

Ninguna ciudad escapó de esta realidad. De un día al otro, Ecuador había parecido retroceder al siglo XVIII, cuando las personas se levantaban y se iban a dormir sin luz eléctrica.

Los UPC (Uninterruptible Power Supply) o cargadores portátiles se agotaban en los comercios y el ruido constante de los generadores a gasolina se volvió parte del sonido ambiente alrededor de edificios, centros comerciales y restaurantes, que recibían a quienes iban en busca de Internet y electricidad para cargar sus equipos. En el caso de las industrias, los cortes de energía generaron pérdidas de hasta 7.500 millones de dólares, según la Cámara de Comercio de Quito, y de 12 millones a escala nacional por cada hora de apagón.

Con las elecciones presidenciales de Ecuador a la vuelta de la esquina, expertos aseguran que el problema no se ha solucionado y será uno de los principales retos que enfrentará el próximo presidente. En la primera vuelta del 9 de febrero pasado, Luisa González del partido Movimiento Revolución Ciudadana y el actual presidente de centro-derecha Daniel Noboa pasaron a una segunda vuelta que tendrá lugar este domingo 13 de abril.

Ambos han incluido a las energías renovables en sus planes de gobierno, pero no han ahondado en cómo implementarán estas estrategias frente a la crisis, y sus propuestas no ofrecen muchas soluciones. El gobierno actual, por su parte, ha buscado sus respuestas en gran medida a través de la expansión de los combustibles fósiles.

Un tema poco abordado, pero decisivo

La causa principal de esta crisis, según dijo el exministro de Energía Roberto Luque en abril de 2024, fue la sequía, considerada la peor del país en los últimos 60 años. Los ríos se secaron y las hidroeléctricas, responsables de alrededor del 80% de la electricidad en el país, dejaron de funcionar. Ese abril, un mes que antes se caracterizaba por las lluvias, llegaron los primeros cortes de luz del año.

“Ya existían vulnerabilidades muy profundas en los sectores energéticos e hídricos del Ecuador que la sequía solo detonó”, dice Homero Paltán, investigador de riesgos climáticos e hídricos en la Universidad de Oxford, a Dialogue Earth.

En su plan de gobierno propuesto, publicado antes de las elecciones, Noboa plantea promover la energía limpia e impulsar las energías renovables a través de la inversión pública y privada, y las alianzas entre ambas. Además, afirma que su gobierno fomentaría la cooperación internacional para la investigación de estas tecnologías, “facilitando la transición energética hacia fuentes más sostenibles”. En 2024, el Plan Maestro de Electricidad para 2032 de su gobierno presentó 37 proyectos de nueva generación con una capacidad de 7,4 gigavatios, a un costo de más de 10.000 millones de dólares.

    

González, por su parte, propone “avanzar en el cambio de la matriz energética enfatizando en la demanda de energías alternativas para incentivar el cambio de patrones de consumo”. Su plan de 16 puntos para la transición energética también incluye compromisos para promover medidas de eficiencia energética y, al igual que Noboa, fomentar las asociaciones público-privadas. Sin embargo, hace foco en que se seguirán utilizando combustibles fósiles, reafirmando la “soberanía energética” sobre los recursos de Ecuador.

La crisis ha sido el acontecimiento que más ha afectado a la popularidad de Noboa, cuyo mandato como presidente desde finales de 2023 ha estado dominado por los desafíos en torno a la seguridad y el crimen organizado. Según datos de la encuestadora Comunicaliza, el 10 de abril de 2024, cuando comenzaron los apagones, el rechazo a Noboa alcanzó el 35%, frente al 10% de dos meses antes, en febrero, cuando no había apagones. Cuando la crisis alcanzó las 14 horas de cortes de energía al día en octubre pasado, la cifra subió a casi el 50%.

Las hidroeléctricas de Ecuador en riesgo

González busca recuperar la gestión pública de las centrales hidroeléctricas como un sector estratégico del Estado, siguiendo la línea del expresidente Rafael Correa (2007–2017), que construyó 14 hidroeléctricas en una década, aunque algunas no se han inaugurado y otras han estado envueltas en irregularidades. Noboa no menciona a las hidroeléctricas en su plan, pero ha apostado por proyectos hidráulicos que estaban retrasados desde la época de Correa, como Toachi-Pilatón.

Para Paltán, la idea no debe ser salvar las hidroeléctricas del país, sino mejorar la seguridad hídrica y energética al incluir otras medidas como la reducción de pérdidas o ineficiencias técnicas en la transmisión energética. Fernando Salinas, analista energético con casi dos décadas de experiencia en el sector eléctrico ecuatoriano, explica que las pérdidas de energía durante la distribución en la red de Ecuador pueden alcanzar hasta el 30% de la generación.

Según el último Balance Energético de 2023, la oferta de energía eléctrica en 2023 tuvo un aporte de 69,1% de hidroelectricidad, 25,6% de fuentes térmicas y 1,7% de otras fuentes. El resto se cubrió con importaciones.

“Si es que tenemos mayoritariamente centrales hidroeléctricas, el suministro de energía está en riesgo cuando hay variación de los caudales”, dice Ricardo Buitrón Aguirre, ingeniero hidráulico y consultor energético independiente, a Dialogue Earth.

Buitrón Aguirre explica que en la vertiente oriental de Ecuador, donde hay alrededor de 4.000 MW de energía hidráulica instalada en centrales como las del Complejo Paute, los periodos de estiaje van de octubre a marzo. En la vertiente occidental, más cercana a las zonas costeras de Ecuador, donde se tiene hasta 1.000 MW instalados, los caudales disminuyen entre junio y diciembre.

Sin embargo, en abril de 2024, el embalse de Mazar, el más grande del país, salió de operación. Mazar tiene una capacidad de 410 millones de metros cúbicos de agua y está ubicado en la cuenca del río Paute, en la provincia del Azuay, en la sierra ecuatoriana.

Salinas explica a Dialogue Earth que el país consume alrededor de 100 GWh por día. Cuando las hidroeléctricas salen de operación, surge un déficit o una diferencia entre la demanda y la generación de energía. Durante la crisis energética se registró un déficit de hasta 30 GWh. Es decir, con el parque generador solo se podía suplir 70 GWh.

La sequía no es la única responsable

Aunque el foco se ha puesto en el impacto de la sequía, el sector energético de Ecuador enfrenta otros problemas. La hidroeléctrica Coca Codo Sinclair, que se inauguró en 2016, hasta ahora no opera al 100% por las fallas en su construcción. En la época de los apagones, tuvo que cerrar 18 ocasiones, entre enero y junio del 2024, por la acumulación de sedimentos detrás de su represa.

Toachi Pilatón, de 254.4 MW, es otro de los proyectos que ha sufrido trabas desde la firma del contrato de construcción en 2007. En diciembre del 2024 se enlazó al Sistema Nacional Interconectado (SNI), la red eléctrica nacional, la turbina 3 de la Central Alluriquín, que es parte del complejo hidroeléctrico. Cuando entró en funcionamiento en febrero, el presidente Noboa dijo que el proyecto estaba ayudando a “asegurar que todos los rincones de Ecuador tengan la energía que necesitan”. Está previsto que se añadan dos unidades más en 2025.

Salinas afirma que abordar el problema de las pérdidas de distribución y mejorar la eficiencia será uno de los retos a los que se enfrentará el nuevo gobierno. Además, y a pesar de los objetivos del plan maestro de electricidad, afirma que todavía no se está invirtiendo lo suficiente en nueva generación de electricidad para satisfacer la demanda.

Según un reporte del Balance Energético Nacional, el consumo de energía eléctrica por habitante aumentó 28,8% entre 2013 y 2023. “Cuando empezó la crisis yo decía que los apagones vinieron para quedarse porque desde esa época no se visualizaba que cambie la dinámica del sector y la situación no ha cambiado”, agrega Salinas.

Combustibles fósiles como solución inmediata

Según la Quinta Comunicación Nacional y Primer Informe de Transparencia, una presentación exigida por la convención climática de las Naciones Unidas, Ecuador tiene 77 centrales hidroeléctricas operativas, que generan “electricidad de manera sostenible y renovable”. Paltán considera que esta crisis es un desafío para la transición energética. “Que sea verde o amigable se está dejando a segundo plano”, explica a Dialogue Earth. Una de las medidas del gobierno, por ejemplo, fue la exoneración temporal total de aranceles para los generadores que funcionan con gasolina y diésel.

Según los estudios —todavía no publicados— de Rasa Zalakeviciute, investigadora de la Universidad de las Américas (UDLA), y su alumna Génesis Chuquimarca, la concentración del contaminante dióxido de nitrógeno (NO2) aumentó un 22% en Quito durante la crisis energética, y sobrepasó los niveles permisibles de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para concentraciones de 24 horas. Las partículas finas PM2.5 también aumentaron un 5,48 % y superaron los niveles de la OMS. La exposición al PM2.5 puede causar cáncer y afectaciones al sistema cardiovascular.

Según Zalakeviciute, los niveles más altos se registraron cuando los apagones duraron más tiempo y hubo un mayor uso de generadores de combustibles fósiles.

Entre septiembre de 2024 y marzo de 2025, el gobierno también alquiló tres barcazas de generación termoeléctrica con una capacidad total de 300 MW a la empresa turca Karpowership. Las embarcaciones costaron 250 millones de dólares. Las tres están operativas y conectadas al SNI.

¿El gas es la solución para la crisis energética de Ecuador?

Como en otras partes del mundo, el gobierno ha presentado el gas como una alternativa viable. En Ecuador los ojos se han puesto en el Campo Amistad, ubicado en el Golfo de Guayaquil. Empezó a producir gas en el año 2002 y, según PetroEcuador, la compañía petrolera estatal, el campo “cuenta con facilidades de producción para alcanzar una producción de 94 millones de pies cúbicos por día (MMPCD) que es la capacidad operativa del gasoducto”. La producción actual es de 20 millones de pies cúbicos por día de los tres pozos productores, que apoyan la generación de energía local.

En 2023, la estatal explicaba que, para incrementar la producción del campo, se requiere de un socio estratégico. Sin embargo, en septiembre del 2024, se anunció que el Campo Amistad volvía al Ministerio de Energía y Minas (MEM) para una nueva subasta, ya que PetroEcuador no contaba con el conocimiento técnico para manejarlo y potenciarlo como buscaba el gobierno. En noviembre del año pasado, Guillermo Ferreira, viceministro de Hidrocarburos del gobierno de Noboa, anunció que se enviaron invitaciones a empresas internacionales, como el grupo chino Sinopec, para que participen en la licitación. Todas ellas tenían hasta el 31 de marzo para enviar sus propuestas económicas.

Dialogue Earth se puso en contacto con el MEM para recabar información sobre el estado del proceso de licitación, pero no recibió respuesta. El Ministerio de Medio Ambiente, Agua y Transición Ecológica tampoco respondió sobre el estado de la licencia ambiental de Amistad, que podría necesitar una reevaluación tras la ampliación de un área protegida en 2016, la reserva de Santa Clara, parte del terreno quedó dentro de su perímetro.

Mientras tanto, los especialistas consultados por Dialogue Earth temen que las autoridades se relajen y se centren menos en la crisis energética a medida que llega la tradicional estación de lluvias en abril, lo que podría proporcionar cierto alivio a las centrales hidroeléctricas del país. También coincidieron en que los desafíos de Ecuador en el sector eléctrico podrían afectar a sus compromisos climáticos internacionales, mientras que un enfoque a corto plazo en proyectos de combustibles fósiles para evitar cortes de energía podría ser un revés que retrase la transición energética del país.

IA

Este artículo fue publicado originalmente en Dialogue Earth https://dialogue.earth/es/